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Tras el ataque al ARA Gral. Belgrano, salteños cuentan cómo sobrevivieron en balsas

Cuatro excombatientes y familiares de las víctimas conmemoraron el 37 aniversario del hundimiento del crucero General Belgrano.
Viernes, 03 de mayo de 2019 02:45

Bajo los rayos tenues del sol quijaneño, sobrevivientes y familiares de las víctimas del hundimiento del crucero ARA General Belgrano expresaron sus emociones y recuerdos al cumplirse el 37 aniversario del ataque británico durante la guerra de Malvinas, en el que fallecieron 323 tripulantes el 2 de mayo de 1982. La ceremonia de homenaje se llevó a cabo en el cenotafio que recuerda a los salteños caídos en Malvinas, en Campo Quijano, ayer por la mañana.

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Bajo los rayos tenues del sol quijaneño, sobrevivientes y familiares de las víctimas del hundimiento del crucero ARA General Belgrano expresaron sus emociones y recuerdos al cumplirse el 37 aniversario del ataque británico durante la guerra de Malvinas, en el que fallecieron 323 tripulantes el 2 de mayo de 1982. La ceremonia de homenaje se llevó a cabo en el cenotafio que recuerda a los salteños caídos en Malvinas, en Campo Quijano, ayer por la mañana.

Luis Alberto Cruz, uno de los sobrevivientes, contó que guarda gratos recuerdos de sus compañeros caídos en el hecho. "Arrancamos juntos, nos presentamos en el cuartel y de ahí nos llevaron a Puerto Belgrano. Hicimos la instrucción y era todo divertido. La pasamos bien. Luego fuimos derivados al crucero", relató el hombre, salteño.

Agregó que también recuerda el momento del ataque y hundimiento. "Siempre se me viene a la mente ese día cuando nos torpedearon, el impacto, cómo se llenaba todo de humo, no se veía nada, los compañeros gritando desesperados. Todos queríamos escapar, salir arriba y no se podía porque estábamos amontonados", sostuvo.

En determinado momento el marino pudo subir hacia la cubierta del crucero. Otros habían logrado abrir la puerta. Sentía que el humo lo asfixiaba. Una vez que estuvo arriba vio el barco escorado. "Cada uno tenía asignada una balsa de abandono y ya estábamos instruidos para ir hacia ellas. Cuando nos dieron la orden de abandono, intentamos subir. Para peor había tormenta y las balsas iban y venían", expresó.

Cruz dijo que cuando vio venir una balsa que se levantó hasta cierta altura, saltó decidido hacia dentro y desde ahí permaneció a la deriva en el mar gélido, hasta que lo rescataron. Hoy vive en Buenos Aires y está por finalizar los trámites para su jubilación.

En marzo pasado el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Claudio Avruj, anunció que este año se hará al menos un viaje con familiares de los marinos fallecidos en el ARA General Belgrano a la zona del hundimiento.

Al respecto, Cruz opinó que "siempre pensé que sería buenísimo que los familiares, hijos, vayan a conocer el lugar. A mí me encantaría volver. Cumpliría un sueño, algo pendiente que tengo. Sería lindo que se haga realidad".

Muy distinta fue la situación de Eduardo Roldán, otro sobreviviente, quien reside en La Silleta. Era encargado de personal de máquinas del crucero. El impacto lo sorprendió mientras descansaba en un dormitorio, tras una larga guardia. "Yo no había cerrado las puertas. Apenas escuché el estallido les dije a mis compañeros que salgamos. El humo era negro. Se cayeron las tulipas al piso. Pude salir, pero otro compañero no. En los otros dormitorios también quedaron compañeros atrapados. Ellos habían entrado a la Marina conmigo. Quedaron a los gritos. Varios se suicidaron. Yo escuchaba los tiros", se lamentó.

Lo primero que hizo fue buscar ropa y mantas. "Las llevé en los brazos y salí por un tambucho muy estrecho. Fue incómodo pero logré darle la ropa a los que estaban arriba. Me acerque a babor del buque, salté en una balsa y ahí estuvimos todo el domingo", recordó.

El grupo de sobrevivientes amadrinó unas 30 balsas. Al día siguiente se despertaron. "Salimos afuera para ver. Las balsas son cerradas, como un hornito. Estábamos solos. Era lunes y el martes después del mediodía nos rescató el Bahía Paraíso", manifestó.

Los sobrevivientes no tenían movilidad en el cuerpo por el frío que helaba hasta los huesos. Roldán tiene una discapacidad y varias afecciones.

"Después de que me rescataron yo no podía ver televisión porque si miraba imágenes de guerra, lloraba. Tenía 84 compañeros y murieron 42. Eso me trajo muchas secuelas. Estuve mal durante 10 años y me fui recuperando de a poco. Ahora, gracias a Dios, estoy tranquilo. Puedo reunirme con los veteranos, aunque cuando la gente me abraza y me dice "gracias", empiezo a llorar. A mí me invitaron al lugar del hundimiento pero no quiero ir. Me pondría muy mal. Una vez me emocioné mucho en el barrio Solidaridad porque ahí está la escuela con el nombre ARA General Belgrano", finalizó el hombre, padre de tres hijos.

Jorge Pastrana, otro de los sobrevivientes del crucero, quien también vive en La Silleta, relató que siempre recuerda los rostros de sus jóvenes compañeros. Asegura que pudo sobrevivir gracias a Dios y a los adiestramientos que tuvieron a bordo y que incluían técnicas de abandono y combate.

"Ese día yo estaba cumpliendo mi guardia operativa en Radio 1. Sentimos un primer impacto, una sacudón al buque y no sabíamos si era un torpedo o un cañonazo de otro buque hasta que supimos que nos tocó un torpedo. Seguidamente vino el segundo impacto que arrancó la proa del buque", rememoró.

El marino también saltó a una balsa junto con siete compañeros. "Nos ayudábamos dandonos masajes, calor, para no enfriarnos y así superar la alta tempestad. Teníamos que soportar el agua helada", recalcó.

Pastrana considera positivo que el Gobierno nacional realice un viaje con familiares al lugar del hundimiento, pero su anhelo más grande es que se reúna a todos los veteranos de Malvinas desde La Quiaca a Ushuaia. "Me encantaría que todos desfilemos para el 9 de Julio. Sería el orgullo más grande para mí. Ojalá algún día un gobierno lo haga", culminó.

 

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