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A 170 años del paso a la inmortalidad de San Martín

Domingo, 16 de agosto de 2020 23:37

Quizá, en estos ciento setenta años, el mayor homenaje que se haya hecho en Salta al general José de San Martín es el monumento emplazado en el parque que lleva su nombre en la ciudad capital. Fue, sin duda, una muestra de devoción a su Salta natal del expresidente Dr. Victorino de la Plaza, quien cuando aún ejercía la vicepresidencia de la Nación Argentina, tuvo la determinación de donar recursos para levantar un monumento al Libertador de tres naciones, gesto que materializó junto a los ministros del Interior y de Defensa del presidente Sáenz Peña, ambos oriundos de Salta, el doctor Indalecio Gómez y el general Gregorio Vélez, respectivamente. La estatua, emplazada en 1912, es obra del escultor francés Alberto Ernesto Carrier Belleuse.

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Quizá, en estos ciento setenta años, el mayor homenaje que se haya hecho en Salta al general José de San Martín es el monumento emplazado en el parque que lleva su nombre en la ciudad capital. Fue, sin duda, una muestra de devoción a su Salta natal del expresidente Dr. Victorino de la Plaza, quien cuando aún ejercía la vicepresidencia de la Nación Argentina, tuvo la determinación de donar recursos para levantar un monumento al Libertador de tres naciones, gesto que materializó junto a los ministros del Interior y de Defensa del presidente Sáenz Peña, ambos oriundos de Salta, el doctor Indalecio Gómez y el general Gregorio Vélez, respectivamente. La estatua, emplazada en 1912, es obra del escultor francés Alberto Ernesto Carrier Belleuse.

Doscientos años después, debemos recordar la acción sanmartiniana que impidió a los peninsulares del Alto Perú llegar a Buenos Aires con la intención de derrocar a las autoridades de las Provincias Unidas. San Martín libertó Chile, expulsó a los españoles de Lima, proclamó la Independencia del Perú y fue su primer mandatario independiente.

Su plan continental no se concentraba únicamente en la campaña de los Andes, sino que fue más amplio y combinado. Opina Atilio Cornejo que la estrategia era “primero, de ofensiva por el oeste y de defensiva por el norte, y después, de ofensiva desde el norte, juntándose en Lima ambos contingentes”. Tuvo siempre bien en cuenta, aunque no pudo concretar, la ruta al Perú por el norte, considerando la importancia de la estratégica posición geográfica de Salta y Jujuy, punto este último al que el virrey José Fernando de Abascal y Sousa llamaba la puerta del Alto Perú o la llave del Perú.

El 18 de enero de 1817, San Martín, con su Ejército de los Andes, inicia el cruce de la Cordillera, llevando la bandera de la libertad a Chile. No solo verificó el paso de los Andes, que es una de sus hazañas más admirables, sino que logró hábilmente engañar a los enemigos con respecto al punto por el cual debía verificar su invasión. Burlando a los jefes pudo ver fraccionadas sus fuerzas, y apareciendo de improviso por un punto opuesto al que se le esperaba, atacó el 12 de febrero, atravesada la cordillera y tras la invasión a Chile, el Gran Capitán vence completamente en la batalla de Chacabuco.

Sin embargo, donde demuestra su temple moral es en la derrota de Cancha Rayada el 19 de marzo de 1818, pues, no obstante ella, organizó sus tropas, reestableció la confianza pública y a los pocos días, el 5 de abril, hizo frente al enemigo en los llanos de Maipú, una de las batallas más reñidas que se hallan dado en aquella lucha memorable. Con esta victoria, San Martín consolidó la Independencia chilena y se preparó la ocupación de Lima.

Luego de largos preparativos, vencer toda clase de dificultades y aclamada el 2 de abril de 1820 su confirmación en el mando del Ejército, se inician las campañas navales en el Pacífico, embarcándose en Valparaíso con rumbo a las costas del Perú, donde gobernaba el virrey Joaquín de la Pezuela.
Ya en Perú, San Martín proclama su Independencia en la mañana del 28 de julio de 1821 en la plaza de armas de Lima, expresando que “el Perú es desde este momento libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende”. “¡Viva la Patria!, ¡Viva la Libertad!, ¡Viva la Independencia!”. El 8 de agosto, a pedido del pueblo limeño y de los jefes del Ejército Libertador, asume el gobierno político y militar de los departamentos libres del Perú, constituyéndose en “protector”, cargo que ejerce hasta su renuncia el 20 de setiembre de 1822, cuando se convoca al primer Congreso Constituyente.

Entre las incontables acciones durante su protectorado que duró un año, un mes y diecisiete días, se cuenta la creación de la Bandera Nacional y la abolición de la esclavitud para los hijos de los esclavos que nacieran a partir del 28 de julio de 1821. Crea el Ejército y la Marina. Se decretó la libertad de imprenta que autorizaba a “todo individuo” a publicar libremente sus pensamientos. Crea las provincias de Lima, Trujillo, Tarma, Huaylas, etc.

Para que aquella cruzada del Libertador a la emancipación americana fuera posible, había que mantener en las Provincias Unidas del Río de la Plata la defensiva en el frente salto-jujeño y altoperuano, cuya contribución del general Martín Miguel de Güemes es fundamental. Fue una epopeya inigualable que duró cinco años consecutivos. Una gesta de toda la provincia de Salta, que comprendía Tarija, Jujuy, Orán, Santa María y Salta, con la necesaria colaboración integral de todas sus campañas, ciudades y Cabildos.

La estrategia sanmartiniana se puso en marcha con todos los elementos humanos y geográficos de tres grandes conglomerados políticos: las Provincias Unidas del Río de la Plata, la Capitanía o antiguo Reino de Chile y el Virreynato del Perú. En nuestro país, considera Oscar Uriondo que las regiones de Cuyo en el oeste y de Salta en el norte tuvieron una directa gravitación dentro de la concepción de San Martín, al igual que el Pacífico Sur-oriental, como frente marítimo.

Definitivamente, en la acción estratégica de San Martín, Güemes tuvo a su cargo una de las magistrales operativas con vistas a la libertad del continente, Uriondo añade que “ambas magistrales estaban estrechamente unidas por su objetivo fundamental y coordinadas en el tiempo y en el espacio. Son tan interdependientes en la concepción, preparación y ejecución previstas que el estudio desconectado de las mismas ha de atentar, sin lugar a dudas, contra la idea genial que inspiró la hazaña continental del Libertador”.

*Historiador, diplomado universitario en Genealogía y Heráldica (USP-T). Presidente de la Federación Argentina de Genealogía y Heráldica. Presidente de la Academia Güemesiana del Instituto Güemesiano de Salta y del Centro de Investigaciones Genealógicas de Salta. Académico correspondiente de la Academia Sanmartiniana del Instituto Nacional Sanmartiniano y de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación. Autor de numerosos libros y de diversos artículos históricos y culturales en diarios y revistas argentinas.

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