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Blanquear negros en piscinas de moteles

“No hay épica en la soledad; los actos trascendentes están determinados  siempre por el entusiasmo de muchos”. Uriel Fisher
Sabado, 17 de julio de 2021 21:27

Estoy en Saint Augustine (1565), la pintoresca y españolísima ciudad, la más antigua continental en pie, de EEUU. Aquí sus habitantes muestran con honor el pasado colonial ibérico. Puedes sonreirte a plenitud, encontrándote con las calles Valencia, Granada, Córdoba, Zaragoza o Cádiz. Por aquí se conservan los escudos y blasones que hacen eco del pasado peninsular en estas estrechas callejuelas empedradas, las terrazas, las iglesias y los infaltables bares de tapas, licor y frutos del mar.

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Estoy en Saint Augustine (1565), la pintoresca y españolísima ciudad, la más antigua continental en pie, de EEUU. Aquí sus habitantes muestran con honor el pasado colonial ibérico. Puedes sonreirte a plenitud, encontrándote con las calles Valencia, Granada, Córdoba, Zaragoza o Cádiz. Por aquí se conservan los escudos y blasones que hacen eco del pasado peninsular en estas estrechas callejuelas empedradas, las terrazas, las iglesias y los infaltables bares de tapas, licor y frutos del mar.

Todos estos mojones de hospitalidad, integración y buen vivir fueron aplastados por la furia y la violencia segregacionista anti-afroamericana. Aquí el Ku Klux Klan estableció un bastión operativo a través de secuestros, manifestaciones callejeras, persecuciones deliberadas y encuentros sistemáticos y formales de los racistas del norte de Florida, Georgia y Alabama. Y así como hay gente que tira un vidrio en la playa hay otros que lo levantan. También aquí se generó un corajudo movimiento contestatario a los sectarios del Ku Klux Klan.

Punto de inflexión

El mítico movimiento de San Agustín suscitó un punto de inflexión. El hartazgo comenzó (1963) con el odontólogo Robert Hayling que apoyado por la madre del gobernador de Massachusetts (72 años), que acordaban con la plena implementación de derechos civiles, ellos blancos, también fueron detenidos y apaleados por los sectarios segregacionistas que lo consideraban “traidores a la raza blanca”.

En 1964 la confederación de Cristianos del Sur, de Martin Luther King Jr., observaron la imperiosa necesidad de estar donde el termómetro marcaba la mayor temperatura. Y un grupo de colaboradores salió a marchar por estas calles. Los grandes logros tienen territorio no son virtuales ni antes ni hoy. 
Los manifestantes que partían del viejo mercado de esclavos -sabedores de elegir un punto de partida de alto valor simbólico- fueron abucheados y una lluvia de botellas y piedras bautizaron la participación, y terminó con los manifestantes presos, tantos, que no dieron abasto las comisarías. 
Nuevamente aquí la madre del gobernador volvió a caer presa junto a monjas y sacerdotes de otros credos.

Luther King, arrestado

El mismísimo Luther King, activo por estos lares, fue arrestado por osar intentar acceder al restaurant del tristemente célebre Motel Monson, vedado para los afroestadounidenses.

Lo más contundente, álgido y asombroso ocurrió en ese motel el sábado 18 de junio de 1964, un grupo de activistas blancos y negros se lanzó a la piscina. 
Entonces el mánager del lugar, Jim Brock, tomó ácido muriatico y ácido clorhídrico, que se usaba para eliminar y desinfectar, y los vertió en la piscina sobre los activistas. 

Por supuesto, sabemos quiénes fueron a parar a la comisaría en traje de baño y desesperados. 
Como si fuera poco, aquí en San Agustín ocurrió otro acontecimiento único que ni en la alemania nazi se pudo superar. 

Cuando a Luther King lo encarcelaron, hizo un llamado por carta al rabino Israel Dresner, convocándolo a participar del movimiento de San Agustín. Dressner se hizo presente con otros 15 rabinos en el mítico Motel Monson y, por supuesto, se arrestó sin miramientos a los 16 religiosos, siendo el acontecimiento de arresto masivo de rabinos más grande en la historia judía en un mismo momento.

Rab. Israel Dresner (el rabino más arrestado de EEUU) y el Rab. Heschel fueron militantes incondicionales junto a Luther King en aquellas épocas, cuando nuevamente la épica se encarna en el desmantelamiento de privilegios de las clases dominantes y las élites aterradas reaccionarias. 

El Motel Monson, al 32 de la avenida Menéndez, desapareció, en su lugar emergió un Hilton. Me meto igual, busco la piscina “blanqueadora”, ya no está, solo quedan -y en un gesto considerado de absoluta generosidad- unos escalones y una placa que tímidamente informa, casi con vergüenza, lo que en esos metros cuadrados sucedió.

Me lleno de preguntas, sujeto mi indignación, documento mi pasada por aquí, ante la mirada de los conserjes asombrado porque alguien vino a visitar la vergonzosa zona, donde la supremacía blanca se ensañó, donde a Martin Luther King Jr. se le negó la entrada, donde la permanencia de negros no era permitida ni en la vereda, donde muchos empresarios se ensañaron con los afroamericanos y las minorías que los apoyaban hasta el nivel de rociarlos con ácido.

San Agustín, la ciudad más antigua de Estados Unidos, portadora de una belleza única y de un pasado segregacionista que intenta ocultar, pero que no puede con los que exploramos la historia para tener un mejor futuro. San Agustín ejecutó las acciones de los que intentan desmantelar la historia, desarticulando los símbolos y/ o ocultan los iconos y/ o los suplantando por nuevas narrativas de éxito. Pero la épica sobrevive, ya que solo mueren los acontecimientos trascendentes cuando mueren los últimos que lo recuerdan.

¿Qué símbolo se quiere borrar de tu lugar, para olvidar la épica pasada?
 

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