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No sé si he sido claro

Miércoles, 20 de octubre de 2021 02:33

El título de un cuento del inolvidable Roberto Fontanarrosa, nos da pie para introducirnos en el tema de esta nota y que la semana pasada, el 13 de octubre, diera lugar a la celebración del Día Internacional del Lenguaje Claro. Esta fecha fue establecida porque en 2010, Barack Obama, entonces presidente de Estados Unidos, firmó la "Plain Writing Act" (Acta de escritura simple) que obligaba a los entes administrativos federales a incorporar esta metodología en la redacción de textos de gobierno.

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El título de un cuento del inolvidable Roberto Fontanarrosa, nos da pie para introducirnos en el tema de esta nota y que la semana pasada, el 13 de octubre, diera lugar a la celebración del Día Internacional del Lenguaje Claro. Esta fecha fue establecida porque en 2010, Barack Obama, entonces presidente de Estados Unidos, firmó la "Plain Writing Act" (Acta de escritura simple) que obligaba a los entes administrativos federales a incorporar esta metodología en la redacción de textos de gobierno.

Podría pensarse que la cuestión del lenguaje claro es una problemática de años recientes, sin embargo, podemos remontarnos al siglo XIII, cuando Alfonso X -por algo llamado "El Sabio"-, dio los primeros pasos encaminados a la transformación del castellano en una lengua estándar, lo que en definitiva, significaba hacerlo más comprensible para el pueblo llano. Siglos más tarde los "ilustrados" enciclopedistas de la Revolución Francesa tuvieron la misma preocupación que tuvo aplicación práctica en el famoso Código Civil napoleónico. Se pretendía que el sistema jurídico fuera simple, sin tecnicismos y directo, para evitar recurrir a abogados lo máximo posible (lo bien que hacían). Ocurre que en el sector de los leguleyos (pero también en toda otra disciplina) parecería existir un interés de sus miembros por mantener sus saberes en la oscuridad como manera de afianzar su monopolio en el ejercicio de la profesión.

Para la misma época (1803), Jeremías Bentham -a quien podemos considerar pionero- publica su "Nomografía o arte de redactar leyes" con la que se proponía evitar gruesos errores en el proceso de creación legislativa tales como ambigüedad, oscuridad, voluminosidad, incertidumbre en la expresión y en el significado, redundancia, embrollo y desorden (lo notable es que Bentham, era poco claro en sus escritos).

Lenguaje claro en Argentina

Pocos saben que la necesidad de expresarse en un lenguaje claro en el ámbito judicial es una preocupación de muchísimos años en nuestro país y encontramos su primer antecedente en el derecho laboral. Efectivamente, en 1904, en el proyecto de Ley Nacional del Trabajo que presenta Joaquín V. González (entonces ministro del Interior de Julio Argentino Roca) se dispone que los fallos de la Corte Central de Arbitraje "no contendrán términos técnicos ni oscuridades de lenguaje, y expresará con la mayor claridad lo que una y otra de las partes debe hacer como resultado del juicio" (art.458). Claro está que este proyecto de ley había sido redactado por hombres de la talla de Leopoldo Lugones, José Ingenieros, Juan Bialet Massé, Carlos Malbrán y Alfredo Palacios.

Como antecedente específico en la materia, la Carta de Brasilia (2008) de la Asociación Latinoamericana de Jueces del Trabajo, incluyó entre los desafíos que enfrentan los magistrados laborales los "...propios y necesarios esfuerzos para ejercitarnos en el uso de lenguajes que hagan más comprensibles los contenidos de nuestras sentencias..." Parecería que, a mayor sapiencia de los jueces, mayor sencillez en el lenguaje. Es reconocido que el Dr. Juan Carlos Fernández Madrid, uno de los más brillantes laboralistas argentinos -decano de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo- no necesitó en sus sentencias expresiones grandilocuentes ni rimbombantes, tampoco recurrir a farragosas citas de doctrina y jurisprudencia para dictar fallos deslumbrantes por su erudición y justicia.

En realidad, no es solo en la sentencia donde se advierte el desequilibrio que perjudica al trabajador. En la prueba confesional (donde se espera que las partes declaren contra sí mismas; vulnerando quizá- derechos constitucionales) el trabajador se ve sorprendido desde la propia denominación técnica de la prueba: "absolución de posiciones" (algunos podrían entender que se trata de un perdón por el uso del Kama Sutra). Esta horrible prueba (no me refiero al KS), felizmente, ha sido recientemente suprimida del Código de Procedimientos Laboral de Salta (CPL).

 

 

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