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El neofeminismo busca ubicar a las axilas con vello como símbolo de empoderamiento

Irene Montero no es la primera en mostrar la axila poblada como símbolo de empoderamiento de la mujer. El nuevo feminismo pide a la moda que incluya vello como ya lo ha hecho con las «curvies».
Sabado, 27 de julio de 2019 09:45

ESPAÑA. “Viva el pelo”. Así tituló Julio Romero de Torres su óleo y temple sobre lienzo en el que acapara toda la atención el peinado de Josefa Suárez, un moño bajo sujeto por un peinecito rojo. 
¡Qué viva el pelo! ¿Pero dónde? En la cabeza de la mujer, siempre, por supuesto. Cuanto más largo y frondoso, más alabado. En la barba de los hombres, salvo en la pasada moda del metrosexual, también. 
Todo vuelve. En la axila de la mujer.... no, nunca. Hasta ahora. Desde hace unos años, en el contexto de la cuarta ola del feminismo, mostrarla con vello se ha convertido en un símbolo de empoderamiento femenino. 
La primera en levantar el veto fue Julia Roberts. En 1999 la «novia de América» sembró la polémica en la gala de los Oscar saludando brazo en alto y axila repleta de pelo. Pero su valentía resultó ser un «fail». Lo confirmó hace poco. Le habían convertido en icono feminista por aparecer en la alfombra roja sin depilar y resulta que se trató de un simple descuido, error de cálculo. Posteriormente, otras «celebrities» del nivel de Madonna o Penélope Cruz, han reivindicado sus sobacos peludos y otras como Miley Cyrus se han sumado a iniciativas como «Free your pits» (libera tus axilas) que anima a decolorar el vello de la zona para darle más visibilidad y desafiar, así, los cánones estéticos.

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ESPAÑA. “Viva el pelo”. Así tituló Julio Romero de Torres su óleo y temple sobre lienzo en el que acapara toda la atención el peinado de Josefa Suárez, un moño bajo sujeto por un peinecito rojo. 
¡Qué viva el pelo! ¿Pero dónde? En la cabeza de la mujer, siempre, por supuesto. Cuanto más largo y frondoso, más alabado. En la barba de los hombres, salvo en la pasada moda del metrosexual, también. 
Todo vuelve. En la axila de la mujer.... no, nunca. Hasta ahora. Desde hace unos años, en el contexto de la cuarta ola del feminismo, mostrarla con vello se ha convertido en un símbolo de empoderamiento femenino. 
La primera en levantar el veto fue Julia Roberts. En 1999 la «novia de América» sembró la polémica en la gala de los Oscar saludando brazo en alto y axila repleta de pelo. Pero su valentía resultó ser un «fail». Lo confirmó hace poco. Le habían convertido en icono feminista por aparecer en la alfombra roja sin depilar y resulta que se trató de un simple descuido, error de cálculo. Posteriormente, otras «celebrities» del nivel de Madonna o Penélope Cruz, han reivindicado sus sobacos peludos y otras como Miley Cyrus se han sumado a iniciativas como «Free your pits» (libera tus axilas) que anima a decolorar el vello de la zona para darle más visibilidad y desafiar, así, los cánones estéticos.

Gigi Hadid. En una apuesta por el «marketing de provocación» apareció en una revista con las axilas sin depilar para generar polémica y un debate al respecto.

Pero todas estas «performances» no significan que seamos todo los modernos, ni todo lo feministas que nos hacen creer, por mucho que el 8-M sea éxito de masas. 

La axila de una mujer sin depilar aun hoy sigue escandalizando. Se ha vuelto a comprobar esta semana con una imagen en España de la portavoz de Unidas Podemos, Irene Montero, en la que con manga corta y puño en alto dejaba al descubierto el vello. 

No ha trascendido si fue un acto reivindicativo, si Montero nunca se depila, o si, como en el caso de Julia Roberts, se trató de un descuido. Sea como fuere, un concejal del PP en Barajas de Melo (Cuenca) debió sentirse tan ofendido por tal osadía que no pudo reprimirse a expresarlo vía tuit: «Espero que si esta tipa es vicepresidenta del Gobierno de España se afeite los pelos del sobaco cuando nos represente». 
La maquinaria de Twitter enseguida se encendió y volvió aquel tema que ya se había discutido en 1999 de nuevo al centro del debate. ¿Hubiera reaccionado el concejal de la misma forma si el sobaco en cuestión fuera, por ejemplo, el de Pablo Iglesias? «Los hombres se censuran de igual a igual, mientras que una mujer no criticaría nunca la axila de un político sin depilar», argumenta Laura Freixas, escritora catalana y autora de «A mí no me iba a pasar» en la que narra su trayectoria vital desde una perspectiva de género. Para Freixas el tema de la depilación femenina «es un ejemplo más de cómo la sociedad patriarcal invade el espacio de la mujer y considera que todos pueden opinar de sus cuerpos como si fueran propiedad pública». 

«Depilar la axila es otro modo más de presión social al que nos vemos sometidas, la misma que también castiga a las que no quieren ser madres, por ejemplo». 

Pero no solo hay que poner el foco en los hombres, alerta la escritora, pues también ellas participan en esta «censura social, por ejemplo a través de revistas que se dedican a examinar las celulitis de las famosas». «Lo hacen para salvarse ellas mismas y rehuir de la posición de víctimas y subordinadas; también porque les da rabia que otras, apareciendo con vello, logren eludir esa servidumbre que supone moldear los cuerpos».

Ejemplo de esa mujer empoderada, que no tiene miedo a romper los cánones estéticos impuestos, es Amaia, la ganadora de OT. Ella está «orgullosa de mis pelos», los muestra sin pudor, en su Instagram, en la gala de los Goya y en los «shooting» de las revistas. Pero a la sociedad le sigue sorprendiendo. Hay más titulares dedicados a sus vello que a su carrera musical.

Julia Roberts fue de las primeras en sembrar la polémica al aparecer en los Oscar de 1999 sin depilar. Años después dijo que fue un descuido.

Fuente: La Razón - España

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