El 20 de abril pasado, Laura P. fue a su doctora, como cada mes, desde hace varios años. Primero fue un cáncer de mamas, luego una metástasis en huesos que su oncóloga y su prolijidad en el tratamiento llevan de maravillas.
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El 20 de abril pasado, Laura P. fue a su doctora, como cada mes, desde hace varios años. Primero fue un cáncer de mamas, luego una metástasis en huesos que su oncóloga y su prolijidad en el tratamiento llevan de maravillas.
Esta vez, sin embargo, la especialista le solicitó empezar a hacer análisis semanales debido a una abrupta caída de plaquetas y aumento en el marcador tumoral. Ante el requerimiento médico, la obra social Boreal la mandó a auditoría y tras cartón, el 22 de abril, la paciente recibió un mensaje informal del administrativo que autoriza la medicación mes a mes: le dijo que estaba dada de baja en la obra social a la que su esposo aporta religiosamente desde hace varios años, por todo el grupo familiar, en el plan más alto.
No fue este el primer golpe bajo. Hace más de un año, Laura tuvo que interponer un recurso de amparo para que Boreal no se desentienda del plan Oncológico.
Ahora, se encontró con que la obra social le dio de baja del padrón de afiliados. El motivo esgrimido fue que la paciente, como ha recibido una jubilación por incapacidad, porque ha trabajado y aportado al sistema hasta que sus fuerzas se lo permitieron, tiene ahora PAMI. Sin más explicación, de modo unilateral, le cortaron todos los servicios, como si en nuestro país no se pudiera tener dos obras sociales.
Al drástico corte de cobertura resuelto en medio de un crucial tratamiento oncológico se suma el hecho de que ella jamás se dio de alta en el PAMI, conocedora de la precariedad de los servicios que brinda a sus afiliados.
El 26 de abril último, ante una presentación de su abogada, el Juzgado Federal Nº 2 de Salta solicitó que se interponga un nuevo amparo. El 10 de mayo se presentó un escrito con todo lo que requirió la Justicia, pero a la fecha no se tienen novedades. El expediente sigue saltando de oficina en oficina y Laura está desde hace cuarenta días desamparada en su salud, sin medicación, sin controles ni posibilidad de consulta médica.
Su obra social le cortó unilateralmente los servicios oncológicos pero sigue recibiendo sin chistar el pago de la cuota familiar.
La paciente es una mujer joven, de 42 años y con tres hijos, que pelea desde hace 13 años contra una enfermedad que no da tregua.
Pone todo de su parte, pero desde la Justicia no se la ayuda con la urgencia que requiere su condición de salud, como en tantos otros casos en los que obras sociales y prepagas solo parecen ver números en vez de personas y tienden de manera continua a incumplir con las obligaciones contraídas.