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Más allá de George Floyd

Viernes, 03 de julio de 2020 02:17

Las recientes protestas en Estados Unidos y en diversas partes del mundo generadas por la muerte, a manos de un oficial de la policía, de George Floyd, un ciudadano afroamericano, nos hi cieron tomar conciencia de la persistencia del problema del racismo, no sólo en algunos sectores de la sociedad norteamericana, sino en el mundo.

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Las recientes protestas en Estados Unidos y en diversas partes del mundo generadas por la muerte, a manos de un oficial de la policía, de George Floyd, un ciudadano afroamericano, nos hi cieron tomar conciencia de la persistencia del problema del racismo, no sólo en algunos sectores de la sociedad norteamericana, sino en el mundo.

Lo que ocurrió con Floyd es detestable y justifica la indignación que generó. Por cierto, algunos grupos utilizaron las marchas de protesta para saquear, incendiar y cometer una serie de delitos que no son justificables. Pero la mayoría de las personas que participaron de estas marchas (que de hecho fueron multiculturales y multirraciales) lo hicieron en forma pacífica.

Cabe preguntarse, sin embargo, que es lo que generó protestas tan masivas y generalizadas, ya que no es la primera vez que ocurre un incidente como éste. Creo que la respuesta está en que el video que capturó lo ocurrido, y que circuló ampliamente en Estados Unidos y el resto del mundo, mostró un racismo realmente "al desnudo." Es decir, no quedó lugar para la ambigedad. El accionar del oficial de policía no puede ser justificado ni siquiera mínimamente en una acción de autodefensa, o en un temor razonable hacia Floyd. En el video se ve claramente a un hombre desarmado que ofreció una resistencia mínima, y que no representaba peligro alguno para el oficial. Y el abuso, la denigración y la crueldad que sufrió se pudieron ver con demasiada crudeza.

Estados Unidos tiene un gran camino por delante todavía para superar el racismo en algunos sectores de su sociedad. Pero es indudable también que la lucha por la igualdad, que tomo verdadera fuerza con el movimiento de los derechos civiles a partir de 1955, se extiende hasta nuestros días. Sin embargo, sería injusto no señalar que Estados Unidos ha hecho muchísimo por superar su pasado de racismo y segregación. Existe un gran cuerpo legal y jurisprudencial que se fue desarrollando a través de los años, y que protege no solo a los afroamericanos sino a muchas otras minorías contra el racismo y la discriminación. Además de esto, son muchísimas las "acciones afirmativas" que se fueron implementando para lograr una mayor igualdad, como los cupos para minorías en empresas, universidades y agencias del Estado.

Todavía falta mucho, pero sin duda Estados Unidos no es hoy el país racista que fue muchos años atrás. Y estoy convencida de que la mayoría de los ciudadanos norteamericanos no son racistas. También estoy convencida de que no hay más racismo en Estados Unidos que en nuestras tierras. Los incidentes de racismo contra ciudadanos afrodescendientes en Brasil, por ejemplo, son más frecuentes que en Estados Unidos. Y las comunidades indígenas son víctimas de muchísimas injusticias en nuestra región.

En una reciente entrevista, Alejandro de la Fuente, experto en racismo de la Universidad de Harvard, hizo referencia a la creencia muy generalizada de que en América Latina no hay racismo, sólo "clasismo". Y explicó que el clasismo de América Latina no es "incoloro", y que existe "una asociación potentísima entre pigmentación, ubicación de clase y posibilidades socioeconómicas".

Sería bueno que estas enormes protestas en todo el mundo nos hagan pensar sobre nuestras propias costumbres racistas, tan profundamente arraigadas y que tanto daño le hacen a una sociedad que pretende ser verdaderamente democrática y pluralista.

 

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