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¿Economía unitaria o federal?...

Domingo, 19 de enero de 2020 00:00

Unitarios y Federales. Los términos "unitarios" y "federales", implícitamente están asociados a la política y en muy pocos casos a la Economía, y la razón es que el planteo de unos y otros se basaba en una concepción diferente de la organización del país, centralizada los primeros y descentralizada los segundos, lo que no impidió que algunos "federales", como Juan Manuel Rosas, en los hechos llevaran a cabo una política fuertemente centralista.

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Unitarios y Federales. Los términos "unitarios" y "federales", implícitamente están asociados a la política y en muy pocos casos a la Economía, y la razón es que el planteo de unos y otros se basaba en una concepción diferente de la organización del país, centralizada los primeros y descentralizada los segundos, lo que no impidió que algunos "federales", como Juan Manuel Rosas, en los hechos llevaran a cabo una política fuertemente centralista.

Evidentemente, no hay ejemplos formales de "economías unitarias", excepto los pocos meses de la presidencia de Rivadavia, más ocupado en atender los problemas de la guerra con Brasil que en resolver o al menos encarar cuestiones económicas. Por otra parte, si bien las provincias se basaban en un esquema federal, justamente este esquema en ausencia de una forma centralizada de gobierno durante la anarquía, implicaba que no existía ninguna manifestación "nacional" de economía federal.

Por el contrario, el centralismo de Rosas, aunque supuestamente focalizado en la Provincia de Buenos Aires, en los hechos significaba un ahogo al resto de las provincias al impedirles comerciar con el resto del mundo, "prohibición" que no regía por supuesto para Buenos Aires que se benefició amplia y notoriamente del "perverso" comercio exterior, aunque sí existió una primera manifestación de organización económica a la vez nacional y federal bajo las presidencias de Urquiza y Derqui entre 1853 y 1861, las que no tuvieron sin embargo la adhesión de Buenos Aires, escindida de la Confederación hasta su reinserción después de la Batalla de Pavón, en 1861.

A fines del Siglo XIX

A partir de la Organización Nacional, la Argentina comenzó a vivir una realidad tanto política como económica de características federales, si bien muy alejada de las prácticas de los Estados Unidos, que era por entonces el ejemplo a seguir en cuanto a esta organización. En efecto, Mitre, al asumir su presidencia, se asombraba de que el presupuesto de la Provincia de Buenos Aires fuera superior al de toda la Confederación y comenzó a trazar un diseño de política de proyección nacional que incluía básicamente la infraestructura y la educación.

Las presidencias siguientes, por su parte, ratificaron ese rumbo con un fuerte impulso a la educación pública y un vigoroso crecimiento de la infraestructura evidenciada en la rápida y profunda extensión del ferrocarril y el telégrafo principalmente.

Al mismo tiempo, la producción agropecuaria comenzó a sumar progresivamente a otras provincias con proyección al mercado nacional como destino más importante, incorporándose el cultivo del algodón a fines del Siglo XIX en el entonces Territorio Nacional del Chaco, a la vez que otras producciones, como la vitivinícola en Mendoza -existente desde tiempos de la Colonia- tuvieron una importante expansión gracias justamente a la llegada del ferrocarril y, en general y paso a paso, otras provincias como Salta - que fue pionera en la producción de azúcar - gracias al ferrocarril añadió un moderno ingenio azucarero a principios del Siglo XX, y junto a Tucumán - que pasó a liderar la industria azucarera - y Jujuy conformaron el más importante polo productivo nacional del azúcar. Naturalmente, la preeminencia en la producción agropecuaria le correspondió a la zona pampeana por disponer de la mayor superficie apta tanto para los cereales, principalmente, como para la ganadería, productos que también constituyeron la vanguardia exportadora de la Argentina desde la Organización Nacional hasta la década de los cuarenta del Siglo XX.

Sin perjuicio de la base agropecuaria de la producción nacional, algunas actividades industriales comenzaron a gravitar en la economía argentina, asociadas por supuesto a la producción agropecuaria, como los propios ingenios azucareros o las bodegas vinícolas y, muy especialmente la industria frigorífica, a todo lo cual se le añadían actividades industriales complementarias como la vinculada al ferrocarril.

La economía unitaria

El golpe de estado de Junio de 1943 que catapultó luego a Perón en las elecciones de 1946, disponía de un enfoque de la economía en las antípodas del vigente desde la Organización Nacional hasta entonces que le había dado a la Argentina la oportunidad de crecer a elevadas tasas. Ese enfoque se apoyaba en la doctrina del "laissez-faire" que se basaba en el protagonismo del mercado y el papel secundario del estado en la organización y funcionamiento de la economía.

Como se ha destacado en otras notas, el sistema de economía de libre mercado que proponía el "laissez-faire" tenía un talón de Aquiles consistente en que, en ausencia de contramedidas, la economía se expandía en forma cíclica, con etapas de crecimiento a las que seguían otras de contracción de la economía, implicando esto último que caía la producción y por lo tanto el empleo, lo que provocaba naturalmente reacciones adversas de los trabajadores despedidos cuyas organizaciones obreras, de inspiración marxista muchas de ellas, veían en el enojo obrero una oportunidad para acabar con el sistema de economía de mercado; esto fue logrado en Rusia en su revolución de 1917 y, bajo otro signo político, el fascismo, con su irrupción en Italia y posteriormente en Alemania y otros países de la Europa continental, si bien en este caso el capitalismo fue controlado con una fuerte intervención estatal, pero no eliminado.

Por su parte, los golpistas de 1943 y el posterior gobierno de Perón, simpatizantes del fascismo, consideraban que la intervención del estado era la forma de resolver el mecanismo ondulante del ciclo económico, suponiendo que si se producía internamente lo que se importaba bienes de consumo, de capital e insumos importados - ya no se necesitaría exportar para poder pagar esas importaciones, a la vez que la nueva industria “nacional” proporcionaría el empleo que las menores exportaciones reducían. Haya sido o no la intención de la nueva política industrialista -que se alentó con elevados aranceles o directamente prohibiciones a los productos importados- lo cierto es que esa industria “nacional” se concentró en Buenos Aires y en menor medida en algunas provincias como Córdoba y Santa Fe, lo que motivó el despoblamiento de muchas provincias cuyos trabajadores emigraron a Buenos Aires en busca de empleo, conformándose los cinturones o cordones que constituían muchos de ellos “villas” pobrísimas, sin los servicios esenciales, carencia que se mantiene en gran medida hasta la fecha.

Campo versus industria

Esta política, liderada por Perón cuyo gobierno era de tipo caudillista y autoritario y por lo tanto necesariamente unitario, transformó la anterior economía agropecuaria que era profundamente federal al estar presente en toda la geografía nacional, en la economía “unitaria” que se mantiene hasta el presente, gracias al fuerte “lobby” que defiende a ultranza la “industria nacional” que al interior no le da empleo y mucho menos productos baratos ya que hay que pagar los elevados fletes que, destrucción del ferrocarril mediante, impone el transporte por camiones, controlado por un sindicato todopoderoso. Se impone, por lo tanto, un concienzudo debate nacional sobre el tipo de economía que la Argentina debe rediseñar, manteniendo sin duda industrias eficientes, como lo son la mayoría de las regionales, pero sometidas a la misma competencia interna e internacional que se le exige a la “economía federal”, o sea, la producción agropecuaria, cuyos estándares de calidad son la envidia de otras naciones pero que los argentinos, en cambio, despreciamos incomprensiblemente.

 

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