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Inundaciones en el Valle de Lerma: “Ningún municipio puede salvarse solo”

Sabado, 13 de marzo de 2021 11:05

Cada verano renace el tema de las inundaciones en el Valle de Lerma, una problemática muy antigua de la cual deja de hablarse una vez que termina el período estival para renacer luego en cada diciembre. 
Uno de los principales inconvenientes a la hora de buscar soluciones definitivas a esta cuestión, es que los municipios buscan hacerlo en solitario. Las obras hídricas individuales no alcanzan, ni alcanzarán, si es que no se tiene en cuenta el origen de un problema que tiene múltiples aristas y que involucra a varios municipios.

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Cada verano renace el tema de las inundaciones en el Valle de Lerma, una problemática muy antigua de la cual deja de hablarse una vez que termina el período estival para renacer luego en cada diciembre. 
Uno de los principales inconvenientes a la hora de buscar soluciones definitivas a esta cuestión, es que los municipios buscan hacerlo en solitario. Las obras hídricas individuales no alcanzan, ni alcanzarán, si es que no se tiene en cuenta el origen de un problema que tiene múltiples aristas y que involucra a varios municipios.

La geografía en la región genera que las aguas escurren de las zonas altas ubicadas al oeste, donde se hallan Campo Quijano y Rosario de Lerma, hacia el este, en cuyo camino alcanzan a Cerrillos y La Merced. Es decir, que las precipitaciones en la Quebrada van sumando caudal y velocidad desde Quijano y Rosario, hasta los barrios ubicados a la vera de las rutas 21 y 26, para luego llegar al curso de agua que bordea la serranía Castillejo que las conduce hacia el sur.

 

Si las obras no se planifican regionalmente, difícilmente las localidades afectadas podrán hacer algo al respecto. Como se apuntó, las causas son múltiples e incluyen una falta de “política de riego” en la amplia zona rural, donde cada parcela dirige los excedentes a la zona más baja hasta hacerlas desembocar en conjunto sobre los caminos rurales, rutas provinciales y nacionales, tornándolas intransitables. Es por eso que no hacen falta grandes tormentas para ver diversos tramos de la ruta 68 anegados en plenos días de sol. 

Otro punto a tener en cuenta y uno de los más importantes es el taponamiento de los históricos desagües ferroviarios, sumado al surgimiento de grandes urbanizaciones en zonas de escurrimiento sin una adecuada canalización, falta de programas de forestación, etc. También pudo notarse un incremento de la ferocidad de los caudales a partir de las obras realizadas en el río Toro, destinadas al riego presurizado para los cultivos del Valle de Lerma, cuya red también se vio afectada en los últimos años. Todos estos factores develan una carencia técnica alarmante de los órganos de planificación y de control, y de decisión política en todos los niveles.

Un abordaje serio de las inundaciones conllevará la participación de todos los municipios involucrados, universidades a través de sus prestigiosas carreras de ingeniería y geología; organismos de control, como Recursos Hídricos; entidades competentes, entre ellas Vialidad de la Provincia y de Nación, del sector tabacalero, consorcios de agua, legisladores, Copaipa, Colegio de Arquitectos, entre otros.

A medida que pasa el tiempo, las consecuencias de las inundaciones son cada vez más profundas y arrasan con los bienes particulares y públicos, destruyendo millonarias obras de infraestructura caminera, espacios verdes y trazados urbanos, etc. Difícilmente el Valle de Lerma podrá afianzar un desarrollo integral, si carga sobre sí una problemática que afecta la producción, el turismo, el comercio y la vida cotidiana de su gente.

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