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Un joven wichi pide por el servicio de traslado para dializarse en Orán

Luis Gray vive en un paraje a 8 kilómetros de Apolinario Saravia. Tres veces por semana debe viajar para poder cumplir con un tratamiento. Desde marzo no le cubren el viaje.
Domingo, 07 de marzo de 2021 01:42

"Soy del interior. Yo soy aborigen, wichi soy", se presenta Luis Gray, uno de los afectados por el corte del servicio de traslados de pacientes que dispuso Cepridiasa, la Asociación de Centros de Diálisis de Salta y Jujuy, por la falta de cumplimiento del acuerdo del Gobierno provincial.

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"Soy del interior. Yo soy aborigen, wichi soy", se presenta Luis Gray, uno de los afectados por el corte del servicio de traslados de pacientes que dispuso Cepridiasa, la Asociación de Centros de Diálisis de Salta y Jujuy, por la falta de cumplimiento del acuerdo del Gobierno provincial.

"Nosotros dependemos porque nuestros riñones ya no funcionan", dice e implora a "las autoridades, por favor, que puedan ayudar por el traslado de la diálisis. No tenemos otro medio, dependemos del Ministerio de Salud, por favor que nos ayuden", clamó Luis, que debe hacerse la diálisis tres veces por semana.

El hombre viaja en moto con su hermano desde una misión llamada Emanuel hasta Apolinario Saravia. Pero depende de que él lo pueda acercar. Sale a las 6. Son dos pacientes que se trasladan, cada vez, desde Saravia hasta el centro de diálisis en la ciudad de Orán y tardan dos horas en llegar.

Antes del 1 de marzo los pacientes eran buscados desde sus casas y trasladados directo a los centros. Por estos días algunas municipalidades u hospitales de las localidades ofrecieron soluciones provisorias, a partir de sus notas y reclamos. Medidas transitorias y difíciles de sostener en el tiempo. A algunos el municipio les puso un remís, a otros les da el dinero de los viajes. Otros van por sus propios medios o los lleva algún familiar.

Son diez los centros de diálisis distribuidos en la provincia y reciben a pacientes tanto con obra social como a aquellos que el Gobierno contiene ante la falta de estas coberturas. Los centros privados financian el transporte pero desde el 1 de marzo dejaron de hacerlo, como una medida de protesta.

Según manifiestan, el Ministerio de Salud no cumplió con lo acordado el 16 de noviembre con la asociación, después de un conflicto que había durado varias semanas.

En esa acta acuerdo suscripta entre el Ministerio de Salud Pública, a cargo de Juan José Esteban, y Cepridias se pautaban los plazos de pago de las prestaciones, la autorización y efectiva implementación de los accesos vasculares (de los cuales depende la vida de los pacientes renales crónicos), una diferencia de pago de lo que abona Incluir Salud, y, ante todo, el ajuste de los costos de las prestaciones a valores del IPS, según informa el sitio web del Gobierno.

Esto último "sin ser una panacea, admite cierta movilidad que hace que los costos dolarizados no queden tan atrasados respecto de la inflación y el aumento del dólar", dice Nora Marchetta, una de las dueñas de los centros que realizan el tratamiento y que explica que no se cumplieron los acuerdos y piden la atención de los referentes y decisores.

El problema es que los centros son privados, atienden un sector de la salud que el Estado no tiene cómo atender. Son empresas familiares, "sin espalda para sostener adelantos, deudas o retrasos", dijo la mujer.

Todas las historias de las personas que se dializan son muy duras. Pasan cuatro horas literalmente "enchufados" a una máquina, tiempo durante el cual no pueden hacer nada. La vulnerabilidad es mayor para aquellos pacientes que no viven en la ciudad donde se encuentra el centro de diálisis, como es el caso del hombre wichi.

Pocos recursos

Los pacientes de diálisis generalmente reciben pensiones por discapacidad. A veces ni eso, como el caso de Luis. Viven de la pensión de Liliana, su mujer -que padece epilepsia-, ellos dos y sus 4 hijos. "Con esa pensioncita nos damos vuelta", contó.

"No tenemos nada, ninguno tenemos ni obra social", dice Luis, quien cumple el 9 de julio dos años en diálisis. "Tenía problemas, dolor de cintura, pies hinchados, hinchazón de estómago", relata. Dijo que un día se desmayó y perdió el conocimiento. Sus hermanos le contaron que estuvo cinco días en terapia intensiva en Salta.

"Nosotros si no hacemos la diálisis en una semana los pulmones se llenan de líquido y ya no podemos respirar", se preocupó.

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