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Mujeres en la línea de fuego

Sabado, 29 de mayo de 2021 02:14

Varios de los frentes de batalla que presenta la pandemia de COVID-19 encuentran a las mujeres como actoras principales, pero también como las más vulnerables, una condición estrictamente vinculada con el género, que acentúa sus dificultades para alcanzar la igualdad en términos económicos, sociales y de acceso a derechos.

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Varios de los frentes de batalla que presenta la pandemia de COVID-19 encuentran a las mujeres como actoras principales, pero también como las más vulnerables, una condición estrictamente vinculada con el género, que acentúa sus dificultades para alcanzar la igualdad en términos económicos, sociales y de acceso a derechos.

Una estadística económica general de América Latina en 2020 puede dar un indicio del impacto social que ha tenido, y tiene aún, la pandemia de COVID-19: unas 118 millones de mujeres quedaron en situación de pobreza el primer año de la crisis, 23 millones más que en 2019. A nivel global, para 2021 el total de mujeres y niñas que vivirán en la pobreza extrema será de hasta 435 millones, según ONU Mujeres

En la Unión Europea (UE) más del 30% de las mujeres ocupan puestos de trabajo a tiempo parcial e informales, con menos derechos laborales, menos protección sanitaria y menos prestaciones fundamentales, aunque tienen que seguir cuidando niños y familiares durante las mismas jornadas en las que han quedado absorbidas ahora por el teletrabajo.

Según un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Estados Unidos, Reino Unido y España las madres cargaron con gran parte del enorme impacto económico de la pandemia, y con el cierre de escuelas muchas mujeres perdieron sus empleos o les redujeron los horarios de trabajo.

"En el mundo del trabajo las mujeres con hijos chicos se cuentan entre las mayores víctimas de los cierres de actividades", dijo la propia directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, que consideró "crucial" darles ayuda desde el Estado, con asistencia financiera y entrenamiento para nuevos empleos que reemplazarán a muchos que la pandemia se llevó para siempre.

En América Latina, antes de la pandemia, de los 13 millones de trabajadores domésticos 91,5% eran mujeres (el sector absorbe el 11,1% del empleo femenino). Pero en plena primera ola los niveles de ocupación en el trabajo doméstico remunerado cayeron -24,7% en Brasil; -46,3% en Chile; -44,4% en Colombia; -45,5% en Costa Rica; -33,2% en México, y -15,5% en Paraguay.

 

La pandemia, según Oxfam, afectó negativamente iniciativas dirigidas a mejorar la salud sexual y reproductiva, y potenció el riesgo de embarazos no deseados (hasta siete millones en el mundo), enfermedades de transmisión sexual y complicaciones en el embarazo, el parto y el aborto. La mortalidad materna aumentó hasta 39% al mes en 79 países de renta baja y media, por la reducción de la atención perinatal.

En Estados Unidos casi dos millones de mujeres de más de 20 años salieron de la fuerza laboral durante los primeros tiempos de la pandemia. En América Latina, según Cepal, un 73,2% de las personas empleadas en el sector de la salud son mujeres, bajo condiciones de trabajo extremas, con extensas jornadas laborales, el riesgo básico de contagiarse de todo personal sanitario.

"Todo esto en un contexto regional en el que persiste la discriminación salarial, pues los ingresos laborales de las mujeres que trabajan en el ámbito de la salud son un 23,7% inferiores a los de los hombres del mismo sector", explica Alicia Bárcena, directora ejecutiva de Cepal.

En la UE, donde las estadísticas están disponibles, de los 49 millones de cuidadores de personas enfermas, los más expuestos al virus, alrededor del 76% son mujeres.

 

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