¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

18°
26 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Japón adelanta el futuro

Miércoles, 14 de abril de 2021 02:09

Cuando el mundo entero debate sobre el futuro del trabajo y elucubra alternativas para evitar que la automatización generalizada de la economía multiplique las tasas de desempleo y la exclusión social, el misterioso Japón acelera el camino para sustituir con robots a una mano de obra en constante reducción, resultado de una curva demográfica en continuo descenso y una población que, como contrapartida, presenta la tasa de expectativa de vida más elevada del planeta.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Cuando el mundo entero debate sobre el futuro del trabajo y elucubra alternativas para evitar que la automatización generalizada de la economía multiplique las tasas de desempleo y la exclusión social, el misterioso Japón acelera el camino para sustituir con robots a una mano de obra en constante reducción, resultado de una curva demográfica en continuo descenso y una población que, como contrapartida, presenta la tasa de expectativa de vida más elevada del planeta.

Lo que para el mundo es un desafío a resolver, para los japoneses es no sólo una oportunidad sino una necesidad ineludible para la supervivencia de la tercera economía mundial.

La edad promedio de la población japonesa es de 46 años. La expectativa de vida es de 81 años para los hombres y de 87 para las mujeres. El 26% de la población tiene más de 65 años, pero las proyecciones son aún más inquietantes: en 2065 ese porcentaje aumentará al 40%. La tasa de natalidad es bajísima. Todos los años hay más defunciones que nacimientos. Japón tiene hoy 122 millones de habitantes, pero a este ritmo en 2065 tendrá sólo 88 millones. Con cada vez menos niños y más ancianos, la población económicamente activa tiende inexorablemente a disminuir.

A esto hay que agregar que, por arraigadas razones culturales, los japoneses son muy reacios a la inmigración extranjera, que podría sustituir a la declinante mano de obra local. Sólo el 2% de los habitantes de Japón son extranjeros, a quienes les cuesta enormemente asimilarse a la cultura y las costumbres locales. Entre inmigrantes y robots, los japoneses prefieren robots. Sustituir al hombre por la máquina deja de ser un problema para convertirse en una solución, quizás la única.

El ex primer ministro Shinzo Abe impulsó la Iniciativa de la Revolución Robótica, orientada al desarrollo de esa industria y a que las pequeñas y medianas empresas niponas incorporaran masivamente la automatización de su producción. Actualmente Japón produce el 50% de los robots industriales que se emplean en el mundo y después de Corea del Sur es el segundo país en la proporción entre robots y trabajadores industriales.

En realidad, Abe no descubrió la pólvora, sino que en todo caso asumió la continuidad histórica de una tendencia estructural que estaba en el origen del "milagro japonés", patentizada en una larga marcha iniciada cuando el Japón devastado por la segunda guerra mundial encaraba la tarea de su reconstrucción económica.

El Gobierno comenzó a promover esa nueva industria ofreciendo préstamos con tasas de interés muy bajas y exenciones fiscales. Martin Rathmann, un estudioso de la cultura japonesa de la Universidad de Siegen, en Alemania, subraya que "los robots industriales jugaron un papel importante en el renacimiento de Japón durante los 60"

En la década del 70, el sector automotriz se puso a la vanguardia en el avance de la robótica, lo que incrementó extraordinariamente su competitividad y posibilitó que los autos nipones inundaran el mercado mundial. "Los fabricantes de automóviles han contribuido al crecimiento de los robots industriales con el objetivo de poder mejorar su propia productividad", señala Yuji Hosoda, secretario general de la Sociedad de Robótica de Japón. Kazuhito Yokoi, director del Instituto de Investigación de Sistemas Inteligentes en el Instituto Nacional de Avance de la Ciencia y la Tecnología, asevera que "la industria de la robótica es potente porque la de los automóviles es potente. En Japón tenemos muchas empresas de automóviles como Toyota, Mitsubishi, Nissan o Suzuki que se han introducido en la industria de los robots".

En la década del 90, muchos otros conglomerados industriales y pequeñas empresas tecnológicas ("startups") incursionaron en la actividad. Yokoi puntualiza que "empresas como Panasonic, Sharp o Sony, que también son muy fuertes, han entrado en el mercado y han aportado grandes avances". Agrega que las universidades jugaron también un papel fundamental: "la industria se sustenta en redes muy fuertes que enlazan al gobierno, las empresas y las universidades. Por estas redes es por lo que Japón es un buen país para el negocio de la robótica".

Historietas, cultura y tecnología

En esta afición de los japoneses por la robótica, que presupone una cierta empatía con las máquinas, anida una antigua tradición cultural que algunos antropólogos remontan al sintoísmo, una religión nacional que atribuye la posesión de espíritus, o "kami", no solamente a los seres humanos, sino también a los accidentes naturales como las montañas o hasta los objetos cotidianos como los lápices. "Todas las cosas tienen un poco de alma", afirma Bungen Oi, sacerdote de un templo budista que celebró funerales para perros robóticos. "Para los japoneses, siempre hay una deidad dentro de un objeto", sostiene Kohei Ogawa, diseñador principal de Mindar, un robot que representa a un sacerdote que predica el budismo

Cosima Wagner, una investigadora de la Freie Univesitat de Berlín, relata que en 1649 los gobernantes japoneses prohibieron el uso de la tecnología para el desarrollo de nuevas armas a fin de evitar el surgimiento de posibles rivales. Los hábiles artesanos nipones, reconocidos internacionalmente como maestros en la materia, canalizaron entonces su talento en creaciones más inocuas, al estilo de muñecas mecánicas que actuaban en teatros de marionetas.

Cuando dos siglos después, a mediados del siglo XIX, la intervención militar extranjera obligó a Japón a abrir contacto con el exterior, los desarrolladores de juguetes lideraron el empleo de la tecnología occidental para usos más prácticos. 
En 1875, la fabricante de muñecas Tanaka Hisashige fundó Tanaka Seisakusho (Tanaka Engineering Works), primera compañía nipona de ingeniería mecánica. Unos 64 años después ese conglomerado adquirió el nombre hoy famoso de Toshiba.
Otro factor determinante para la propensión de los japoneses a las nuevas tecnologías fue la industria del espectáculo. Uno de los personajes más influyentes de la época fue Astro Boy, que se introdujo masivamente desde 1952 en revistas de historietas, programas de televisión, películas y una amplia gama de productos. Astro Boy era un humanoide que usaba sus poderes sobrenaturales para hacer el bien. Su popularidad generó un clima positivo sobre la tecnología. En ese sentido, el mensaje de Astro Boy contrastaba con la imagen de Frankestein, ese monstruo que escapaba a la voluntad de su creador, cuya difusión moldeó culturalmente los temores del público occidental al avance de las máquinas inteligentes.
 Pero en los últimos tiempos, la robótica japonesa ya no está centrada en la sustitución del trabajo humano en la actividad productiva. La prioridad giró hacia su utilización como un elemento auxiliar para tornar más fácil las tareas domésticas. Porque su atención está cada vez más focalizada en la satisfacción de las necesidades de la vida cotidiana de la población mayor, lo que en Japón es una obsesión nacional. El ejemplo emblemático fue el éxito de PaPeRo, un “robot de compañía” que dialoga con personas mayores o niños. 
El objetivo estratégico, más allá del incremento de la competitividad, es mejorar las condiciones de vida de la población. No es sólo la modernización de la economía sino la remodelación de la sociedad. En un mundo signado por el descenso de la tasa de natalidad y el alargamiento de la expectativa de vida, dos rasgos comunes a las sociedades altamente desarrolladas, Japón adelanta el futuro.
* Vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico
 

PUBLICIDAD