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Para el acuerdo con Europa habrá que hacer los deberes

Lunes, 15 de julio de 2019 03:03

"La política exterior nunca gana elecciones". Esta certeza, generalizada en el ambiente académico, merece un análisis matizado, aunque nunca definitivo. En una conferencia del centro Segundo Centenario, en Buenos Aires, el analista Jorge Raventos recordaba una frase de Juan Domingo Perón, acerca de que la política que mira solo dentro de las fronteras nacionales es "provinciana".

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"La política exterior nunca gana elecciones". Esta certeza, generalizada en el ambiente académico, merece un análisis matizado, aunque nunca definitivo. En una conferencia del centro Segundo Centenario, en Buenos Aires, el analista Jorge Raventos recordaba una frase de Juan Domingo Perón, acerca de que la política que mira solo dentro de las fronteras nacionales es "provinciana".

Quienes se esfuerzan en mantener el "status quo" de un país, para evitar los riesgos de afuera, lo que logran generalmente es que ese país "pierda el tren" y entre en decadencia. Cuesta entender qué se quiere conservar: la realidad social del nuestro no es ninguna maravilla.

Miedo al futuro

El anuncio del Tratado de Libre Comercio entre el Mercosur y la Comunidad Europea es un verdadero termómetro del desconcierto de nuestra política frente al mundo actual. ¿Conviene o no conviene?

La reacción inmediata del kirchnerismo fue insólita: el rechazo automático pareció tan visceral que pasaron por alto que, en "la década ganada" se trabajó por lograr ese acuerdo. El Gobierno nacional lo mostró, en cambio, como un triunfo propio. Que no lo es ni puede serlo.

El reconocido analista Jorge Castro sostiene que se trata de un acontecimiento histórico ya que se pone en marcha un proceso de 15 años para que los cuatro países del Mercosur se integren con un mercado de 800 millones de personas, liderado por Alemania, con un ingreso per capita de 55.000 dólares anuales. El de nuestro país es 15.000 dólares, y el de Salta, la mitad.

Es evidente que una integración comercial que elimine las barreras proteccionistas debe producir cambios drásticos, y esos cambios, si no se los maneja dentro de un programa de desarrollo, pueden ser desastrosos.

A nivel local, la pregunta formulada por El Tribuno sobre qué gana y qué pierde nuestra provincia con el tratado no obtuvo respuestas de la política. Para el sector productivo, los temores no son irracionales: la economía argentina tiene problemas añejos que necesita resolver a marchas forzadas. No quieren saltos al vacío.

La cultura del trabajo

Para los sindicatos, en boca del constructor Gerardo Martínez, el riesgo es "perder la cultura del trabajo". El problema más grande de la Argentina y de Salta es, justamente, la incapacidad de generación de empleos genuinos. La "cultura del trabajo", desde ya, viene barranca abajo desde el Rodrigazo de 1975. Desde entonces, la pobreza creció del 5% al 32%. El desempleo, el empleo en negro y el trabajo precario hicieron de la economía nacional, economía de subsistencia. Hay millones de personas que viven en hogares con tres generaciones de desocupados. Es decir, la responsabilidad es de varios presidentes, no de uno. Entre 2011 y 2015, el empleo público a nivel nacional se incrementó en 600 mil puestos, para evitar el desempleo masivo. El reemplazo del empleo por el asistencialismo es un callejón sin salida. En paralelo, el gasto público creció del 25 al 44% del total del PBI. Las fórmulas usadas hasta ahora no funcionan. Es mejor mirar un poco hacia afuera.

Aunque no se conoce la "letra chica" del acuerdo, todo indica que la idea es aumentar la competitividad de la producción global, introducir tecnología y exportar valor agregado. Los productores, por ahora, perciben que solo se habla de fomentar la exportación de materias primas.

Para incrementar la competitividad y avanzar hacia la industrialización, el primer paso es resolver la formidable carga impositiva. Con retenciones a las exportaciones y duplicaciones de impuestos, como ocurre hoy, la integración es inviable. Y para alentar el comercio exterior hay que depurar la burocracia aduanera.

La fobia al ajuste

El temor al "ajuste" es razonable, aunque las políticas "antiajuste" todas terminaron en aumento de la pobreza.

El pánico frente al futuro paraliza. Sin embargo, la Argentina tiene capacidad real para producir alimentos para 400 millones de personas; y capacidad potencial para duplicar esa cifra. Producir alimentos es generar valor agregado, aumentar la demanda de empleo, multiplicar las actividades complementarias y generar nuevas fuentes de trabajo.

¿Por qué no se ha logrado hasta ahora? Porque en cinco décadas no ha habido un solo gobierno capaz de generar políticas de Estado. Como no las hubo para profundizar en la generación de tecnologías competitivas y aplicables a la economía. Evo Morales, probablemente el único revolucionario de todos los bolivarianos, manifestó su deseo de incorporarse definitivamente al Mercosur para no perder la posibilidad de aprovechar el Tratado y, sobre todo, de participar en las negociaciones. En el mundo se multiplican los planes para ampliar la integración. Chile es un ejemplo positivo al respecto. Y México, con un presidente "antiliberal" y "anti mercado", como Andrés López Obrador, acaba de renovar el tratado con el EEUU de Trump y con Canadá.

En nuestra provincia, ningún candidato se ha tomado el trabajo de decir qué va a hacer concretamente, con plazos y objetivos, para generar actividad genuina. Con acuerdo con Europa o sin él. Jorge Castro, en la misma conferencia, dio una clave: "Hacen falta liderazgos. Es decir, gente que fije metas". En el mundo, en la Argentina y en Salta, se puede agregar.

 

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