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Educación y trabajo en un mundo cambiante

Martes, 19 de febrero de 2019 00:00

Hoy es cada vez más usual en el mundo utilizar plataformas para hacer muchas operaciones de carácter comercial. Si alguien desea hacer transferencias, depósitos, pagos, etc. seguramente lo hará a través de una plataforma que opera una entidad financiera. Si desea vacacionar, consultará a varias plataformas que brindan distintos servicios: Trivago; Airbnb; etc. y es muy probable que contrate un paquete completo.

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Hoy es cada vez más usual en el mundo utilizar plataformas para hacer muchas operaciones de carácter comercial. Si alguien desea hacer transferencias, depósitos, pagos, etc. seguramente lo hará a través de una plataforma que opera una entidad financiera. Si desea vacacionar, consultará a varias plataformas que brindan distintos servicios: Trivago; Airbnb; etc. y es muy probable que contrate un paquete completo.

Para trasladarse: Uber; para ver una película: Netflix; para capacitarse en temáticas especificas: Next U, Coursera, solo por mencionar algunas de las más conocidas; Amazon para comprar distintos productos y/o servicios, etc. En fin, tal es el impacto de estas en la economía diaria, en todas las áreas, y las transformaciones que producen que están dejando obsoletos, en muchos casos, los modelos de negocios y las formas de producir o brindar servicios, comprar, vender y pagar a las que estábamos acostumbrados o eran las tradicionales, siendo en la mayoría de los casos, más eficientes y con menores costos para los usuarios de lo que veníamos acostumbrados.

"Economía de plataformas"

La formación y competencias que necesitan las organizaciones actuales para continuar operando en este contexto digital muchas veces difieren de las que forma y provee el sistema educativo actual.

Sabemos de las falencias de las que adolece este último y de los distintos esfuerzos que se realizaron a lo largo de los últimos años para adecuarlo, pero parece que todavía no alcanza. Se necesita un proceso de transformación más profundo y planificado. Solo por mencionar algunas acciones relevantes recordemos:

La transferencia de los establecimientos de los niveles secundario y superior no universitario a las provincias

Los cambios en la estructura académica a partir de la aplicación de la Ley Federal de Educación N´ 24.195/93

Y, finalmente, la redefinición de la estructura académica del sistema impulsada por la Ley de Educación Nacional (LEN) N´ 26.206/06 , dando lugar a una nueva organización de los niveles primario y secundario, y estructurando el sistema educativo nacional en 4 niveles: educación inicial; educación primaria; educación secundaria y la educación superior, que comprende a las universidades e institutos universitarios, estatales o privados autorizados y los institutos de educación superior de jurisdicción nacional y provincial .

Luego de más de un siglo en el cual la obligatoriedad se había circunscripto a los 7 años de la educación primaria, la sanción de la Ley Federal de Educación estableció en el país 10 años de educación obligatoria (el preescolar más los 9 de la educación general básica).

A partir de fines del 2006 se elevaron a 13 los años de educación obligatoria: los 12 años de educación primaria y secundaria más el preescolar. Por su parte, la Ley 27.045 de diciembre de 2014 estableció también la obligatoriedad de la sala de 4 años de nivel inicial, llevando a 14 los años de educación obligatoria en el país.

Pero: ¿todo esto alcanza para lograr la formación y aprendizaje mínimo indispensable que les permita adquirir la alineación entre las habilidades y los conocimientos con las necesidades del mundo actual?

Inversión y eficacia

En este sistema brevemente descripto hay, en todo el país, mas de 12,7 millones de alumnos aproximadamente que cursan estudios teniendo en cuenta los primeros tres niveles educativos mencionados (la cifra asciende a más de 14,5 millones si incluimos el universitario) de los cuales alrededor del 73% son alumnos de establecimientos de gestión estatal y el resto de gestión privada (27% aprox.).

Asimismo, hay 960 mil docentes designados, de los cuales el 78% corresponde a la gestión estatal y 22% a la privada, en alrededor de 45 mil establecimientos educativos.

Nuestra educación superior comprende también cerca de 2.000 institutos -unos 1.200 de formación docente y 800 técnico-profesionales- con 750.000 alumnos. En cuanto a los recursos que se invierten, con la sanción de la Ley de Financiamiento Educativo (LFE) y de la Ley de Educación Nacional (LEN), se marca un punto de inflexión en la inversión del sector, ya que se establecen pisos mínimos para el gasto gubernamental en educación, ciencia y técnica, el cual no es inferior a 6% del PIB.

El gasto educativo provincial se corresponde con responsabilidades de gestión y operación de las escuelas. Casi 80% de las erogaciones provinciales en educación se vinculan a remuneraciones. Si se suman a estas las transferencias a educación privada que se destinan a financiar también salarios docentes- se obtiene que más del 90% del gasto educativo provincial se concentra en partidas salariales. Analizando el gasto público educativo puedo destacar que tuvo una variación real de +136% en los últimos 15 años; ubicándose el gasto promedio por alumno estatal alrededor de los 28 mil pesos, aunque el esfuerzo varía por provincia, encontrándose Salta entre las que este promedio es menor. La inversión en educación es importante pero ¿es eficaz? ¿Cuales son las características distintivas de la formación de nuestros jóvenes? ¿La educación que brinda el sistema permite el acompañamiento al modelo de desarrollo  que pretendemos?
 
Declive de la calidad educativa 
Si se relaciona la calidad educativa que brinda el sistema brevemente descripto con los logros de los aprendizajes de los alumnos de acuerdo a los resultados de las distintas instancias de evaluaciones realizadas a nivel local, nacional o internacional (pruebas PISA; ONE; Aprender; etc.) la situación es preocupante. Más aún si nos preguntamos en qué medida la educación que reciben nuestros jóvenes los hace sólidos para el desafiante mundo del trabajo. Como en todo, hay destacadas excepciones por supuesto, aunque no es la regla en general. Otro problema para enfatizar, es que, a pesar de la masividad en la matriculación, la deserción y las bajas son alarmantes en el secundario y nivel superior, sumándosele a este último las bajas tasas de gra    duación.

¿Trabajadores del mañana? 

Un planteo siempre presente también cuando hacemos una mirada crítica al sistema educativo es que si se les está brindando a los jóvenes las herramientas necesarias para tener las competencias y habilidades que requieren los distintos puestos, máxime si tenemos en cuenta que el desempleo entre los 16 a 24 años es de por sí significativo en Argentina.
Muchas veces es motivo de crítica la gran distancia de estudios no ajustados a las necesidades del mercado laboral, aunque también hay que reconocer que existen programas gubernamentales de inserción laboral que tratan de suplir algunas falencias y tratan de acercar a los jóvenes a las prácticas y oportunidades de empleo, pero las instituciones educativas ¿los están formando para satisfacer las pretensiones de los “modelos de desarrollo” que se plantean a nivel nacional y regional?
¿Las currículas y planes de estudios se actualizan para acompañar y satisfacer las nuevas demandas que se plantean?
Cuando se piensan modelos de esarrollo ¿se lo hace pensando en un Modelo educativo acorde para alcanzarlo?
La transformación del mercado laboral está siendo estructural; a esto debemos sumarle que lo digital está transformando todo, lo cual plantea un desafío mayúsculo para el sistema educativo, que en el mundo está dando muestras significativas de querer acompañar los cambios.
Un desarrollo de la Argentina sostenible, inclusivo y acorde con el siglo XXI necesita aportes más significativos de la educación. Ella debe meter más sus manos en la masa de la innovación productiva y de las cadenas de valor agregado en todo el país, ya que los métodos de producción están cambiando significativamente; el sector servicio tampoco es ajeno a estos cambios. El problema es complejo y comprende múltiples variables, pero deja en claro que afecta el crecimiento y desarrollo de las regiones, que no es un fenómeno aislado sino mas bien global, y que hace necesaria una estrategia de abordaje plural en la cual, tal vez, poner en práctica el triángulo propuesto por Jorge A. Sábato hace cuarenta años, integrando a los agentes de la sociedad del conocimiento -ciencia, tecnología, educación-, el gobierno y las empresas, al que hay que agregar hoy los sindicatos y la sociedad civil, articulando acciones, nos permita el tan ansiado progreso que necesitamos pensando nuevas tecnologías aplicadas a la producción y distribución; redefinir el rol de los institutos tecnológicos para educar en las mejores prácticas de este siglo y con vínculos estrechos con las realidades locales y el mundo de la producción y del trabajo con carreras atractivas para los jóvenes y planes de estudios actualizados para satisfacer los nue    vos requerimientos.
 

 

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