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“Hoy se resignifican los espacios y se entiende la casa con un concepto más amplio”

Entrevista a Martín Bodas, arquitecto - Estudio de Arquitectura BMA.
Miércoles, 04 de noviembre de 2020 03:02

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La realidad que nos toca vivir este año, y probablemente por bastante tiempo como consecuencia de la pandemia de coronavirus, hizo aflorar una serie de interrogantes y también afirmaciones respecto de lo que se denominó la “nueva normalidad”. Y en ese concepto un punto fundamental tiene que ver con las viviendas, las urbanizaciones, las ciudades y su adaptación a posibles nuevos desafíos sanitarios, con especial énfasis en la calidad de vida basada en tres claves que no se pueden soslayar: sostenibilidad, proximidad y flexibilidad. 

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La realidad que nos toca vivir este año, y probablemente por bastante tiempo como consecuencia de la pandemia de coronavirus, hizo aflorar una serie de interrogantes y también afirmaciones respecto de lo que se denominó la “nueva normalidad”. Y en ese concepto un punto fundamental tiene que ver con las viviendas, las urbanizaciones, las ciudades y su adaptación a posibles nuevos desafíos sanitarios, con especial énfasis en la calidad de vida basada en tres claves que no se pueden soslayar: sostenibilidad, proximidad y flexibilidad. 

Esta amplísima gama de cambios que ya están entre nosotros tienen el análisis y la perspectiva de expertos destacados que aplican sus conocimientos no solo en la Argentina sino en otros países plenamente conscientes de la necesidad del cambio.

Es el caso de Martín Bodas, quien junto a Rodolfo Miani y Axel Anger dirige el estudio de arquitectura BMA, que comenzó en los 90 y es hoy uno de los mayores del país. El Tribuno mantuvo un extenso diálogo con Bodas para conocer la mirada del especialista en una temática que hoy nos afecta como sociedad.

Bodas será entrevistado de manera virtual por El Tribuno mañana, a las 18, en www.eltribuno.com.ar/desarrollosurbanos

Hoy la realidad nos muestra a los arquitectos como protagonistas centrales de desarrollos urbanísticos en el amplio sentido del concepto...

Tanto que en el Consejo Profesional que nos nuclea hay una suerte de asociación de arquitectos emprendedores, aquellos que van cerrando el círculo de la inversión y lo procesual. En esto hay una diversidad de variables y hasta quienes dejan el diseño para ser emprendedores y dedicarse al negocio del Real Estate (término inglés que abarca todas las actividades involucradas en el sector inmobiliario). En el caso de nuestro estudio BMA, somos proveedores de la mayoría de estos desarrolladores. Es que hoy vivimos en un mundo de especialidades: cuanto más te concentrás en lo que conocés y en tu experticia, te permitirá enfocarte sobre esos puntos y dejar otros de lado. Hoy, muchos estudios de arquitectura se han transformado puntualmente en desarrolladores, y eso tiene que ver con que los arquitectos siempre fuimos hacedores de nuestra propia demanda. En nuestro caso el esfuerzo está puesto en el detallado análisis de espacios para que, una vez que se establece que puede ser un buen negocio, lo acercamos a los desarrolladores para que inviertan. 

Hablar de desarrollos inmobiliarios de esa envergadura, ¿es incompatible con la necesidad habitacional de los niveles medios en la Argentina?

Lo cierto es que, prácticamente, en las dos últimas décadas diseñamos y construimos para inversores y estos, a su vez, van colocando a consumidores finales. Pero si miramos la realidad vemos que la mayoría de los compradores fueron personas que refugian sus ahorros en viviendas, buscando dar seguridad a ese dinero en ladrillos, sobre el que decidirán si es para alquiler o venta futura. Es decir que estos desarrollos van direccionados en gran parte a los inversores y no tanto al consumidor final.

El concepto de invertir en bienes inmuebles tiene una fuerte raigambre en nuestros orígenes, en los inmigrantes que fueron conformando este país...

Efectivamente es así, al punto que hoy hablamos del “dólar ladrillo” como forma de refugiar los pesos en eso. Gran parte de la sociedad argentina tiene esa ambición de resguardar su dinero de esa forma y la historia, al final, te da la razón. Siempre el inmueble fue un refugio productivo.

Entender nuestra cambiante realidad, en una economía caracterizada por una agobiadora inestabilidad, ¿los obliga a estudios de mercado casi diario para preparar proyectos exitosos?

La verdad que la Argentina es un proceso interminable; nos hemos educado de esta forma, sin vislumbrar un futuro que nos indique que va a cambiar. Nos mal acostumbramos a la imprevisibilidad. De todas formas hay buenos momentos, como este, en que las inversiones en dólares son menores y se producen ciertos “apuros” para empezar a construir con plata propia ahorrada... es como un círculo en el que el precio del inmueble siempre se recupera. En la crisis de 2001 y otras los valores de referencia al final se “empatan”.

Pero se suma la dificultad de acceder a un crédito...

En la Argentina sin crédito es muy difícil viabilizar el mercado inmobiliario, porque nos limita a concentrarnos solo en el inversor y no en quien va a vivir en lo que se edifique. Esto es lo que debe cambiar.

¿Esta situación los impulsa a mirar hacia afuera, a generar proyectos y desarrollarlos en otros países?, ¿cómo el caso de su empresa?

Nosotros, desde 2001, tenemos más de la mitad de los proyectos para afuera. Desde ese año tenemos una oficina en Santiago de Chile para manejar los trabajos en países andinos, como Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia. Está claro que tenemos que tener una pata afuera para consolidarnos, porque en la Argentina tenés que inflar y desinflar constantemente la oficina de arquitectura como un globo. Y en ella hay un equipo que cuidar porque ese es el valor agregado que tenemos. Por lo tanto, si buscamos cierta previsibilidad y proyecciones largas, hay que tener un sustento con proyectos en otra parte.

Pero esto es bueno, implica crecer e incorporar conocimientos...

Trabajamos desde nuestra oficina en el país porque entendemos que, aunque sea agobiador, tiene fuerte arraigo e importancia. La oficina de Chile es netamente comercial, pero nuestros profesionales están aquí. Hoy, en la Argentina, tenemos cierta ventaja desde lo económico por el valor del dólar y podemos competir en precios. Obviamente que todo va fluctuando, porque en otros momentos nos pasa lo contrario.

La pospandemia y probables situaciones similares futuras, ¿convierten su mirada en la proyección de cambios sustanciales en las viviendas y urbanizaciones?

Creo que lo que hizo la pandemia fue acelerar las tendencias. Porque ya veníamos en un proceso de cambio en el diseño, de entender las nuevas necesidades y, en mayor escala, también desde el urbanismo. Es una búsqueda constante, pero esto aceleró esos cambios. Hoy la gente entiende la casa de una manera más “fina” para que sea mucho más que el espacio para estar el tiempo que te queda por fuera del horario laboral. La vivienda se incorpora a la ejecución del trabajo, al reencuentro con lugares que teníamos olvidados, al uso de espacios abiertos, como el balcón, o también aquellos intermedios a los que podemos darles el nombre de oficina o lugar para los chicos. Estábamos acostumbrados al diseño como una sumatoria de lugares con una finalidad determinada, pero ahora el aislamiento nos cambió el destino de los ambientes. Hay una resignificación de los espacios y de entender la casa con un concepto más amplio. 

¿Esto implica diseñar de manera diferente? Por ejemplo, los monoambientes entrarían en una categoría nada recomendable para promover calidad de vida?

Mucho tiene que ver el valor de la edificación y del inmueble. En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, el código de edificación admitió unidades con superficies más pequeñas en el entendimiento de que más gente pudiera acceder a la vivienda propia. En ese sentido opino que el edificio tiene que prever espacios complementarios para completar los metros cuadrados que no tenés en tu unidad, ya que de otra forma nadie los comprará. Un departamento de 30 metros cuadrados, pero con un espacio común para estudiar o trabajar que complete lo que te falta, es una propuesta más amplia.

Creo que vamos a ver proyectos más imaginativos en la oferta porque la gente será más rigurosa a la hora de elegir.

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