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Las últimas extinciones

Lunes, 11 de marzo de 2019 00:00

Nada se mantiene constante por mucho tiempo. Todo muta, todo cambia, todo fluye. Lo único permanente es la impermanencia, sostenían los antiguos filósofos griegos.

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Nada se mantiene constante por mucho tiempo. Todo muta, todo cambia, todo fluye. Lo único permanente es la impermanencia, sostenían los antiguos filósofos griegos.

La vida está sometida a cambios continuos y las especies se extinguen en intervalos que son instantes a la escala del tiempo geológico. Por ello los organismos fósiles tienen un extraordinario valor para definir la edad de una roca y relacionar formaciones pétreas que se encuentran distantes a decenas de miles de kilómetros.

Tal el caso de cuando los continentes se encontraban ensamblados de otra manera. Como Gondwana en donde nuestra región sudamericana formaba parte de su borde occidental.

Los graptolitos, por ejemplo, que son organismos planctónicos que vivieron en los mares paleozoicos, se presentan en rocas andinas y en otras equivalentes de China, Escandinavia o Australia. Son excelentes fósiles guías porque se encuentran ampliamente distribuidos en los océanos de aquella época y su corto rango de vida los hace muy específicos a la hora de interpretar la edad de las rocas que los contienen.

El ciclo irrefrenable

En el tiempo profundo hubo grandes extinciones como la que aconteció a fines del Precámbrico con la fauna de Ediacara, o la del límite Paleozoico / Mesozoico (permotriásica) con la desaparición de más de 80% de las especies vivientes, o la del límite Mesozoico / Cenozoico (K/T o K/Pg) que borró de la faz de la Tierra a los dinosaurios y otros reptiles voladores y marinos que con ellos convivían.

El Eón Fanerozoico, que comenzó hace 541 millones de años, ha sido testigo de otras decenas de extinciones de mayor o menor grado, pero que en todos los casos definen límites de tiempos geológicos. América del Sur, en los últimos dos millones de años, en lo que se conoce como el tiempo Cuaternario, ha sufrido al menos cuatro importantes extinciones. Una de ellas está ocurriendo hoy.

Las extinciones de vida, masivas o no, son un delicado proceso que acontece por un sinnúmero de causas aleatorias. Ejemplo de ello son la elevación de una cadena montañosa que con su crecimiento separa regiones geográficas cambiando el patrón de circulación de los vientos y dejando zonas secas donde antes florecían selvas y viceversa; el ascenso del nivel del mar que cubre extensas regiones continentales con un manto de agua salada o por el contrario, su descenso, que deja amplias plataformas marinas a la intemperie; el avance de los hielos desde los polos hasta regiones de fértiles praderas como pasó en las últimas glaciaciones donde los hielos llegaron hasta la mitad de los Estados Unidos; las conexiones de continentes con distinta flora y fauna en razón de la permanente deriva continental; la dinámica de la corteza, manto y núcleo a través de las plumas y las placas; la apertura y unión de océanos o mares con distintas temperaturas y salinidades; la caída de objetos cósmicos de gran tamaño tal cual ocurrió sucesivas veces en el pasado; la colisión continental que elimina plataformas marinas pletóricas de vida de esos continentes al chocar unos con otros tal como ocurrió con la India y Asia; la explosión de supernovas, y una lista aún más larga de fenómenos propios de la dinámica endógena y exógena de nuestro planeta inmerso y contenido dentro del sistema solar y del disco galáctico de la Vía Láctea.

Experiencias cercanas

De lo expuesto se tienen numerosos ejemplos en el largo registro geológico, post Hádico, que abarca 4000 millones de años de vida del planeta. Así, el desmembramiento de los últimos cuatro supercontinentes, el último de los cuales fue Pangea; la elevación de las grandes cordilleras en el Cenozoico como el Himalaya y Los Andes; las transgresiones y regresiones marinas, o las caídas periódicas de asteroides y cometas han llevado a extinciones masivas de la vida como ocurrió con la catástrofe del límite Pérmico-Triásico o la del Cretácico-Paleógeno, entre las más considerables.

En la América toda, y más precisamente en América del Sur, se tienen registros de extinciones que abarcan muchos momentos del tiempo geológico. Sin embargo las que interesan, por más cercanas, son aquellas que han ocurrido en el último par de millones de años, dentro del tiempo que se conoce como Cuaternario.

La primera de ellas aconteció entre tres y dos millones de años atrás cuando una porción de América Central se transformó en tierra firme. Hasta entonces ambas Américas habían estado separadas, mediando entre ellas un brazo marino conocido como canal de Bolívar.

Dicho evento daría lugar a un enorme intercambio faunístico, donde las especies del sur migraron hacia el norte y viceversa. América del Sur se había mantenido como un continente aislado y había desarrollado una amplia gama de mamíferos herbívoros mayormente del grupo de los edentados (gliptodontes, megaterios, perezosos, etcétera). Es lo que el famoso paleontólogo norteamericano George Gaylord Simpson definió como el "Espléndido Aislamiento".

Mientras tanto América del Norte, conectada con Asia, tenía su propia fauna de mastodontes, camélidos, osos, felinos, ciervos y otros grupos tanto herbívoros como carnívoros. Después del encuentro los sucesos fueron fatales en ambos lados ya que el nuevo equilibrio llevó a la extinción de un gran número de familias.

Hoy el armadillo, un animalito de origen sudamericano, es el símbolo de Texas; mientras que las vicuñas y guanacos, inmigrantes norteamericanos, son el símbolo conspicuo de la región andina.

De todas maneras, el intercambio fue puramente natural entre faunas que buscaron su equilibrio y el disparador fue la circunstancial unión entre las Américas al volverse tierra firme un sector que hasta entonces era un brazo de mar.

La llegada del hombre

La segunda extinción tiene que ver con la llegada del hombre. Todavía no hay un acuerdo acerca de cuantas oleadas inmigratorias se produjeron, ni en qué tiempos, ni cuáles fueron las principales vías de arribo.

Lo cierto es que hace unos 12.000 años el hombre ingresó desde Asia vía Bering, recorrió Norteamérica, cruzó el puente panameño, atravesó América del Sur y llegó hasta la punta más austral del continente en la Tierra del Fuego. El estrecho de Drake fue un obstáculo insalvable para alcanzar la Antártida.
El impacto sobre la fauna fue fatal. En América del Sur, al menos 45 géneros, un 37% de la fauna de mamíferos, se extinguieron con la llegada del hombre, entre ellos los mastodontes, gliptodontes, toxodontes, perezosos gigantes y hasta los predadores de estos grandes mamíferos como el famoso Smilodon o tigre diente de sable.
 Ameghino encontró suficientes pruebas como puntas de proyectiles pétreos atravesando huesos de los gigantes prehistóricos o grandes caparazones de gliptodontes que habían servido de refugio humano.
La tercera extinción está relacionada con la fortuita llegada de Colón en 1492 y la de los europeos que lo siguieron. Colón viajaba hacia la India en busca de especias y tropezó con América. No hay consenso sobre cuál era la población americana al momento de la llegada de los españoles. Las cifras fluctúan entre 15 y 120 millones de habitantes. Lo cierto es que este contacto de dos mundos, diezmó las poblaciones por las enfermedades exógenas, las guerras de conquista, los regímenes laborales, entre otros asuntos.
La cuarta extinción ocurre hoy como consecuencia del avance del hombre sobre el medio ambiente y la destrucción consciente o inconsciente de la biodiversidad. Así, salvo la primera extinción relacionada con el intercambio y equilibrio de las faunas por medios naturales, las demás han tenido como protagonista al hombre. Estas ocurrieron en el más reciente periodo geológico al que se ha dado en llamar Antropoceno.
Lo que nadie puede predecir es cuáles serán las características de la quinta extinción y contra esto no valen profecías ni historias apocalípticas. No hay que olvidarse de los dinosaurios que estaban muy tranquilos, adaptados y cómodos en sus ambientes ecológicos, cuando les llegó un imprevisto visitante del cosmos y los aniquiló.
Visto que ellos desaparecieron, los mamíferos evolucionaron y nosotros estamos ahora aquí, ocupando su mismo espacio pero en un tiempo diferente. La pregunta es ¿qué o quién ocupará nuestro espacio en otro segmento futuro de la inexorable flecha del tiempo?
 

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