La Policía de la Provincia desplegó una intensa labor durante los días de cuarentena estricta. El responsable de proponer y crear una fuerza de elite para acciones en el contexto de pandemia falleció, fue contagiado cuando desplegaba su trabajo.
Cuando a esta historia se le pone nombres propios, aflora la responsabilidad con respecto a los otros y el sentido de pertenencia a una institución, a un territorio, y también surgen algunas preguntas.
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La Policía de la Provincia desplegó una intensa labor durante los días de cuarentena estricta. El responsable de proponer y crear una fuerza de elite para acciones en el contexto de pandemia falleció, fue contagiado cuando desplegaba su trabajo.
Cuando a esta historia se le pone nombres propios, aflora la responsabilidad con respecto a los otros y el sentido de pertenencia a una institución, a un territorio, y también surgen algunas preguntas.
La cuarentena en Salta se inició el 20 de marzo. El comisario Claudio Burgos creó y condujo el Grupo de Acción Física Especial de Reserva (Gafer), encargado de actuar en primera línea para hacer cumplir el protocolo establecido por el COE en situaciones en las que los vecinos ponían en riesgo su propia salud y la de la comunidad. Equipado con trajes de bioseguridad y armas reglamentarias, este cuerpo también garantizó la seguridad de los repatriados.
Burgos, luego de un internación de dos semanas, falleció por coronavirus el 10 de septiembre. Estuvo en un lugar de riesgo, cuidó a los salteños y, cuando enfermó, no fue cuidado por quienes debían hacerlo. “Yo en su momento y en todos los medios hablé de un abandono”, dice Gisel Burgos sobre las circunstancias de la pérdida de su padre.
Un legado
“Yo soy su hija mayor, tuve de todo, fui la primogénita, como él decía. Viajábamos al interior de la provincia juntos, dictábamos cursos. Realmente, fue un orgullo como policía, porque lo vi trabajar desde muy pequeña, me crié prácticamente en el ámbito de la familia azul”, señala Gisel a El Tribuno, cuando aún transita, junto a su familia, el duelo por la muerte de su padre.
Gisel Burgos es docente de Educación Física y participó en muchos emprendimientos con su progenitor. “Vi cada uno de sus proyectos y la manera en que se destacaba, cómo hablaba de la Policía. Eso dejó inculcado en cada uno de sus hijos, realmente puedo decir que nos formó para bien y nos dejó un legado grande, creo que los cinco hermanos sabremos llevarlo con humildad como nos enseñó”, dice.
Sobre los tiempos en que se insinuaba la posibilidad de la pandemia de coronavirus, rememora: “Fue algo inesperado. Tengo el recuerdo de estar con mi padre, y ver por las noticias que esta enfermedad estaba en China, y él nos decía que podía llegar, que teníamos que cuidarnos... hasta que en un abrir y cerrar de ojos llegó a Salta”.
El Gafer
El comisario Burgos había presentado y ejecutado un proyecto para asegurar el trabajo regular de otros efectivos y para resguardarlos, ya que si intervenían sin el entrenamiento y los elementos de bioseguridad necesarios corrían riesgo.
Además, de no haber existido el Gafer, los uniformados tendrían que haberse aislado por 15 días luego de cada intervención, algo que matemáticamente hubiese dejado sin personal a la fuerza en cuestión de días.
“Cuando ya estaba el virus aquí, mi padre nos reúne en la mesa familiar para decirnos que había pensado crear un grupo destinado a ir al frente ante cualquier caso positivo de COVID-19 en la provincia... Su proyecto fue evaluado y se creó el grupo y él quedó como jefe. Capacitó gente de confianza, gente que él creía que tenía cualidades para estar ahí. Los entrenó físicamente y así se dio el Gafer”, relata Gisel sobre los orígenes del grupo, y agrega sobre el comisario Burgos: “Él era de esas personas que van al frente y dan la vida tanto por la ciudadanía como por la institución policial”.
“Empezó con un resfrío”
El 2020 ha sido un año especial, en él se ha visto el trabajo comprometido de personal de salud y de efectivos de la Policía en un contexto no esperado y, también y paralelamente, estuvo signado por la tristeza, hubo dolorosas pérdidas familiares y en numerosos casos la imposibilidad de acompañar físicamente a los enfermos. Realidades que Gisel Burgos ha vivido muy de cerca. “Mi padre empezó con un resfrío estando en el trabajo, él estaba complicado día a día. Aun así, y pese a los permisos que solicitaba para no ir porque no estaba en condiciones y porque tenía ese temor de contagiar a sus compañeros en caso de que fuera positivo, nunca le mandaron un médico a casa, le dijeron que se tenía que presentar. Y tuvo que ir a trabajar. Nos contó que una de las noches que se quedó a hacer un turno tuvo que dormir con una máscara puesta en su rostro para no toser, para no esparcir el virus”, relató la docente.
“No sé cómo llamar dentro de la institución el poco humanismo de parte de su jefa, haberle negado esa autorización para ausentarse o bien hacer una carpeta médica”, cuestiona Burgos el recorrido que tuvo que hacer su padre.
“Yo en su momento y en todos los medios hablé de un abandono tanto de la institución policial como de Salud. Él en casa fue buscado por sus mismos compañeros. Nunca llegó una ambulancia, estuvo desde temprano sin poder espirar, estuvo así en casa hasta las siete de la tarde, rememora Gisel, y luego señala: “En ese proceso yo fundamento el abandono por parte de la institución policial. Y luego lo que le ocurrió llegando a la clínica”.
En la clínica
“Negligencia médica y abandono de persona”, señala la causa que inició la familia Burgos contra la clínica Virgen de Urkupiña con el patrocinio del abogado Pedro Arancibia.
En septiembre los medios salteños informaban sobre decesos de policías y el caso del comisario Burgos aparecía en varios informes. “El día del deceso de mi padre, habíamos hablado. Todo ese tiempo, mi padre estuvo conectado a través de videollamadas, de audios, de mensajes, todos los días. Nos hablaba, se comunicaba. Era él quien nos informaba cómo iba evolucionando. Tenía esperanza de que iba a volver”, dice Gisel.
“Nosotros llevamos todo a la Justicia”
“Estamos esperando ver qué define el fiscal”, dijo Gisel Burgos sobre el caso.
Gisel Burgos habló sobre la atención que recibió Claudio Burgos, su padre, en la clínica donde falleció, y sobre las medidas que han tomado al respecto. “El 10 de septiembre, a las 11.35, mi padre envía un video a sus compañeros, haciéndoles señas, porque se encontraba con el casco de oxígeno, de que todo estaba bien”, dijo, y agregó: “Es clave este video porque se lo ve bien”.
“Yo hablé con él a las 16.10, y me pedía que yo pida que lo vean. Solicitaba atención médica él, no tenía un control. Me tuve que comunicar yo con la clínica, y nos mintieron, nos dijeron que mi padre estaba con un médico cuando no era así, el médico de cabecera Rivadeneira no se encontraba en la clínica. A las 17 entra a un respirador. Todo ese proceso va hasta las 21.30, 22, y nos dicen que entró en paro respiratorio, cuatro paros cardíacos, 30, 40 minutos de lucha y nos informan de su fallecimiento”, relató. “Fue muy duro ver su teléfono y darnos cuenta de cuánta ayuda pidió. Darnos con los mensajes que él le mandaba a su propio médico”, dijo.
La familia Burgos inició una causa por “negligencia médica y abandono de persona” contra la clínica Virgen de Urkupiña. “Estamos esperando ver qué define el fiscal y, en todo caso, queremos ver si llegamos a las instancias de homicidio”, dijo Gisel. “Los mensajes más los videos demuestran que él no estaba mal. De hecho, hablaba. Por esto nosotros llevamos todo a la Justicia”, concluyó la hija del comisario Burgos .