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1 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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Borrachera inflacionaria

Miércoles, 22 de julio de 2020 02:03
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Un novato intrépido debe evitar las cuestiones técnicas y complejas, de difícil comprensión. Basándome en el sentido común del profano, dejaré para los expertos en economía las visiones disímiles de Friedrich von Hayek y la Escuela Austríaca, del inglés John Maynard Keynes y sus seguidores en tantos países, y también de Milton Friedman y la Escuela de Chicago. De ellos sé que son reconocidos como economistas destacados del siglo XX; no mucho más.

Friedman influyó fuertemente en las políticas económicas de Reagan y de Thatcher, y de muchos países, Recibió el Premio Nobel en 1976. Dedicó gran parte de su obra a refutar los argumentos de los keynesianos, quienes abogaban por políticas económicas activas por parte del gobierno para estimular la demanda, especialmente en tiempos de elevado desempleo (por ejemplo, en obras públicas).

A Friedman le desagrada quitar estímulo al ahorro e incentivar el consumo, para reactivar la economía a largo plazo. Aunque sea mágicamente, "poner dinero en el bolsillo de la gente". ¿Suena conocido?

Alguien dijo que hay tres Friedman. El eximio académico -profesor y escritor-, el que luchaba por que los políticos pusieran en práctica sus teorías -el del barro-, y el más valioso de todos: el disertante que expone con un lenguaje accesible para todos. Investigando sobre este último, se encuentran valiosas opiniones en conferencias, debates y entrevistas. Dignas de compartirse, porque habla con magnífica sencillez, sin argumentos rebuscados, y con mucha lógica.

La moneda y su abundancia

Moneda es, a la vez, el caudal acuñado en metal, y por extensión, el billete, un medio de cambio y de valor, y el dinero que circula en un país, reconocido como forma de pago, además de la divisa para el intercambio de mercancías en el mercado internacional, ya superado el trueque.

Antiguamente muchas cosas fueron usadas como dinero: piedras de sal o aros de bronce en África, pequeños cocodrilos de metal en Malasia, y otros objetos en forma de ladrillos, placas o cuchillos.

Las primeras monedas acuñadas fueron encontradas en Asia Menor, Persia, Asiria, Atenas (el dracma) y Roma (el áureo, el sestercio, el dupondio, el as y el denario, las últimas ya fraccionadas).

Por estos lares, el "real de a 8", acuñado en plata en Sevilla, durante el siglo XVII se expandió fuera de España y sus colonias, convirtiéndose en la primera divisa mundial.

Cuenta Friedman que antes de que nacieran USA, las colonias de Virginia, Maryland y las Carolinas usaron el tabaco como medio de pago. La legislación autorizaba que se pudiera utilizar para pagar impuestos, comprar comida, vestimenta o casa. Cosechaban tanto tabaco que el de peor calidad se destinaba a cancelar impuestos o deudas, y el mejor era exportable. "El mal dinero expulsa al bueno, porque éste último se atesora como resguardo, para cubrirse de la inflación" (ley de Gresham).

Los precios de los restantes bienes subieron hasta 40 veces más su valor en tabaco. Por los reclamos consiguientes, se prohibió aumentar las plantaciones y se mandó destruir el tabaco menos valioso. Unos quemaban los campos de tabaco de otros, pasando a ser un delito castigable con la muerte. El caos finalizó cuando el tabaco se llevó a almacenes y guardó en barriles, certificándose por inspectores oficiales, su calidad y cantidad. Esos papeles circularon como moneda, hasta que fueron sustituidos por el dólar. [Acotación propia: no creo que fueran más inteligentes que los súbditos del virreinato del Río de la Plata, sino diferentes culturas y mentalidades para producir y comerciar].

Sigue relatando Friedman que algo parecido sucedió al noreste de California, con la fiebre del oro. En 1859, al descubrirse ese metal, nació el pueblo de Bodie, que en 1880 llegó a tener 10.000 habitantes y 65 salones. Llegaron aventureros, apostadores, prostitutas y borrachos, deseosos de hacerse ricos rápidamente, Los robos y las peleas callejeras eran comunes, y la vida tenía poco valor. Unos pocos lograron aquél propósito, la mayoría terminaron quebrados y frustrados. No podían comer oro, ni vestirse con oro, ni vivir en casas de oro, Las cosas cada vez costaban más en términos de oro. Hoy Bodie es un pueblo fantasma, donde mediante excursiones, se visita el 5% de edificios que quedaron en pié, deshabitados. Actualmente, la moneda está controlada por los estados, y desde los Acuerdos de Bretton Woods (1944) la divisa es el dólar.

El problema de la inflación

Para Friedman, "la inflación es, siempre y en todo lugar, un fenómeno monetario". Esencialmente, un problema de excesiva emisión monetaria, que provoca que todos los precios relativos aumenten y el poder adquisitivo del dinero caiga.

Sostiene que la inflación es como el alcoholismo. "Cuando uno comienza a beber o a imprimir demasiado dinero, los efectos buenos llegan primero (mayor liquidez) y los malos efectos vienen más tarde (suba generalizada de precios). Por eso, en ambos casos existe una fuerte tentación a exagerar: beber y emitir dinero por demás.

Cuando llega la cura, es todo lo contrario: cuando uno deja de beber o de imprimir demasiado dinero, los malos efectos vienen primero (recesión, desempleo), y las consecuencias positivas llegan retardadas (aumento de la inversión y la producción). Por eso es difícil persistir con la cura".

 ¿Cómo se contiene? Destaca que los japoneses tuvieron una alta inflación en 1973 y cinco años les costó restablecer la estabilidad. La cantidad de dinero comenzó a crecer en 1971, pero la inflación recién se manifestó a fines de 1972. Cuando se redujo el crecimiento monetario (frenando la “maquinita”), la inflación siguió aumentando un tiempo, y 1973 fue un año de recesión muy duro. La inflación sólo se detuvo cuando el Gobierno mostró su determinación de mantener controlado el incremento monetario. “Desgraciadamente no hay manera de evitar el difícil camino que debieron seguir los japoneses antes de lograr, tanto una inflación baja, como una sana economía”, dice Friedman, y señala que USA desde 1957 cuatro veces inició ese proceso de “desintoxicación”, pero los gobiernos no tuvieron la voluntad de continuar en el buen camino, y como resultado, tuvieron los malos efectos y ninguno de los buenos. Pero reserva elogios para su presunto oponente, diciendo que la ortodoxia de la Universidad de Cambridge se mantuvo tanto tiempo debido “al cerebro brillante de un hombre: John Maynard Keynes, que fue sin dudas uno de los economistas más grandes de todos los tiempos”. Y recuerda: “Keynes murió en 1946; me ha parecido siempre una tragedia el que no viviera una década más. Era el único hombre con la posición, personalidad y fuerza de carácter para lograr que sus discípulos no llevaran al extremo, algunas ideas que eran buenas para los años 30, pero no para la situación de posguerra”. Nada ajeno a nuestra realidad. Una enseñanza sabia para argentinos que por décadas vienen quemándose con leche, y hoy una vaca de juguete les provoca stress postraumático. No olvidemos que mientras Inglaterra tiene la libra esterlina desde 1489 (531 años), Estados Unidos el dólar desde 1782 (238 años), y Japón el yen desde 1872 (148 años), el peso argentino está vigente desde 1992, y desde entonces perdió su valor en un porcentaje elevadísimo. Cambiamos cuatro veces el signo monetario (cinco, si cuenta que en 2002 el peso dejó de ser convertible), y le restamos trece ceros a nuestra descuidada moneda de curso legal. El peso actual equivale a 10 billones de pesos moneda nacional, que se emitió desde enero de 1882. 
 

 

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