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El empleo,en cuarentena

Martes, 24 de marzo de 2020 00:00

Si no compro caramelos no solo le reduzco la ganancia al dueño del quiosco, sino que le quito la razón de ser del trabajador que contrataron para hacer de vendedor de caramelos. Además, el vendedor de caramelos tendrá serios problemas para pagar los impuestos (si es que lo venía haciendo antes de la caída de las ventas) y el trabajador, ahora desocupado, no tendrá dinero para el transporte, con lo cual disminuirá la ganancia de los taxistas. Tampoco serán necesarios tantos taxis si no hay gente que quiera o pueda trasladarse.

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Si no compro caramelos no solo le reduzco la ganancia al dueño del quiosco, sino que le quito la razón de ser del trabajador que contrataron para hacer de vendedor de caramelos. Además, el vendedor de caramelos tendrá serios problemas para pagar los impuestos (si es que lo venía haciendo antes de la caída de las ventas) y el trabajador, ahora desocupado, no tendrá dinero para el transporte, con lo cual disminuirá la ganancia de los taxistas. Tampoco serán necesarios tantos taxis si no hay gente que quiera o pueda trasladarse.

Este ejemplo tan simple y crudo muestra los eslabonamientos que existen en la economía y que generan el efecto dominó que implica una crisis. Nos detendremos ahora a destacar los impactos sobre el empleo.

País en "pause"

La fase de "contención reforzada" en la crisis del coronavirus es una medida con amplio impacto socioeconómico como los descritos en el párrafo precedente. El cierre de establecimientos educativos, la limitación de eventos masivos (principalmente de carácter deportivo), y del transporte público de pasajeros, tiene consecuencias importantes sobre la demanda en sectores clave de la economía. Se trata de sectores de productos no transables (servicios, por ejemplo) con una onda expansiva devastadora sobre el empleo en general.

Es un efecto mecánico: caída en la demanda de bienes, reducción en la demanda de trabajo (el dueño del quiosco que prescinde del trabajador que vende caramelos).

No menor es el efecto que tiene sobre el empleo en la caída de la demanda de inversiones.

¿Cuál es el futuro que avizora el inversor promedio de la economía? ¿Producir para no vender?

La caída en la demanda de inversión implica un impacto diferente, pero con el mismo resultado: reducción de la demanda de trabajo pero, a diferencia del anterior, sobre otros sectores de la economía.

El empleo...

En términos de resultados de la demanda, la ecuación más simple es pensar en un aumento del desempleo. Es altamente probable que la caída del empleo provoque una fuerte expansión del desempleo. Pero también es probable que aumente el empleo de tiempo reducido de manera involuntaria (personas que trabajan menos horas que las deseadas) y que se deteriore la calidad de los empleos. En recesiones como la que se prevé, la opción al desempleo es el trabajo informal, las changas y el empleo inestable y no registrado. Un tipo de empleo que se aleja de los patrones mínimos de trabajo decente: carente de protección social, y con niveles salariales indeseablemente bajos e intermitentes (hoy gano algo, mañana no sé).

La caída del empleo debido a las medidas de cuarentena compromete seriamente también la actividad económica. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estimó que los trabajadores infectados por COVID-19 ya han perdido casi 30,000 meses de trabajo. Dicho tiempo de trabajo perdido puede fácilmente convertirse en dinero para tener una métrica monetaria de la pérdida de ingresos. El número que dio OIT a nivel global se ubica en un rango entre 860 y 3,440 mil millones de dólares.

Y acá nuevamente el ciclo del caramelero. La pérdida de ingresos laborales se traduce en una demanda menor de bienes y servicios, iniciando otro ciclo recesivo que perjudica la continuidad de las empresas y que garantizan la resiliencia económica.

El efecto Titanic

Obviamente, que no hay razones para pensar que la distribución del ingreso cambiará en algún sentido en las actuales circunstancias. Entonces, cabe preguntarse quiénes sufrirán estos efectos de manera más intensa. Cualquier tipo de catástrofe puede desembocar en un agravamiento de la desigualdad y de la pobreza de determinados grupos. Así como en el Titanic murieron más pobres (viajaban en tercera clase) que ricos (los de primera clase), se puede inferir que en estos casos suceda otro tanto.

En términos de empleo esos grupos son: las personas con problemas de salud subyacentes y las personas mayores tienen mayor riesgo de desarrollar problemas de salud graves; los jóvenes; las personas mayores que trabajan para suplementar magros -o en algunos países, inexistentes- ingresos del sistema de pensiones.

Las mujeres son un caso específico; están sobrerrepresentadas en los sectores más afectados (como los servicios) o en ocupaciones que están en la primera línea de la lucha contra la pandemia (por ejemplo, enfermeras). A su vez, los trabajadores de salarios bajos y desprotegidos y los trabajadores migrantes pueden ver limitada su capacidad de acceder a sus lugares de trabajo en los países de destino y regresar con sus familias.

Las/os jóvenes son el grupo etario con tasas de desempleo más elevada en todo el mundo. Ellas/os son los que enfrentan no sólo la desprotección sino los problemas propios de inserción laboral y de los primeros empleos.

El otro grupo vulnerable, las mujeres, es particularmente proclive a ser fuertemente impactada por la crisis. La OIT estima que casi el 60% de las mujeres asalariadas trabajan en el sector de los servicios en todo el mundo, en comparación con el 45% de los hombres. Las mujeres también tienen menos acceso a la protección social y soportarán una carga desproporcionada en la economía del cuidado, en el caso de cierre de escuelas o cuidado.

En cuanto a la estimación de la pérdida de empleos, la OIT ha estimado un aumento del desempleo mundial que se situaría entre 5 y 25 millones personas, tomando como base los 188 millones de 2019. Sólo para ponerlo en perspectiva, la crisis financiera mundial de 2008-2009 aumentó el desempleo mundial en 22 millones de personas. La pérdida la sufrirán principalmente jóvenes, personas mayores, mujeres y trabajadores pobres.

Si esto sucede, el panorama es sombrío también en el mediano y largo plazo (imaginemos que la sociedad ha superado el COVID-19).

La crisis en el empleo y en la acumulación de capital humano (pérdidas en educación y salud) permiten predecir severos impactos en la probabilidad de las economías de mantener tasas de crecimiento socialmente sustentables.

Lo único absolutamente claro es que, terminada esta crisis, todo será diferente.

 

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