Estoica Quinteros se llamaba la primera persona que entre los años 1936 y 1937 comenzó a atender una de las instituciones que perduran en el tiempo y que esta semana estuvo de celebración: la biblioteca Juan Bautista Alberdi.
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Estoica Quinteros se llamaba la primera persona que entre los años 1936 y 1937 comenzó a atender una de las instituciones que perduran en el tiempo y que esta semana estuvo de celebración: la biblioteca Juan Bautista Alberdi.
En el mes de Tartagal, a las festividades por un aniversario más de la ciudad y las diversas actividades que se realizan en junio, se sumó una sencilla celebración en el edificio donde funciona la biblioteca que diariamente recibe a cientos de chicos, en especial de escasos recursos que no cuentan con los medios para adquirir los libros que su formación les requiere, por lo que silenciosamente cumple desde hace 83 años un rol fundamental.
Marta Chalap, una docente jubilada está hace varios años al frente de esta institución que trabaja en forma “coordinada y silenciosa con el hospital Juan Domingo Perón y con otras entidades locales. En lo que va del presente año compramos alrededor de 50 nuevos libros luego de hacer una diagnosis de las necesidades que tienen los estudiantes de la universidad, del nivel secundario y primario y atentos al pedido hemos adquirido libros que son valiosísimos para las carreras de enfermería universitaria, el profesorado en letras y para los secundarios la Constitución Argentina, el Martín Fierro y tantos otros, como de nuevos autores que ya están en exposición y listos para ser utilizados por los estudiantes”.
La docente explicó que la biblioteca Juan Bautista Alberdi cuenta “con toda clase de libros incluidas las últimas ediciones desde séptimo a primer grado, cuentos, novelas, ensayos; contamos con libros históricos, de ciencias, química, matemática y todos lo que los docentes y alumnos necesiten”.
La fachada de la biblioteca Juan Bautista Alberdi.
El lugar de los libros
Una de las primeras referencias históricas que se tienen de la biblioteca Juan Bautista Alberdi la escribió un antiguo poblador a pedido de la historiadora ya fallecida doña Ana Reyes de Heredia. Don Ramón Ricardo Miranda -hijo de Demetrio Miranda- había llegado con sus padres a Tartagal en 1926 desde la localidad de Urundel y como tantas familias de la época los Miranda se volcaron a la actividad maderera, auge en la zona en aquellos tiempos. Residiendo en Buenos Aires y a pedido de la señora Reyes de Heredia escribió los recuerdos de su niñez entre los que se contaban aquellos primeros años de la biblioteca Alberdi. “Era el lugar social de los adolescentes de la época que tenían preferencia por los libros en lugar de las revistas de la época como Pif-Paf, Tit-Bits, Gorrión y otras”, refería Miranda .
Como todo lo creado en aquella época, fue iniciativa de los primeros pobladores que entendieron que una biblioteca -en tiempos en que hacía pocos años se contaba con la primera escuela primaria- era fundamental para la formación de las nuevas generaciones. Actualmente y a pesar de los adelantos tecnológicos a los que la biblioteca también se adaptó, sigue estando tan vigente como en sus primeros años lo que demuestra que los primeros pobladores de Tartagal (que en junio celebra 95 años de fundación institucional) eran verdaderos visionarios.