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El más humano de los dioses

Diego se transformó en ídolo popular por su origen humilde, su rebeldía y sus triunfos. La pasión que le puso al fútbol lo convirtió en símbolo argentino con sus aciertos y errores. 
Sabado, 28 de noviembre de 2020 20:17

Diego Armando Maradona es tan importante para los argentinos que en 2013, cuando Jorge Mario Bergoglio fue nombrado el papa Francisco, se hizo famosa la frase del astro: “El dios del fútbol es argentino, y ahora también el Papa”. 

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Diego Armando Maradona es tan importante para los argentinos que en 2013, cuando Jorge Mario Bergoglio fue nombrado el papa Francisco, se hizo famosa la frase del astro: “El dios del fútbol es argentino, y ahora también el Papa”. 

Uno de sus apodos es “D10S”, un número que inmortalizó en la selección de Argentina y que aún nadie ha podido llenar, levantando una Copa del Mundo de nuevo. En el debate sobre quién es el mejor en la historia del fútbol, Maradona gana en su país, pero para sus compatriotas “El Pelusa” no solo es el mejor futbolista, sino también el argentino por excelencia, con sus virtudes y bemoles.

Alberto Fernández decretó tres días de duelo nacional por el fallecimiento del exfutbolista. En el velatorio en la Casa Rosada, la sede presidencial, Fernández dijo que “Diego era Argentina en el mundo”. En honor de Maradona se han hecho más de 10 canciones que forman parte de la banda sonora de los argentinos y grandes escritores le dedicaron letras.

De la pasión a la religión

“Hoy se murió una parte mía... creo que hay mucha gente que cree lo mismo, que con la muerte de Diego una parte nuestra se fue”, dijo Juan Pablo Varsky, experimentado comentarista deportivo. 

Es el sentimiento de muchos argentinos que crecieron con sus goles y la Copa del Mundo México 1986, o que crecieron escuchando a sus padres hablando de los goles y del Mundial de 1986. 

Es fácil entender el porqué de esa afirmación: un joven Maradona, de origen humilde, debutó en primera división días antes de cumplir 16 años, fue ídolo en Boca Juniors entre 1981 y 1982, llevó a la gloria al Napoli y fue el artífice indiscutido del título de Argentina en la Copa del Mundo México 1986, con el mejor despliegue de su talento y de su polémica en un solo partido: el gol de la “mano de Dios” y el considerado mejor gol de los Mundiales en el siglo XX, según una encuesta en línea de la FIFA, en el encuentro de cuartos de final contra Inglaterra. Para muchos, fue el argentino más famoso de la década de 1980, el símbolo de un país.

“Maradona fue adorado no solo por sus prodigiosos malabarismos sino también porque era un dios sucio, el más humano de los dioses”. 

Esa pasión hace parte de la identidad argentina en un país donde el fútbol es crucial en la cultura nacional, pero que va a un nivel más profundo que el deporte. Es una religión.

El 30 de octubre de 1998 se fundó la Iglesia maradoniana en Rosario, una religión que adora a Maradona, sus hechos y sus palabras. Esta iglesia tiene 10 mandamientos (no podría ser otro número), entre los que se encuentran que la pelota no se mancha, hay que amar al fútbol sobre todas las cosas, difundir los milagros de Diego en todo el universo y llevar Diego como segundo nombre o ponérselo a tu hijo. En su sitio web, la Iglesia maradoniana dice tener “cientos de miles de fanáticos”.

Un dios humano

Pero Maradona no era cualquier dios. La fama lo llevó por caminos oscuros: dio positivo con efedrina entre otras sustancias prohibidas en un control antidopaje, en el Mundial de EEUU 1994 y fue expulsado de la competencia. Tras su retiro, las declaraciones e incidentes personales de Maradona llenaron titulares de prensa. El escritor uruguayo Eduardo Galeano lo explicó así en su libro Cerrado por fútbol: “Diego Armando Maradona fue adorado no solo por sus prodigiosos malabarismos sino también porque era un dios sucio, pecador, el más humano de los dioses. Cualquiera podía reconocer en él una síntesis ambulante de las debilidades humanas, o al menos masculinas: mujeriego, tragón, borrachín, tramposo, mentiroso, fanfarrón, irresponsable”.

El origen de Maradona hace parte de su carácter: era visto como un futbolista del pueblo. Por eso se vio a tanta gente pobre en la calle despidiéndolo. “Maradona nunca se olvidó de sus orígenes, siempre hablaba de donde había nacido; a pesar de haber rodeado de lujo, nunca se olvidó. Eso hace que Maradona sea un fenómeno popular”, dijo el sociólogo Pedro Brieger. 

Maradona, a pesar de ser una leyenda en vida, se expresaba como se expresaban sus miles de seguidores y compartía sus preocupaciones y defectos. “El tema de sentirse tan cercano a los más humildes de manera auténtica hace que los sectores humildes pudieran referenciarse en Maradona de manera auténtica y no de manera artificial. Y que le perdonaran absolutamente todo”, dijo Brieger, quien resaltó que por ser un irreverente, por pelearse con el poder, lo hacía más admirado por la gente del común.
    

 

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