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Boca, en alerta máxima por los casos de COVID-19 en el Santos

Casi todos los xeneizes están en peligro tras los infectados John y Leonardo. El club de la Ribera pidió explicaciones a la Conmebol por la posible negligencia.
Viernes, 08 de enero de 2021 23:35

Boca está en alerta. De los 26 jugadores que participaron del duelo con los brasileños, solo Gastón Ávila podría estar a salvo de la COVID. El defensor, que ocupó un lugar en el banco ante los brasileños, tuvo coronavirus a fin de agosto del 2020 y a mediados de noviembre. Y teniendo en cuenta el tiempo que transcurrió desde su segundo cuadro, es prácticamente imposible que se haya contagiado el jueves.
El problema son los demás: los 16 jugadores recuperados en septiembre, tras explotar la burbuja de Ezeiza, y los nueve que todavía no transitaron la enfermedad. Además, claro, de Miguel Angel Russo, quien es doble factor de riesgo por su edad (66 años) y por haber padecido cáncer de vejiga y de próstata entre 2017 y 2018. Según el infectólogo Diego Mirra, salvo Ávila, nadie está exento de haberse pescado el virus.
“No todas las personas mantienen anticuerpos durante el mismo lapso de tiempo, por lo que es complejo definir un plazo exacto de inmunidad. Por ese motivo, transcurridos los 45 días de la enfermedad, se asume que una persona está nuevamente en condiciones de contagiarse”, explicó. 
Y agregó: “Un paciente puede dar negativo durante el período de incubación y dar positivo una vez que se desarrolla la enfermedad. Y eso ocurre de un día para el otro. 48 horas antes del hisopado, en pacientes asintomáticos, o 48 horas antes del inicio de los síntomas, ya hay riesgo de contagios”.
En Boca son casi una decena los jugadores que aún no tuvieron COVID. Y a ellos hay que sumarles a Miguel Russo y a su ayudante Mariano Herrón, quienes tampoco lo sufrieron. Del cuerpo técnico, en cambio, Somoza sí lo padeció. Además, entre los convocados por Russo para el partido del miércoles hay 15 que superaron la COVID a mediados de septiembre, hace mucho más de 45 días.
Según Mirra, “el peligro está. Las partículas de saliva viajan a más de 1,5 metro. Y esto puede darse, sobre todo, al gritar o respirar de manera agitada. Y si esas pequeñas gotitas alcanzan a otra persona, pueden producirse contagios. Al aire libre las probabilidades de contagiarse son menores que en un espacio cerrado, pero no es 0”.

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Boca está en alerta. De los 26 jugadores que participaron del duelo con los brasileños, solo Gastón Ávila podría estar a salvo de la COVID. El defensor, que ocupó un lugar en el banco ante los brasileños, tuvo coronavirus a fin de agosto del 2020 y a mediados de noviembre. Y teniendo en cuenta el tiempo que transcurrió desde su segundo cuadro, es prácticamente imposible que se haya contagiado el jueves.
El problema son los demás: los 16 jugadores recuperados en septiembre, tras explotar la burbuja de Ezeiza, y los nueve que todavía no transitaron la enfermedad. Además, claro, de Miguel Angel Russo, quien es doble factor de riesgo por su edad (66 años) y por haber padecido cáncer de vejiga y de próstata entre 2017 y 2018. Según el infectólogo Diego Mirra, salvo Ávila, nadie está exento de haberse pescado el virus.
“No todas las personas mantienen anticuerpos durante el mismo lapso de tiempo, por lo que es complejo definir un plazo exacto de inmunidad. Por ese motivo, transcurridos los 45 días de la enfermedad, se asume que una persona está nuevamente en condiciones de contagiarse”, explicó. 
Y agregó: “Un paciente puede dar negativo durante el período de incubación y dar positivo una vez que se desarrolla la enfermedad. Y eso ocurre de un día para el otro. 48 horas antes del hisopado, en pacientes asintomáticos, o 48 horas antes del inicio de los síntomas, ya hay riesgo de contagios”.
En Boca son casi una decena los jugadores que aún no tuvieron COVID. Y a ellos hay que sumarles a Miguel Russo y a su ayudante Mariano Herrón, quienes tampoco lo sufrieron. Del cuerpo técnico, en cambio, Somoza sí lo padeció. Además, entre los convocados por Russo para el partido del miércoles hay 15 que superaron la COVID a mediados de septiembre, hace mucho más de 45 días.
Según Mirra, “el peligro está. Las partículas de saliva viajan a más de 1,5 metro. Y esto puede darse, sobre todo, al gritar o respirar de manera agitada. Y si esas pequeñas gotitas alcanzan a otra persona, pueden producirse contagios. Al aire libre las probabilidades de contagiarse son menores que en un espacio cerrado, pero no es 0”.

 

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