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La guerra mundial por el subsuelo

Miércoles, 24 de febrero de 2021 01:52

Oriente, dueño de una cultura milenaria, interpreta la idea del largo plazo mucho mejor que Occidente, dominado por el cortoplacismo. Hace cuarenta años, Deng Xiaoping decía "Hay petróleo en Medio Oriente, pero hay "tierras raras" en China". En aquel entonces, nadie le prestó demasiada atención a esa frase enigmática. Pero el arquitecto de la China contemporánea dejó también otro axioma que sus compatriotas cumplieron a rajatabla: "esconde tus capacidades y espera el momento oportuno".

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Oriente, dueño de una cultura milenaria, interpreta la idea del largo plazo mucho mejor que Occidente, dominado por el cortoplacismo. Hace cuarenta años, Deng Xiaoping decía "Hay petróleo en Medio Oriente, pero hay "tierras raras" en China". En aquel entonces, nadie le prestó demasiada atención a esa frase enigmática. Pero el arquitecto de la China contemporánea dejó también otro axioma que sus compatriotas cumplieron a rajatabla: "esconde tus capacidades y espera el momento oportuno".

Ese momento parece haber llegado: Estados Unidos afronta hoy el inédito peligro que encierra la amenaza china de reducir las exportaciones de "minerales críticos", que representan un insumo insustituible para la fabricación de una amplísima gama de productos de tecnología de última generación, desde los teléfonos inteligentes y las luces LED hasta los monitores de pantalla plana, los vehículos eléctricos, las turbinas eólicas y los ultramodernos aviones F-35, una joya inapreciable de la Fuerza Aérea estadounidense.

Una nota del Financial Times reveló que "el Ministerio de Industria y Tecnología de la Información de China propuso en enero un borrador de controles sobre la producción y exportación de 17 minerales de tierras raras en China, que controla alrededor del 80% del suministro mundial. Los ejecutivos de la industria dijeron que los funcionarios del Gobierno les habían preguntado en qué medida se verían afectadas las empresas en USA y Europa si China restringiera las exportaciones de tierra raras durante una disputa bilateral. Beijing quería comprender mejor la rapidez con que Estados Unidos podría obtener fuentes alternativas de tierras raras y aumentar su propia capacidad de producción".

 

El artículo subrayaba que "los aviones de combate como el F-35, un avión de Lockheed Martin, dependen en gran medida de las tierras raras para componentes críticos como sistemas de energía eléctrica e imanes. Un informe del Servicio de Investigación del Congreso dijo que cada F-35 requería 417 kg. de materiales de tierras raras". El 75% de las "tierras raras" que consume Estados Unidos provienen de China.

El periodismo especializado en asuntos internacionales tuvo que realizar un curso acelerado para averiguar que la denominación de "tierras raras" incluye a diecisiete elementos químicos cuyo nombre resulta virtualmente imposible de retener: escandio, itrio, lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometió, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio y lutecio. El término "tierra" es un vocablo arcaico que alude a los óxidos. El calificativo de "raros" deriva de que es muy poco común encontrarlos en una forma pura, aunque haya depósitos de algunos de ellos diseminados por todo el mundo. Habitualmente aparecen mezclados con otros minerales, por lo que requieren un complejo proceso para su separación.

Para el mundo científico, no se trata de una novedad. Las "tierras raras" fueron descubiertas accidentalmente por un minero sueco a fines del siglo XIX. Como su utilidad era desconocida, su existencia se mantuvo durante un siglo y medio en la obscuridad. Su momento estelar llegó con el desarrollo de la energía atómica. En su búsqueda de uranio para provocar la fisión nuclear, los científicos estadounidenses a cargo del "Proyecto Manhattan" para la fabricación de la primera bomba atómica dieron con yacimientos de "tierras raras", que debían ser separadas del uranio, y empezaron tangencialmente el estudio de tres de las diecisiete actualmente conocidas: el cerio, el lantano y el praseodimio. En la segunda mitad del siglo XX, desde la televisión a color hasta los aviones de combate más avanzados utilizaban como insumos las "tierras raras".

La venganza de la geografía

Lo cierto es que China demostró su capacidad de adelantarse a los acontecimientos. Desde la década del 70, Beijing impulsó una política activa en relación a las "tierras raras".

Los resultados están a la vista. El 62 % de la producción mundial pertenece a China, el 12% a Estados Unidos, el 10% a Myanmar (un virtual protectorado chino), el 10% a Australia (crecientemente asociada a Estados Unidos) y el pequeño puñado restante a otros países que no superan el 2% cada uno. Tendencialmente, China redujo su participación en la producción global, que en la década del "90 superaba el 90% del total, pero mantuvo un absoluto predominio en la fase de la refinación. La producción norteamericana es exportada a China para su separación y reexportada a Estados Unidos. Solamente una compañía australiana tiene una planta de refinación fuera de China, localizada en Malasia, y está en tratativas para sustituir al coloso asiático en la refinación de la producción estadounidense.

La causa fundamental por la que Beijing logró esta ventaja reside en su tradicional subestimación del impacto ambiental. La explotación como el refinamiento de las "tierras raras" tiene un efecto altamente contaminante. En China, los yacimientos y las plantas refinadoras están en regiones alejadas de las grandes ciudades, pero su actividad es motivo de frecuentes litigios entre las empresas involucradas y los pobladores. Esa conflictividad inspiró la decisión de promover la explotación de los yacimientos de Myanmar, lo que potenció la relevancia geopolítica de ese pequeño país asiático.

En contraste, ni Estados Unidos ni Australia pueden sustraerse al reclamo de los ecologistas. Por su base electoral, Joe Biden puede enfrentar en este punto específico más problemas que Donald Trump. 
La disputa por las “tierras raras” se extiende a la competencia por el litio, otro de los “minerales críticos” cuya demanda crecerá en los próximos años. China no es un productor significativo. Australia es actualmente el líder mundial en la producción de este mineral, que exporta principalmente a China, cuyas empresas mineras están presentes también en la propiedad de sus yacimientos. Pero en este terreno la puja es geográficamente más vasta, e incluye al triángulo productor localizado en el sur de Bolivia y el norte de la Argentina y Chile. Las compañías mineras chinas ya ganaron la delantera con inversiones en los tres países. Como contrapartida, Estados Unidos acaba de lanzar su “Iniciativa de gobernanza de los recursos de energía”, oficialmente orientada a incentivar a los países a explotar sus reservas de litio, cobre y cobalto. 
Esta contienda entre Estados Unidos y China constituye una revancha de la geopolítica, cuya relevancia había quedado un tanto menospreciada ante la fenomenal reducción de las distancias geográficas provocada por los avances tecnológicos en materia de comunicaciones. Porque el aprovisionamiento de “minerales críticos” es una condición indispensable en la competencia tecnológica que libran ambas superpotencias por el liderazgo en la inteligencia artificial y la conquista del espacio. 
Esta revalorización de los recursos naturales, en este caso mineros, como un insumo insustituible para el aprovechamiento de las innovaciones tecnológicas aumenta el atractivo económico de los países productores. Así como Deng enfatizaba la importancia de que China, que a diferencia de Medio Oriente no tenía petróleo pero sí “tierras raras”, cada país tendrá que preguntarse cómo aprovechar inteligentemente las ventajas competitivas derivadas de la explotación de sus propios recursos en un mundo interdependiente.

* Vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico

 

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