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Educación y empleo en la tormenta digital

Sabado, 24 de agosto de 2019 00:49

Estamos en tiempos electorales y el crecimiento de la economía para impulsar el empleo siempre vuelve a ser uno de los temas que más preocupan y que deberían estar en la agenda de todos los candidatos. Las transformaciones importantes que las nuevas tecnologías están dando a los puestos de trabajo actuales exigen perfiles 4.0 pues la demanda de competencias tecnológicas está creciendo.

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Estamos en tiempos electorales y el crecimiento de la economía para impulsar el empleo siempre vuelve a ser uno de los temas que más preocupan y que deberían estar en la agenda de todos los candidatos. Las transformaciones importantes que las nuevas tecnologías están dando a los puestos de trabajo actuales exigen perfiles 4.0 pues la demanda de competencias tecnológicas está creciendo.

Hace un tiempo J. Rifkin, en su libro "El fin del trabajo", vaticinó las consecuencias que las innovaciones tecnológicas y las fuerzas del mercado traerían al mundo pronosticando que nos llevarían al borde de una realidad carente de trabajo para todos; ese pronóstico no se está cumpliendo, pero sí la transformación histórica producto de la automatización y la era de la información, lo cual nos lleva a pensar que es difícil pensar en una política de crecimiento para la región que no esté acompañada de una política educativa que mejore la cualificación de los recursos humanos responsables de hacer posible el aumento productivo.

Nuestra provincia debería definir de qué manera impulsará la creación de nuevos puestos de trabajo teniendo en cuenta este contexto, donde los procesos productivos están incorporando mucha tecnología y trabajar en entornos digitales se está haciendo necesario para cualquier tipo de producción o actividad. Hoy no imaginamos a la actividad turística, por ejemplo, ajena al mundo de las plataformas para vender Salta, o al comercio negándose la posibilidad de aprovechar los beneficios del comercio electrónico y los pagos digitales para incrementar su actividad; los servicios bancarios están digitalizados cada vez más modificando, inclusive, el espacio y diseño del ambiente, el sector agropecuario con máquinas que incorporan cada vez más tecnología, etc.

Estas cuestiones no pueden estar ausentes en la agenda de las políticas públicas que se definan próximamente tanto a nivel local como nacional porque la cualificación de los recursos humanos son las que las hacen posible.

El escenario

Para tener un panorama claro del lugar en que nos encontramos en materia de empleo revisé algunos indicadores observando que la desaceleración del crecimiento económico que se viene registrando en Argentina en los últimos tiempos está teniendo consecuencias sobre el mercado laboral, y genera lógica preocupación en la sociedad.

Según datos del Indec, en el 2do trimestre del 2019 la desocupación fue del 9,9% en nuestro país y atendiendo al último reporte de trabajo en base al SIPA que elabora el Ministerio de Trabajo de la Nación en mayo de 2019 hubo 12.084.157 trabajadores registrados en Argentina; 217.100 menos que un año atrás (-1,8% en un año); el sector privado registró 184.100 trabajadores menos que en mayo de 2018 (-2,1%). Las causas pueden ser varias, pero es innegable que afectan al objetivo de desarrollo.

La situación en Salta

En el período 2016-2017 Salta experimentó una leve expansión en su nivel de empleo del 0,8%, aunque inferior al resto del país que fue de 1,2%.

El sector que más empleos generó fue la construcción, con 845 puestos adicionales, aunque en total la expansión del empleo significó 1.035 puestos más en la provincia. Otro sector activo en la generación de empleos fue el comercio, que creó 444 puestos nuevos; mientras en el país la variación fue de 1,2%, en Salta fue de casi 4 veces más. La industria también se mostró activa en este sentido, generando 296 puestos más.

Cabe destacar que de los 125.184 empleos privados registrados, la actividad que con más puestos de trabajo participa en nuestra provincia son los servicios (38%), que si le sumamos el comercio con el 18% totalizan un 56% de los puestos generados; luego la agricultura, ganadería y pesca con el 19%; industria con el 13%; construcción con el 10%; electricidad, gas y agua con el 2% y la minería y petróleo con el 1%. En cuanto a la evolución del empleo registrado en los sectores de especialización, el que muestra la mayor variación positiva es la explotación de minas y canteras con el 22,5%; los servicios de hotelería y restaurantes también fue levemente positivo: 2,7%.

En el 2018 y lo que va del 2019, por los vaivenes económicos, la cantidad de asalariados en el sector privado disminuyó registrándose a principios de 2019, 115.800 empleos registrados, es decir casi 10.000 empleados menos con la consecuente elevación de la tasa de desempleo en la provincia y con una alta tasa de empleo no registrado que se ubicó en el 46,5% en el 4to. trimestre de 2018.

En cuanto al empleo público en la provincia de Salta, el informe revela que también registró un considerable incremento pasando de 44.500 empleados en 2007 a alrededor de 92 mil trabajadores en 2017, considerando las tres jurisdicciones (municipal, provincial y nacional). Es decir que se produjo un incremento de 47.500 agentes públicos, dicho en otras palabras, se duplicó la planta en el período de 10 años. Esto representa el 3% del total del empleo público del país.

Considerando el empleo público provincial y municipal, se contabilizan 66 trabajadores estatales por cada 1.000 habitantes. Con este valor, la provincia se ubicaba, en el 2017, por debajo del promedio nacional (78 empleados públicos cada 1.000 habitantes).

Los NINI preocupan 

Cuando se trata el tema del desempleo, los jóvenes saben lo que les cuesta conseguir trabajo, y muchas veces se desaniman. En Salta, la población económicamente activa (PEI) asciende a 388.000 personas, pero cuando vemos la cifra de jóvenes salteños que no trabajan (158.000) encontramos que ellos constituyen el 41% de la PEI. De ese total los que estudian ascienden a 131.000 (83%) mientras que el resto no estudia ni trabaja. Son los NINI que en nuestra provincia ascienden a 27.000 jóvenes (17%) según estadísticas oficiales.

Entre los jóvenes de 18 a 24 años solo el 48% está ocupado y de todos ellos apenas el 16% tiene empleo registrado y el 33% está estudiando. Los jóvenes inactivos representan el 44,7% de la población de 18 a 24 años. De ellos, el 25,8% no estudia, y el 43,2% de los que no asiste a la escuela no ha terminado el nivel de estudios secundarios. Un 43,5% de estos jóvenes realiza tareas del hogar. La tasa de desocupación es elevada en el grupo de los jóvenes: 22,3%, mientras que la tasa de empleo no registrado es de 80,5%.

¿Dónde se están generando los puestos de trabajo? ¿Qué tipo de empleo aumentó más en Salta en los últimos años? ¿Cuáles son los sectores, dentro de la economía, que están generándolos? La estructura empresaria en nuestra provincia refleja el perfil de especialización productivo de la misma; las empresas agropecuarias y las extractivas son más importantes a nivel provincial que nacional. En términos relativos, las grandes firmas tienen una mayor importancia en el entramado productivo de la provincia (8,4%) que en el nacional (2%).

Este contexto hace necesario propiciar la creación de empleo productivo y promover el continuo desarrollo de las actividades económicas en nuestra provincia como impulsoras genuinas de empleo y producción, reubicando recursos en el lugar donde más valor pueda generar.

Seguramente el debate en torno a los modos de generar empleo, los determinantes del salario, las políticas públicas de atención al desempleo y la calificación laboral, seguirán siendo centrales en el análisis económico de los próximos meses.

Mientras tanto, el mercado laboral sigue evolucionando en el mundo y sufriendo cambios importantes y cada vez más rápidos en la demanda de ocupaciones y habilidades producto del cambio tecnológico imperante.

En nuestra provincia hay un marcado perfil agropecuario, por lo que se requieren más puestos en ese sector, pero no es menos cierto que los perfiles de esos y los otros puestos que generan la industria y el sector servicios van a ir requiriendo -cada vez más- perfiles relacionados con la economía digital, al mismo tiempo que aumenta la demanda y necesidad de contar con habilidades digitales avanzadas para cubrirlos.

La Exposición de la Rural en Buenos Aires mostró los avances en la maquinaria de campo, cada vez más automatizada.

Adaptarse a esto requiere un cambio de paradigma por parte de las personas, las empresas, el sector educativo y los gobiernos; de las personas, porque en un contexto de rápido cambio tecnológico las habilidades que se aprenden pierden vigencia rápidamente. La formación continua ya no es simplemente algo deseable, sino absolutamente imprescindible para seguir trabajando y siendo relevante.

En el caso de las empresas, una buena parte del talento que requieren hoy no se encuentra disponible en el mercado. Esto las obliga a desarrollar estrategias de formación mucho más proactivas que en el pasado, transformándose de consumidores de capital humano a productores directos de este.

Las necesidades de capacitación en habilidades blandas principalmente están siendo financiadas por las mismas empresas.

Revolución educativa

Los sistemas de formación también enfrentan este reto, ya que deben re- formularse para ayudar a las personas y a las firmas a desarrollar habilidades relevantes hoy y a futuro, aprovechando las oportunidades que brinda la tecnología.

Esto debería impulsar la actualización y creación de nuevos programas, contenidos y formas de aprendizaje que permitan a los niños y jóvenes adquirir una base sólida de conocimientos transversales para diferentes ocupaciones, tales como habilidades de comunicación, creatividad, trabajo en equipo, pensamiento crítico y aprender a aprender, lo que conocemos como habilidades del siglo XXI. A medida que el mundo siga evolucionando, estos programas permitirán que los adultos sigan adquiriendo competencias relevantes a lo largo de la vida, complementando formación con trabajo. Por último, las políticas gubernamentales deberán buscar nuevas maneras de originar y, en algunos casos, hasta finan ciar parte de estos cambios, de forma que sean inclusivos con todas las personas.

 

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