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La simpatía juega netamente a su favor, y una charla puede ser amena cuando desde su boca se deslizan locuras musicales. La dulzura de su voz ya le brinda una clara ventaja en el análisis profesional, pero no tiene ningún problema cuando debe “clavar” una nota.
La cantante salteña Rocío Riera resume en una sola palabra: talento, trabajo, perseverancia, belleza y juventud. Desde hace sobrados años empezó a edificar su carrera artística.
Íntegra, encantadora y plena; salteña de cuna y alma, es cantante, compositora y actriz, con una gran trayectoria como artista. Hoy, a sus 32 años, su carrera cuenta con muchos logros artísticos.
Es la menor de tres hermanos, es hija de un ingeniero -nacido en Buenos Aires-, que un día decidió echar raíces en el norte del país. Su mamá es una salteña de pura cepa, de profesión psicóloga y profesora de inglés.
Hace algunos meses editó su tercer material discográfico, y pretende “impregnarlo” entre la gente. De manera gentil y cordial, la artista habló de sus inicios, el presente, los planes más próximos, y lógicamente la pandemia de coronavirus.
La música te atrapó muy pequeña...
Si, a los 6 años ya me animé a cantar. Mis padres me mandaban a aprender de todo, con el fin de mantener mi mente ocupada en algo sano y productivo, y para gastar energías. Era superinquieta, no tenía tiempo de descanso. Al poco tiempo ingresé al coro Ars Nova; luego pasé por las agrupaciones Arsis y el Coro de la Escuela de Música José Lo Giúdice. Fue una hermosa experiencia de aprendizaje y formación. Con 13 años arranqué en una banda de rock.
¿Cuándo te diste cuenta que naciste para la música?
Cuando me introduje en el jazz, penetré en otro universo, descubrí que la música se expande como el sol; aprendí a no depender de nadie, y sin dudas, a no parar de soñar. Ahora, me encanta disfrutar del paisaje, la música es un camino de trascendencia, te lleva a encontrarte con vos mismo, es una verdadera transformación.
¿Cuántos disco llevás editados?
Tres, el primero lo grabé en Buenos Aires bajo la denominación de “Ocho”, por la cantidad de canciones que incluí en el material. Un disco pop experimental, y muy pegadizo a la vez, que arrancó mi romance con un estudio de grabación. Estuvo producido por Leandro Lacerna, productor artístico, nominado a los premios Martín fierro. El segundo, titulado “Kamikasen”, lo edité en Salta, con el productor Diego Mamaní, que contó con muchos efectos electrónicos. El último que saqué a la luz se llama “Ragvil”. Está basado en el neo-soul, blues, jazz, con toques electrónicos, tango e incluso hasta folclore. Participaron grandes músicos salteños, y tuvo una enorme apuesta a la composición. Además, por primera vez intervine en los arreglos de los instrumentos, y en la coordinación de todas las voces.
¿Escribís las canciones que forman parte de tu repertorio?
En gran medida, los temas de mis tres placas en su totalidad son de mi autoría. La composición es un camino de aprendizaje, escribí mi primera canción cuando tenía tan solo 11 años, a nadie le gustó, pero fue un puntapié inicial.
¿Sin dudas que la formación es elemental en tu carrera artística?
Lógicamente, forma parte de mi crecimiento personal. Soy egresada en la carrera de Vocalista Profesional, en el ITMC (Instituto Tecnológico de Música Contemporánea), de Buenos Aires. Estudié Arreglos y Composición de Tango y Folclore, en el conservatorio Juan Manuel de Falla (Buenos Aires). Todo este camino recorrido luego me habilitó para trabajar con productoras haciendo música incidental (Inglaterra y Francia) para películas (Brasil y Estados Unidos) y como sesionista (Buenos Aires y México).
Algunos gustos en tu carrera...
Cantar junto a la Orquesta Sinfónica de Salta, en un tributo al rock argentino; también interpretar el himno sudafricano y el argentino, en cuatro oportunidades (2014, 2015, 2016 y 2019), durante los partidos de rugby entre Los Pumas y Los Springboks. Otro recuerdo imborrable es cuando canté ante miles de personas en el tributo a Gustavo Cerati, en el 2014 junto al ballet dirigido por Paula Argüelles.
¿Qué opinión te merece la pandemia de coronavirus?
Estoy muy dolida porque el mundo del arte y la cultura, como es costumbre, no encontró respuesta a su problema, como si viviéramos del aire. El Estado jamás estuvo al lado del artista, nunca lo valoró. Los subsidios son solo para algunos.
¿También te formaste como actriz?
Realicé varios cursos en Buenos Aires, donde se destaca el que tomé con el destacado Ricky Pashkus y el grandioso Pepe Cibrián Campoy. Participé, junto a Oscar Lajad, de la obra ‘Tango Corrupto’, musical ganadora de premios Hugo, Ace y Carlos. También trabajé como modelo publicitaria.
¿Vivís de la música?
Sobrevivo, además brindo clases de canto, y teoría musical. La idea es seguir entregando mi propuesta, lógicamente, por el momento, solo por las redes sociales. Una vez que se solucione todo lo relacionado a esta pandemia, vamos a los escenarios.