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Chivos expiatorios y reforma laboral

Miércoles, 20 de febrero de 2019 00:00

Ser un "chivo expiatorio" (o chivo emisario) sabemos que significa que a un único sujeto se le cargan todas las culpas de determinados sucesos negativos cuando en realidad la responsabilidad debería recaer sobre un grupo más amplio de personas, pudiendo incluso suceder que dicho individuo ni siquiera haya participado en el acto punible y sea inocente.

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Ser un "chivo expiatorio" (o chivo emisario) sabemos que significa que a un único sujeto se le cargan todas las culpas de determinados sucesos negativos cuando en realidad la responsabilidad debería recaer sobre un grupo más amplio de personas, pudiendo incluso suceder que dicho individuo ni siquiera haya participado en el acto punible y sea inocente.

El origen de esta expresión lo encontramos en un ritual que practicaban los antiguos judíos para celebrar el Día de la Expiación. En esa oportunidad elegían dos machos cabríos (chivos) y mediante el azar designaban a uno de ellos para sacrificarlo a Yahveh con todos los honores, con su sangre se rociaba el tabernáculo. En cambio, sobre el otro chivo, llamado Azazel, recaía la culpa de todos los pecados, se realizaba una ceremonia en la que el rabino ponía sus manos sobre la cabeza del animal, traspasando así la culpa del pueblo a éste. Luego de apedrearlo, se lo llevaba al desierto donde quedaba abandonado. La cruel ironía del destino ha determinado que precisamente los judíos fueran el chivo expiatorio en muchas etapas de la historia.

Pues bien, en la época moderna el chivo expiatorio más característico tiene otras connotaciones. Prácticamente no ha existido en el siglo pasado y lo que va de este, crisis para la que no se propusiera la mágica solución de cargar las culpas sobre los más desprotegidos; antes eran los chivitos, ahora son los trabajadores, que parece que disfrutan de un paraíso laboral que perjudica en exceso a los poderosos. Esto ha ocurrido en cuanto país recordemos: España, Francia, Italia, Chile, Brasil; son los más recientes. Como suele ocurrir, en estos días -en este momento-, en España se está proponiendo una contrarreforma para dejar sin efecto parcialmente las medidas flexibilizadoras del anterior gobierno, que poco resultado dieron.

El ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, junto con poderosas cámaras empresarias están tratando de resucitar el frustrado proyecto de reforma laboral pergeñado en el 2017. Durante años a las pequeñas y medianas empresas se les ha hecho creer que son empresas que comparten problemas similares a los de grandes corporaciones. De buena fe han creído que las reformas laborales serían la solución mágica que encarrilaría sus pequeños negocios por la buena senda. En muchas oportunidades, con su silencio o en forma activa, han acompañado los distintos proyectos presentados por el gobierno de turno. Alguna de esas propuestas -como la última propulsada por el partido gobernante- no solo no benefician a las pymes, sino que claramente las perjudican. Esto no quiere decir que no haga falta una reforma laboral, pero no la que proponen las grandes cámaras. Precisamente lo primero que hay que enfocar es que debe claramente diferenciarse al empleador pyme del empleador de la gran empresa. Nuestra legislación puede, claramente, tildarse de inconstitucional al tratar igual a los desiguales. No es lo mismo el almacén de don Pedro que el hipermercado Dumbo (que es un elefante, de grande); no es lo mismo la Flor Motor Company que el tallercito de don Giuseppe. Los dirigentes pymes, recientemente, han tomado conciencia de esta situación. Así pudimos ver la semana pasada la nota realizada en este mismo diario a la contadora Solana López Fleming, flamante presidenta de la Cámara Pymes Salta, quien ante la pregunta: ¿Es necesaria una reforma laboral?, acertadamente respondió: "Personalmente, no creo que el tema de la reforma laboral sea una de las medidas urgentes a tomar. La experiencia nos muestra que las reformas implementadas en los años 90 no llevaron a ningún aumento de empleo".

En la misma línea, el presidente de la Asociación Pyme, Daniel Moreira, criticó la flexibilización laboral como la solución a la supuesta "falta de competitividad" de la industria. "Después de crear esta crisis descomunal, ahora quieren convencernos que la salida a este desastre es la reforma laboral", aseguró.

 

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