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Siete más dos igual a siete

Martes, 11 de febrero de 2020 02:16

Lograr una Justicia justa, independiente y eficaz no depende de incrementar el número de jueces. Ni de que estos se estructuren en salas con varios vocales. Creo que equivocan el diagnóstico quienes pretenden remover las trabas y carencias del Poder Judicial de Salta apelando al artilugio fácil de habilitar dos sitiales mas en nuestra pesada, vetusta y poderosa Corte de Justicia y retornar a la antigua organización por Salas. Como muestra la historia de los Poderes Judiciales de la Argentina (Pellet Lastra - 2001) y de otros lugares del mundo, toda vez que una mayoría decidió ampliar el número de miembros de la Corte lo hizo casi siempre por motivos partidistas u otras mezquindades.

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Lograr una Justicia justa, independiente y eficaz no depende de incrementar el número de jueces. Ni de que estos se estructuren en salas con varios vocales. Creo que equivocan el diagnóstico quienes pretenden remover las trabas y carencias del Poder Judicial de Salta apelando al artilugio fácil de habilitar dos sitiales mas en nuestra pesada, vetusta y poderosa Corte de Justicia y retornar a la antigua organización por Salas. Como muestra la historia de los Poderes Judiciales de la Argentina (Pellet Lastra - 2001) y de otros lugares del mundo, toda vez que una mayoría decidió ampliar el número de miembros de la Corte lo hizo casi siempre por motivos partidistas u otras mezquindades.

Para salir del marasmo judicial que sufren litigantes, ciudadanos y abogados se requieren cambios institucionales, formativos, informáticos y culturales de gran calado.

También, claro está, precisamos de abogados  y ciudadanos conscientes  de sus derechos y responsabilidades.

Hace falta, en primer lugar, reformar los órganos de selección y vigilancia de los jueces y magistrados así como los criterios de su actuación. Me refiero, como no, al Consejo de la Magistratura, a las escuelas que forman y reciclan abogados, jueces y magistrados, y al Jurado de Enjuiciamiento. Varias son, a mi modo de ver, las líneas de reforma: a) despolitizar la selección y el control de los jueces, dando entrada al mundo académico y a las minorías representativas; b) añadir al Consejo de la Magistratura así renovado facultades de superintendencia y presupuestarias; c) sumar a Salta al enorme proceso de cambios en la ciencia del derecho presidido por el abandono de localismos en favor de la supremacía de los Derechos Humanos Fundamentales; d) acabar con el nepotismo y la endogamia e imponer la transparencia. Nuestros jueces han de ser seleccionados no en función de su apego a antiguas convicciones que los sitúan como guardianes del orden tradicional (clasista, excluyente y responsable de nuestro atraso y miserias), sino atendiendo a su apertura mental, a su sentido de la dignidad (J. Gomá Lanzón - 2019) y al bagaje de valores, principios y conocimientos necesarios para responder a las nuevas demandas y sensibilidades de una Salta que día a día se hace más plural y también más injusta. La Corte de Justicia de Salta está diseñada e integrada para tutelar el ideario de los que mandan y con el secreto designio de cubrir las espaldas de quienes detentaron o detentan el poder. Lograr una Justicia justa, independiente y eficaz exige, por el contrario, contar con magistrados apegados a la Constitución y a los Tratados Internacionales, que sumen al Poder Judicial a los cánones del Estado abierto, abandonado su inveterada predilección por el oscurantismo. En las modernas democracias constitucionales los jueces -más aún cuando ejercen la Justicia Constitucional- tienen la enorme responsabilidad de actuar como un poder contra mayoritario encargado de preservar los consensos constitucionales y garantizar la vigencia de los Derechos Humanos Fundamentales contra todos los desbordes de los "poderes salvajes". El problema en Salta, tenga la Corte de 7 o 70 jueces, es que todos ellos pertenezcan a un bloque ideológicamente compacto: conservadores o reaccionarios, permeables a los intereses y sugestiones de los poderes (fácticos o no), machistas (lo que no excluye la presencia de señoras devotas del orden patriarcal), sin sólidos compromisos con las libertades, con la igualdad, con las minorías, ni con el ambiente. Con mucha gente profesionalmente rutinaria, enamorada del poder y del confort. Y perteneciente a esa tropa carente de curiosidad que ya supo impresionar a Concolorcorvo ("Lazarillo de ciegos caminantes") en su visita a Salta hacia 1750. Un cometido ciertamente ambicioso pero imprescindible; y cuyo simple enunciado muestra la pequeñez de los argumentos expuestos hasta aquí por el Gobierno para justificar su iniciativa de aumentar el número de jueces de Corte.

 

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