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Demasiado precaria la conexión de agua para los wichis en San Miguel

Daniel Pereira y Débora Olivera volvieron de concretar una nueva cruzada solidaria y trajeron las postales de la indiferencia. Las mangueras enrolladas en el suelo hace un año ya no servían, y no habilitaron ni un grifo.
Domingo, 02 de junio de 2019 00:08

Daniel Pereira y su esposa Débora Olivera cumplieron con la quinta cruzada solidaria que llevó la ayuda de muchos salteños a los wichis de la comunidad San Miguel, a 20 kilómetros de Santa Victoria Este, desde donde trajeron nuevas postales del olvido. Porque los años pasan y el futuro no llega a las comunidades indígenas y criollas del Chaco salteño, acostumbradas a la indigencia y a la caridad, a vivir sin luz y sin otra agua que la del río, el mismo cauce poderoso que los alimenta y los inunda sin piedad.

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Daniel Pereira y su esposa Débora Olivera cumplieron con la quinta cruzada solidaria que llevó la ayuda de muchos salteños a los wichis de la comunidad San Miguel, a 20 kilómetros de Santa Victoria Este, desde donde trajeron nuevas postales del olvido. Porque los años pasan y el futuro no llega a las comunidades indígenas y criollas del Chaco salteño, acostumbradas a la indigencia y a la caridad, a vivir sin luz y sin otra agua que la del río, el mismo cauce poderoso que los alimenta y los inunda sin piedad.

Cuando se publicó en este medio la colecta para estos wichis del Chaco salteño, se aclaró que la necesidad más imperiosa que tenían era de una conexión de agua potable para lo cual las mangueras y los tanques yacían en el suelo arenoso hace un año ya, arruinándose, sin que se hiciera la obra. Entonces las autoridades de Desarrollo Social de la provincia aseguraron que esas obras en la comunidad de San Miguel estaban previstas y que se concretarían en mayo, aunque el verdadero responsable de gestionar y ejecutarla, el intendente de Santa Victoria Este, Moisés Balderrama, siempre brilló por su despiadada indiferencia. Incluso, desde el Ministerio de Asuntos Indígenas aseguraron en aquella oportunidad que gestionarían la obra con Aguas del Norte y que la ministra Edith Cruz se comprometía a hacer perforar un pozo de agua exclusivamente para esta comunidad wichi de unas 250 personas, dirigidas por tres caciques. La noticia que trajeron Daniel y Débora desde San Miguel después de visitar el paraje por varios días a fines de mayo, es que la conexión que hicieron se configura entre las obras más precarias que se puedan describir. Una obra para ciudadanos de quinta, para esos que se considera que no merecen más, que no extrañarán lo que no conocen. Las mangueras enrolladas, resecas y podridas ya no sirvieron para las conexiones y de los tres tanques solo llenaron uno. No conectaron ni un grifo para que a los vecinos de San Miguel les fuera más amigable el llenado de baldes y ollas. El agua corriente, esa que sale por la canilla en la casa de los salteños citadinos, sigue siendo un sueño inalcanzable para las comunidades wichis del Chaco salteño.

"Es penoso, el cacique me dijo que las mangueras que están ahí tiradas hace mucho tiempo estaban en malas condiciones así que no las pudieron usar y les faltó material para hacer las conexiones más cerca del caserío. No han puesto ni un grifo al alcance de la gente; han llenado un tanque y nada más. Una obra atada con alambre, como se dice. Solo está éste tanque que se ve en la foto con agua pero no tiene una bomba ni un tanque arriba para que tenga presión", detalló Daniel Pereira.

"Mi esposa y yo sentimos un compromiso enorme con los wichis de San Miguel, por eso vamos cada tanto llevando lo que nos piden y lo que vemos que necesitan, pero no progresan nunca, siempre están igual o peor. Nos da impotencia ser tan limitados para ayudarlos. Es muy triste, los chicos crecen sin oportunidades, es como un mundo aparte, sin horizontes", se lamentó.

Pereira es periodista de radio y es el mismo que le sacó la foto al abanderado wichi descalzo que recorrió el país en mayo de 2017. Era el acto por el Día de la Patria en la escuela N§ 4.507, del paraje San Miguel. A nadie que conozca esas tolderías le sorprendería que entre los wichis, los chicos y los grandes caminen descalzos. Sin embargo, Daniel puso el foco en los pies del abanderado para difundirla y crear conciencia de la dolorosa asimetría que plantea la pobreza en nuestra región chaqueña.

Volvieron recientemente a San Miguel con un camión cargado de bendiciones para estos hermanos, compartieron con ellos su filantropía y masticaron con ellos el dolor por la indiferencia incesante.

Débora y Daniel llevaron hasta el impenetrable el amor de cada anónimo donante para estos hermanos que agradecieron todo, cada cosa, con silenciosa alegría. "Yo quiero agradecer a cada uno de los que trajeron algo para los wichis de San Miguel, y agradecer a Dios por permitirnos hacer esta cruzada en familia", dijo Daniel.

Y ya preparan el próximo viaje, porque la solidaridad parece inyectar del embrujo de una necesidad: la de volver siempre a ayudar, la de transitar codo a codo la miseria, la de fundirse en repetidos abrazos con los que de verdad nos necesitan.

 

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