¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

23°
26 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Fabio Martínez: “Cualquiera puede escribir y, redoblando la apuesta, cualquiera debería escribir”

El escritor salteño presentó anoche en la Feria del Libro “En el día de la primavera” (Kalaediciones), publicado el año pasado e “ideado para adolescentes”. En un extenso diálogo, Fabio brindo su palabra sobre temas que marcan a toda una generación de nuevos narradores.
Viernes, 05 de noviembre de 2021 23:09

Fabio Martínez presentó anoche en la Feria del Libro “En el día de la primavera” (Kalaediciones), publicado el año pasado e “ideado para adolescentes”, dice. Su primer libro de relatos fue “Despiértenme cuando sea de noche”, editado por Editorial Nudista en 2010 y reeditado en 2012. En 2012 formó parte del libro “Frutos extraños”, junto a Sebastián Pons y Alberto Rodríguez Mayztegui. 

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Fabio Martínez presentó anoche en la Feria del Libro “En el día de la primavera” (Kalaediciones), publicado el año pasado e “ideado para adolescentes”, dice. Su primer libro de relatos fue “Despiértenme cuando sea de noche”, editado por Editorial Nudista en 2010 y reeditado en 2012. En 2012 formó parte del libro “Frutos extraños”, junto a Sebastián Pons y Alberto Rodríguez Mayztegui. 

En el 2013 publicó su primera novela, “Los pibes suicidas” (Editorial Nudista), finalista del premio Cambaceres. En el 2014 la editorial universitaria Sofía Cartonera editó “El río” (cuento para niños) y “El amigo de Franki Porta”. Ese año obtuvo el primer premio en cuentos de los Concursos Literarios Provinciales. Y el año pasado, ganó el primer premio en Literatura Infantil y Juvenil de los Concursos Provinciales.

El Tribuno se contactó con el escritor nacido en Campamento Vespucio por varias razones, una de ellas es su trabajo como tallerista en escritura creativa. “Todos los años que voy a la Feria doy un taller de narrativa; bueno, ahora repito eso y también hacemos una clínica de corrección”, dijo, y agregó: “Considero que la escritura tiene mucho de construcción y hay mucha corrección, y está bueno que nos encontremos, que se conozcan y sepan qué está escribiendo cada uno”. 

Y comenzaron sus definiciones. “Nadie escribe solo; nosotros escribimos siempre en conjunto, con amigos, con amigas. No creo en esa idea del escritor como un tipo alejado de todo o encerrado en su genialidad. Para nada. Me parece que la escritura tiene muchísimo de social y muchísimo de amistad, por eso también confío tanto en los talleres”, dice.

¿Se aprende a escribir?
Yo creo que sí. Soy de la idea de que cualquiera puede escribir y, redoblando la apuesta, que cualquiera debería escribir. Es una visión muy eurocentrista, occidental y capitalista esa idea de que el arte es solo para unos privilegiados que están tocados por cierta varita, una idea muy romántica. Y no tiene nada que ver con eso. Antes, en los pueblos originarios, todo el mundo bailaba, todo el mundo danzaba, todo el mundo pintaba, contaba historias. Es algo innato del ser humano... Uno llega a su casa y cuenta historias, uno se junta con amigos y les cuenta historias. Algunos lo pueden contar mejor que otros o algunos pueden estar más abiertos que otros para contar, pero yo creo que si uno tiene algo que contar y realmente quiere contarlo lo puede hacer. Soy de esa idea y por eso mismo creo que los talleres te pueden enseñar, podés aprender a escribir. Y después también está el plus que no lo da la genialidad, no creo en la genialidad, lo da el trabajo. Es decir, el oficio. Uno que le mete muchas pilas, que lee muchos libros, corrige sus cuentos y que escribe y hace esto con ese tesón de querer hacer lo mejor que se pueda en el momento en que uno está.

“Nadie escribe solo; nosotros escribimos siempre en conjunto, con amigos, con amigas. No creo en el escritor alejado de todo”.

¿Entonces no hay inspiración?
Hay un momento creativo, de cierta magia, pero ese momento creativo no es tampoco un lugar privilegiado al que llegan solo algunos. Creo que cualquiera que se puede apartar de este mundo superrápido e híperveloz, de redes sociales y que le meta ganas a esto y en el hábito, en la práctica, en los talleres por ejemplo, va a poder entrar en ese momento artístico y fluir y contar una historia. Estoy seguro de eso. Y no lo digo yo, me acuerdo que leí un ensayo de (Ricardo) Piglia y él contaba una historia de Estados Unidos, de una escuela marginal donde había unos pibes y ninguno había escrito nada y les pidió que le contaran de manera oral un día en que su vida estuvo en peligro. Y Piglia contaba que todos estos pibes contaban historias tremendas, pero no solo por lo que narraban sino también que tenían suspenso, conflictos, contradicciones... tenían todo lo que un buen cuento debe tener. Soy de esa idea, por eso confío tanto en los talleres y desconfío de los escritores aislados. Y siempre digo que el único escritor que escribe bien sin talleres es Mario Flores (risas). Y lo digo un poco en broma, y en serio, él escribe rebien y nunca fue a un taller. Pero también tiene una obsesiva lectura, es muy inteligente para captar la forma, la estructura que usan otros y eso me parece brillante. Él es brillante.

“Hay un momento creativo, de cierta magia, pero ese momento creativo no es tampoco un espacio privilegiado”.

¿Se puede acceder a talleres en situaciones de pobreza?
Este año es la primera vez que la gestión me paga por el taller y no le cobra a los que participan. A mí me parece que es algo que hay que reconocer... Para mí el Estado debe intervenir en esas cosas, debe invertir y llevar talleres y, sobre todo, abrir la posibilidad de espacios en los barrios. Es algo muy importante. En Córdoba hay un colectivo artístico llamado Jeta Brava que trabaja en barrios periféricos; ahora estamos trabajando con Parque Educativo y todas las semanas van dos talleristas, de literatura y de rap, a esos barrios alejados, al borde de Córdoba. Está rebueno; de alguna manera, la idea de Jeta Brava es darle voz a los que no tienen voz y crear espacios de expresión para pibes y pibas y adolescentes que necesitan expresarse... Ya lo decía hace un montón de tiempo (Robert) Arlt: “Escribimos para no salir a tirar bombas”. Está bueno tener un lugar para poder expresar. Y hablamos con este amigo, Matías Barnes, que lleva adelante todo esto, y me decía “salimos de la pandemia y el 50% de los pibas y pibes están en situación de pobreza. Y entonces -me dice- les hace falta a ellos un lugar de expresión para canalizar todo lo que están pasando por dentro, y a mí me parece que el Estado debe preocuparse por esas cosas. Se gasta tanta plata en otras acciones y esto de los talleres se puede tranquilamente hacer con un menor presupuesto. En Córdoba lo hacemos y estaría bueno que se lo haga a mayor escala y en Salta. Te repito, está rebueno que esta vez la gestión le pague a los talleristas y que haya muchos talleres gratis.

¿Hasta qué punto la realidad nutre la ficción o, invirtiendo la pregunta, hasta qué punto la ficción puede dar cuenta de realidades?
La ficción es necesaria para sobrevivir en este mundo tan caótico, tan cruel y tan feo un montón de veces. Yo creo que desde siempre uno necesita arte y yo banco mucho a la ficción. Soy profe y le digo siempre a mis alumnos “necesitamos arte, necesitamos ficción para sobrellevar nuestras vidas chatas y aburridas”, para que en ese momento en que leemos un libro, vemos una buena película... el mundo se convierta en algo mucho más maravilloso de lo que realmente es. O mucho más cruel. Hay una construcción diferente de la ficción, y eso me parece que está rebueno; creo que a todos nos hace falta ficción. Hay también otras formas de descargar... por ejemplo el deporte es otro lugar donde los chicos se sienten vivos y también el arte es un lugar muy interesante para ellos. Siempre les digo que uno -en este mundo en el que trabaja un montón, que vive superrápido- en algún momento se vuelve una persona alineada, que hace todo de manera mecánica y cuando uno hace todo de manera mecánica deja de pensar. Nos levantamos a la misma hora, hacemos todos los días las mismas cosas y dejamos de pensar... Y si dejamos de pensar dejamos de vivir. De alguna manera, somos como el personaje de “El extranjero”, en (Albert) Camus: hacemos todo por inercia y, en realidad, el arte a veces nos abofetea y nos hace pensar... y si pensamos volvemos a sentir. Y si sentimos volvemos a vivir y eso me parece que es esencial para todos y para todas.

“El arte nos hace pensar... y si pensamos volvemos a sentir. Y si sentimos volvemos a vivir y eso me parece esencial”.

Y la educación artística en el sistema educativo, ¿qué lugar tiene?
Estoy en secundario, en nivel medio, y es difícil... en Córdoba, por ejemplo, se sacaron muchas horas de formación artística y eso es un bajón. Y después también las escuelas muchas veces -no todas- tienen mucha estructura y, de alguna manera, no les importa si el chico crea o no; les interesa más el contenido. Es complicado. Por suerte hay escuelas que trabajan muy bien...

Hay mucha historia con la denominada literatura del interior... La experiencia de Martín Maigua y editorial Nudista en Córdoba es muy interesante, editan con un sentido federal. ¿Cómo ves el mercado editorial en estos términos?
Nudista, en especial... me parece que fue un gran pero un gran acierto empezar a publicar mucha más gente del interior, de Santiago, gente de Jujuy, de Salta, de Tartagal, de Rosario... Me pareció un gran acierto. La editorial se volvió totalmente federal, y eso me parece buenísimo. Y, por otro lado, veo que está dura la realidad editorial. Es muy duro publicar un libro hoy. Venimos no solo de la pandemia, sino también de 4 años muy duros, en los que subieron los insumos. Habló con muchos editores y están publicando libros prometidos hace dos años, un año... y ya tienen todo cerrado para el año que viene. Está todo complicado y, sobre todo, para un escritor que recién comienza. Soy de la idea de que está bueno que haya concursos en los que te premian y hacen la publicación. Y también la autoedición está en un mal momento. En Salta había muchos que se autoeditaban y está bien. Era una salida... Pero en la actualidad está reduro publicar. Por ejemplo, Buenos Aires... olvidate. Ni te leen. No les importa lo que escribís; podés tener la mejor novela del mundo y si no tenés un nombre conocido ni te la leen. Es medio bajón porque uno siempre apuesta a que la obra es lo principal, pero, en la realidad, no. Importan también otras cosas más allá de la obra, si te conocen, si sos amigo de tal o de cuál. Y hay -me parece- una visión muy centralista de las editoriales grandes. Publican a los mismos autores, no apuestan a nuevos y está redura la edición, en general. 

“No volví a Tartagal... es algo que hago a través de lo que escribo. A partir de la ficción no vuelvo yo, pero vuelven mis personajes”.

¿Hace cuánto estás en Córdoba? 
Yo me fui en el 99. Viví en Tartagal hasta los 17 años y terminé quinto y me fui a Córdoba a estudiar. Y volvía los veranos, en las vacaciones, y después mis viejos se vinieron a vivir a Córdoba y me quedó menos gente para visitar. Y cada vez vuelvo menos a Tartagal, y eso que a mí me gusta tanto. Yo había prometido que cuando me recibiera volvería, pero no lo cumplí...

De todas formas, tu ficción transita las calles de Tartagal, del norte...
Eso me dicen, eso dice mi compañera. Lee mis libros y dice “otra vez Tartagal”, y se ríe. Bueno, hay cosas que uno se da cuenta no por uno sino por otros, cuando te hacen una buena lectura. Una escritora de Tartagal me dice “vos volvés con la literatura”. Y eso me pareció interesante, nunca lo había pensado y es cierto, de alguna manera esto de que no volví a Tartagal... es algo que inconscientemente hago a través de lo que escribo. A partir de la ficción, no vuelvo yo, pero vuelven mis personajes.

Temas de la nota

PUBLICIDAD