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10 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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El gran desafío: niños 2020, adultos 2050

Viernes, 10 de julio de 2020 01:54

El triunfo laboral no es lo mismo que la realización personal. Parece una obviedad y sin embargo ha dejado de serlo hace mucho tiempo. En la mayoría de las culturas está instalada la idea de que el éxito profesional y económico equipara a la felicidad, afirman incluso que, en caso de no igualarla, el éxito sabrá cómo imitarla.

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El triunfo laboral no es lo mismo que la realización personal. Parece una obviedad y sin embargo ha dejado de serlo hace mucho tiempo. En la mayoría de las culturas está instalada la idea de que el éxito profesional y económico equipara a la felicidad, afirman incluso que, en caso de no igualarla, el éxito sabrá cómo imitarla.

Para el triunfo laboral hace falta inteligencia, conocimientos técnicos, competitividad y cultivar el ego; en cambio la realización personal requiere de sabiduría, integridad y fortaleza emocional.

¿Por qué volvemos a pensar en la integridad del ser y en la salud mental en pleno siglo XXI?

Quizás porque el mundo pospandemia no volverá a ser un lugar tan predecible como lo era hasta hace pocos meses y esto nos obliga a preguntarnos cómo hay que formar, y con qué habilidades, a las niñas y niños que en el 2050 serán jóvenes adultos de 30 o 40 años, que enfrentarán desafíos inciertos en comparación a generaciones anteriores que se formaron dentro de parámetros más estables y previsibles.

No todo va a perderse -creemos- pero sabemos que se transformará inexorablemente.

¿Quién puede decir hoy cómo será el mundo, Argentina y Salta en el año 2030 o 2050?

¿Cuáles serán las fuentes de ingreso?

¿Vendrán otras pandemias y cuarentenas eternas? ¿Desaparecerán actividades y profesiones, se inventarán otras? ¿La ingeniería informática resolverá las demandas de la población? Lo que un niño aprenda hoy en la escuela ¿le servirá para cuando tenga 30 o 40 años?

El sistema previsional, tal como está diseñado ¿será igual dentro de 30 años? El distanciamiento social ¿se convertirá en un estilo de vida? Si caen en desuso los grandes edificios, teatros y centros culturales ¿cómo se financiará su mantenimiento? Nunca fue posible predecir el futuro con exactitud, mucho menos anticiparnos a las contingencias, pero podíamos diseñar una educación que brindara la información necesaria y le permitiera a un ciudadano ser autónomo, insertarse en el mundo laboral y planificar una vida para sí mismo y su descendencia dentro de parámetros relativamente sólidos. Pero esa solidez se ha vuelto líquida, en términos de Bauman.

Aunque el ritmo de la modernidad nos tenía acostumbrados a los cambios constantes, la aparición del Coronavirus nos ha generado un mar de preguntas sin respuestas. Es por eso ahora, más necesario que nunca, educar en el desarrollo de habilidades internas que permitan mantener el equilibrio emocional frente a un dinamismo permanente. Es preciso fomentar para las futuras generaciones un pensamiento crítico y auto reflexivo, el análisis del sentido de los propios actos, inducir el amor al conocimiento y la búsqueda de soluciones a los problemas desde una visión multidisciplinaria, más abarcadora e integral. Una cosmovisión.

El pensamiento crítico es una habilidad que nos da la capacidad de razonar y pensar con lógica, analizar y juzgar las situaciones, argumentar y actuar con una base fundamentada. Es una destreza que conviene adquirir desde los primeros años de vida, aunque se puede desarrollar en otras etapas y consiste en:

* Profundizar en los datos para comprender el significado de la información que reciben.

* Enfocar los hechos o situaciones desde varios ángulos.

* Llevar a cabo un proceso de decisión racional, basado en valores esenciales.

* Evitar dejarse llevar por los prejuicios o las emociones irracionales.

* Elegir con autonomía y responsabilidad.

El mundo interior

Estamos ante una batalla incierta y no sabemos aún cómo sacarla adelante. La pandemia hoy no es solamente un asunto que concierne al organismo humano, se trata también del derrumbe de la previsibilidad que teníamos en materia económica, de los nuevos traumas psicológicos, de nuevas adaptaciones, a la casa convertida en un centro de actividades sin límites ni espacios definidos entre lo laboral, lo social, lo recreativo, ni separadas las cuestiones entre niños y adultos, se trata de la nueva multiplicidad de roles de las mujeres, también de la ruptura abrupta de modelos centenarios de enseñanza, así como la omnipresencia de la tecnología que puede destronar el imperio de tiza y pizarrón con el que nos educaron desde nuestros tatarabuelos hasta hoy.

Países como Italia primero y España después, han convocado a expertos en diferentes áreas del conocimiento para abordar de manera integral las nuevas preguntas que ha generado la pandemia, porque las clásicas respuestas ya no alcanzan para dar soluciones. Así, Vittorio Colao reunió a decenas de especialistas para trabajar en forma multidisciplinaria los nuevos problemas que luego el gobierno analizará con la mira puesta en la reconstrucción de la Italia post pandemia. Esta cosmovisión, colaborativa entre los diferentes saberes, es cada vez más un modelo inteligente y moderno de abordar la realidad y sus complejidades, tal como Edgar Morin lo ha venido diseñando desde hace décadas.

¿Qué deberíamos estar enseñando?

Yuval Harari propone minimizar las habilidades técnicas y enfatizar las llamadas habilidades blandas que sirven para lidiar con el cambio y les permitirá en el 2050 mantenerse al día, no sólo para que sean capaces de desarrollar nuevas ideas o productos, sino para poder reinventarse una y otra vez. La estructura de la vida entonces podría ser discontinua, con períodos más breves de estabilidad que requiera tiempos de aprendizaje y adaptaciones más veloces a mutaciones más constantes.

Para ello no basta con proveer sólo información, pues la tienen a raudales en el teléfono o en las tablets. Es necesario y urgente enseñarles a darle un significado a la información que reciben, o la tecnología tomará el control de sus vidas.
En las escuelas finlandesas se enseña a los niños desde muy pequeños cómo hacerle frente a la información tóxica, un filtro para evitar la infodemia, la sobreabundancia de información, que en lugar de aportar claridad, suma confusión y desconcierto. A niñas y niños con los mismos potenciales que los nuestros ya les están marcando un punto de partida destacable y ventajoso.
No basta prepararlos sólo para el éxito laboral, garantizarles el tener, pues la acumulación de lo material no exime a nadie del infortunio, del miedo a la muerte ni de los dilemas de la existencia. Hemos comprado frases como “sigue tu pasión y conviértela en tu trabajo”, “trae el cuerpo que tienes y llévate el cuerpo que quieres”, “¿Lo quieres? Lo tienes” “¡Hazlo ya!” ¿Qué sucede cuando la satisfacción está lejos del alcance, cuando aún pudiendo acceder a ellas, la adversidad, la cuarentena, las limitaciones, impiden o restringen un consumo que antes era ilimitado? ¿Cómo nos arreglamos con la frustración y la impotencia?
Comprobamos a diario que éxito laboral y económico sin la integridad personal se convierte en el disfrute compulsivo de las mieles del triunfo, que en muchos casos se utilizan para evadir los problemas, para huir de la angustia y las dudas que plantea el hecho de estar vivos y el significado o el vacío que ello nos genera. No hay nada que se equipare a la solvencia emocional frente a las adversidades, a la capacidad de ser resilientes, que es el equilibrio entre el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad.
La propuesta es empezar a poner en marcha el pensamiento crítico, la comunicación, la colaboración y la creatividad de los individuos en todos los ámbitos educativos. Sin integridad, la frustración personal está asegurada y en el futuro la solvencia emocional llegará a ser, para cada ser humano, su mayor capital.
Para un mundo de transformaciones sin precedentes, es necesario desarrollar una mayor flexibilidad para adaptarse a nuevas normalidades, preparar a las niñas y niños desde ahora con suficientes reservas de equilibrio emocional y tolerancia a la frustración para contrarrestar futuros estados previsibles de euforia y depresión, pues la tentación y el peligro que corren es el de confiarle a la tecnología el control de sus propias vidas.
 

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