La actividad física mejora la calidad de vida y tiene numerosos beneficios para la salud en personas de toda edad. Sin embargo, se deben tener en cuenta algunas recomendaciones para evitar efectos no deseados por prácticas inadecuadas, sobre todo en época de altas temperaturas.
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La actividad física mejora la calidad de vida y tiene numerosos beneficios para la salud en personas de toda edad. Sin embargo, se deben tener en cuenta algunas recomendaciones para evitar efectos no deseados por prácticas inadecuadas, sobre todo en época de altas temperaturas.
Gustavo Rodríguez, médico del servicio de Cardiología del hospital Señor del Milagro, expresó que "las personas con un hábito deportivo regular tienen tolerancia a los ambientes calurosos, mientras que quienes no poseen constancia física pueden comprometer su salud, debido a que el verano es la estación menos recomendada para iniciar prácticas deportivas, por la implicancia del calor en el cuerpo".
En ese sentido, explicó que el organismo trabaja sin cesar para lograr una temperatura corporal constante y homogénea, a fin de que los distintos procesos corporales se desarrollen sin inconvenientes. Cuando la temperatura excede los 24´, el tiempo óptimo de entrenamiento físico no debe sobrepasar los 60 minutos.
El profesional recomienda hidratarse antes, durante y después de la ejercitación. Además, desalienta la realización de actividad deportiva no profesional entre las 11 y las 17, franja horaria en que la temperatura ambiente es más elevada. Sugiere usar vestimenta cómoda, de colores claros y con buena ventilación. Agrega que "no se debe usar fajas ni ningún elemento para aumentar la transpiración, ya que la persona se deshidrata".
La exposición al sol en momentos inadecuados y sin la debida protección puede ocasionar efectos negativos en la salud, como un golpe de calor o quemaduras en la piel. Se debe poner atención a los signos y síntomas y actuar con celeridad para evitar mayores consecuencias. Los síntomas se manifiestan a través de desorientación, confusión, mareos, inestabilidad al caminar, fatiga profunda, cefalea, alteración en la respiración, taquicardia e hipotensión, vómitos y diarreas, convulsiones y fiebre.