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La llave del desarrollo humano

Miércoles, 21 de julio de 2021 01:46

La verdadera libertad y el progreso tienen un componente que está en su cimiento: la educación de calidad. No se trata solo de transmitir conocimiento, sino que debe ser una práctica del pensar, cuestionar y del desarrollo de la libertad. La educación del siglo XXI debe generar "factores de éxito" tales como la constancia, los valores, el esfuerzo. y debe formar a la persona en tres esenciales dimensiones:

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La verdadera libertad y el progreso tienen un componente que está en su cimiento: la educación de calidad. No se trata solo de transmitir conocimiento, sino que debe ser una práctica del pensar, cuestionar y del desarrollo de la libertad. La educación del siglo XXI debe generar "factores de éxito" tales como la constancia, los valores, el esfuerzo. y debe formar a la persona en tres esenciales dimensiones:

* La del saber, que consiste en aprender desde la simple lectura y escritura hasta un mar de conocimientos.

* La del saber hacer, que es aprender a aplicar los conocimientos adquiridos para crear y contribuir a la construcción de una sociedad mejor.

* La del saber ser, para cultivarse en valores tales como la honestidad, sentido de justicia, templanza, prudencia, generosidad, altruismo, solidaridad, cooperación, humildad, respeto por la diversidad de ideas, por el prójimo y sobre todo conciencia en que cada uno debe aportar algo al bien social.

Un país que forma a personas con esas condiciones puede aspirar, legítimamente, al progreso, al bienestar y al desarrollo humano de sus ciudadanos.

Lo que enseña la historia

Vale la pena escuchar reflexiones fundadas en la experiencia y en la historia:

* "La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo". (Nelson Mandela)

* "El principal objetivo de la Educación es criar personas capaces de hacer cosas nuevas, y no solamente repetir la que otras generaciones hicieron". (Jean Piaget)

* "La Educación es el pasaporte hacia el futuro, el mañana pertenece a aquellos que se preparan para él en el día de hoy". (Malcom X)

Tres potentes frases del siglo XX que reflejan lo que la educación significa.

Nuestro país tuvo conciencia de ello cuando Domingo Faustino Sarmiento, en 1845, hizo un viaje a Europa y a Norteamérica encomendado por el gobierno de Chile para investigar métodos educativos que pudieran trasplantarse al país. En los Estados Unidos descubrió el trabajo de Horace Mann, quien había aplicado las teorías del educador suizo Johan Heinrich Pestalozzi y que abogaba por una educación pública como base del crecimiento de un Estado. El objetivo básico era crear escuelas normales de formación, junto con colegios donde pudieran hacer sus prácticas los docentes recibidos.

El sueño de Sarmiento, ya como expresidente, era que maestras educadas en las mejores escuelas de los Estados Unidos dejaran su huella no sólo en Buenos Aires, sino también en las principales capitales del interior del país.

Así llegaron 61 maestras entre 1869 y 1898 que aportaron ideas completamente nuevas, por ejemplo, la importancia de la actividad física y de un aprendizaje que tomara en cuenta el contacto con la naturaleza. También, el valor de la discusión en clase y el respeto por el bagaje cultural de cada alumno.

Además, todas estuvieron a favor de la eliminación de los castigos y de un trato amable y fluido con los estudiantes. "Entre ellas hubo grandes pedagogas, como Mary Graham, que trabajó en San Juan y La Plata; o Juanita Stevens, que enseñó a respetar el saber de los pueblos originarios o Emma Caprile, primera directora de la Escuela Normal Número 1", explica Laura Ramos en su libro "Las Señoritas" (Historias de las maestras estadounidenses que Sarmiento trajo a la Argentina en el siglo XIX y que dejaron su huella entre nosotros).

Es por eso que Argentina supo tener un sistema educativo bastante "sui generis" y que en las últimas décadas fue sometido a diferentes cambios.

El imperativo de planificar

Implementar una idea sin planificación adecuada con los objetivos claros y los indicadores de seguimiento y evaluación de resultados es equivalente a disparar con perdigones, o en el peor de los casos, a pescar con dinamita; cuando falta de precisión, se apunta al grueso para obtener algún resultado, pero esto, claramente, no constituye una acción racional, lo mismo ocurre cuando se pone en práctica una idea por más brillante que sea; lo más probable, es que sin medidas de planificación que la acompañen, no se logre el objetivo, y en el mejor de los casos beneficie solo a unos pocos cuando podría haber tenido mucho más alcance.

Una gestión que incurre en estas acciones manifiesta incapacidad, proselitismo político o inexperiencia, la cual debería subsanarse demostrando que corrige de sus errores aprendidos.

Es el caso de las declaraciones que la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner, cuando durante un discurso dijo que "Dibu Martínez aprendió a atajar con la netbook que le entregó el gobierno", o la atribución de los logros del trapero L-Gante a los éxitos de una política educativa, Conectar Igualdad y que el propio L-Gante desmintió diciendo que "no terminó el secundario y no estaba ahí para que le tocara la computadora: la compró en el mercado paralelo de computadoras usadas". Allí solo hay una intención de proselitismo político.

Una buena idea o buena intención de aportar computadoras, dentro de un plan educativo para integrar a los jóvenes en el mundo tecnológico requiere capacitación docente en las nuevas tecnologías, plataformas informáticas, disponibilidad de conexión en internet. Y debe ofrecer indicadores y metodología de seguimiento en el marco de una política de mejora continua.

Sin todas estas condiciones, termina resultando que la computadora del plan Conectar Igualdad es comercializada en el mercado negro, muy lejos del objetivo inicial. 

El mundo sigue cambiando

Argentina tiene que hacerse fuerte en materia educativa ya que nuevos paradigmas, como la sociedad del conocimiento, la globalización, las redes, y la actual economía conforman un escenario particular que requiere de nuevas formas de intercambio y de comunicación. 

El mundo cambió y sigue cambiando, y la sociedad actual exige más; no sólo en la formación del “saber”, sino también, la dotación de competencias en el “saber hacer”. 

Esto se ve claramente y es asumido así por las universidades a partir de la Declaración de Bolonia de 1999 y la declaración de “la educación como un servicio público” de la Convención de Salamanca de 2001. 

El antiguo paradigma de formación de profesionales basado en la enseñanza como simple esquema de transferencia de conocimientos que el alumno oportunamente sabrá abstraer, articular y aplicar eficazmente, ha ido perdiendo espacio en la realidad actual.

Por ejemplo, los representantes de las instituciones de enseñanza de la ingeniería de Iberoamérica, reunidos en Asamblea General de ASIBEI, en la ciudad de Valparaíso, Chile, en noviembre de 2013 coincidieron en la necesidad de contar con lineamientos comunes regionales en cuanto a las competencias genéricas de egreso a lograr en los ingenieros graduados en los países de Iberoamérica, que contribuyan a fortalecer un espacio común iberoamericano de educación en Ingeniería, que orienten los procesos de búsqueda y definición de los propios perfiles en cada país y que faciliten la integración regional y los acuerdos de movilidad e intercambio académico entre las universidades. 

Claramente Argentina está a tiempo y tiene un camino para salir adelante y es invertir en educación de calidad.

* Secretario de Vinculación y Transferencia de la Facultad de Ingeniería de la UNSa.
 

 

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