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26 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
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Una nueva generación de comediantes se abre paso en Salta 

Los formó Graciela Quipildor en sus talleres. Actuarán el viernes 27 en El Teatrino. 
Jueves, 26 de agosto de 2021 18:14

El stand up en Salta tiene cara de mujer. Graciela Quipildor asumió desde 2012 que iba a echarse a andar por los escenarios mostrando que también aquí podía hacerse humor desde el stand up. Y hoy está orgullosísima de sus “babies comediantes”: Clara Costa, Mariano Pous, Gabriela Lucía Sánchez, Claudia Ibáñez, Julieta Postigo Albesa, Emilio Tapia Gómez, Graciela Matta, Eva Parra y José María Morales, a los que acompañará el viernes 27 de agosto, a las 21, en El Teatrino (Aniceto Latorre 1211). Las entradas se pueden adquirir en puerta, desde las 19, a $600. 

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El stand up en Salta tiene cara de mujer. Graciela Quipildor asumió desde 2012 que iba a echarse a andar por los escenarios mostrando que también aquí podía hacerse humor desde el stand up. Y hoy está orgullosísima de sus “babies comediantes”: Clara Costa, Mariano Pous, Gabriela Lucía Sánchez, Claudia Ibáñez, Julieta Postigo Albesa, Emilio Tapia Gómez, Graciela Matta, Eva Parra y José María Morales, a los que acompañará el viernes 27 de agosto, a las 21, en El Teatrino (Aniceto Latorre 1211). Las entradas se pueden adquirir en puerta, desde las 19, a $600. 

En una entrevista concedida a este medio en 2016 La Quipi contaba que sentía que “podía soltar” a sus estudiantes, que podía afirmar que habían egresado, cuando hubieran terminado un monólogo efectivo y cuando ya hubieran probado un escenario “cuyo público no sean sus amigos y gente que los aplaude porque los quiere”. Y porque de ella siempre se puede esperar coherencia entre lo que dice y hace, no sorprende que haya decidido acompañarlos luego de haberlos dotado de “sus primeras armas”. 

¿Cómo se enseña a hacer humor? ¿Cómo se profesionaliza un humorista, cuando muchos creen que pueden ser graciosos sin pulirse?

En un taller de stand up se enseña una técnica de escritura de monólogos de humor. Todos los chistes que conocemos responden a alguna de las estructuras de la comedia. Primero aprendemos cómo funciona la ingeniería de un chiste. Y luego trabajaremos en la interpretación, en la forma en la que usamos la voz, el cuerpo. Estrictamente, a “ser gracioso” no se aprende. Cada persona tiene una manera singular de serlo. Podría decirse que eso es natural, lo tengas o no descubierto. Con mis alumnos me dedico, aparte de buscar cuál es la particularidad cómica de cada uno, a trabajar en la efectividad del material y en una interpretación sólida que aunque se enseña en el taller de stand up, gran parte de eso lo da el oficio. 

A diferencia de un actor, un humorista se expone más sobre el escenario, porque manifiesta sus puntos de vista, también porque a veces habla de la vida privada propia o de otras personas. ¿Cómo se prepara a los nuevos humoristas en este aspecto? 

 Les enseño a ser responsables. A ser coherentes con lo que sienten y piensan de verdad, y a ser conscientes de que lo que dicen genera un impacto. Tienen que estar preparados para sostener lo que dicen. A no decir nada en lo que de verdad no crean, que no se animen a contar o que no los atraviese. Es un proceso de indagación interna antes de siquiera poder ser plasmado en papel.

¿Qué impulsó a las nuevas camadas a tomar el curso? ¿Por qué quieren ser humoristas? 

La mayoría son admiradores del género stand up. Muchos de ellos se saben graciosos o son observadores por naturaleza. Varios vienen presionados por gente que ya los disfrutaba desde antes. Otros vienen directamente decididos a ser comediantes y otros simplemente a probar si es verdad que tienen potencial para el humor. De todos esos, llegan al escenario solo los que tuvieron constancia y aprovecharon el taller para escribir.

La comediante de stand up Graciela Quipildor. Foto de archivo

No enseñarías cómo ser un come diante de stand up, si no lo creyeras. Pero los escépticos seguramente te preguntarán: ¿Hay chances de vivir del humor?

Sí. Yo vivo del humor. No me alcanza todavía para comprar la quinta llena de carpinchos con la que sueño, pero estoy segura de que ya llegará. Puedo vivir de la comedia porque trabajé por mi cuenta todos estos años y tengo varios unipersonales, y mi carrera ya camina sola. Además porque el humorista no solo tiene lugar en el escenario, hay muchas puertas que se abren para la comedia. Yo hice radio, tele, escribí para algunos medios gráficos, escribo guiones, doy clases de stand up e hice teatro y próximamente haré cine. Si sos buena en lo que hacés, trabajo siempre hay.

El stand up está relacionado con los escenarios, con los cafés. ¿Cómo atravesó la pandemia, lejos de esos escenarios?

Se vio suspendida la actividad durante el tiempo en que las salas estaban cerradas. Lo mismo pasó con los eventos y los bares, durante varios meses eso fue imposible. Aún ahora se trabaja con restricciones porque las salas no están al 100% de su capacidad. Hubo que mantenerse temporalmente de otras maneras y seguir haciendo humor para vivir. En mi caso la comedia no solo me mantiene económicamente. También me mantiene viva. 

Quizás algunos de estos flamantes comediantes de stand up ya son instagrameros o tiktokeros. ¿Cuál es la diferencia entre esta práctica y subirse a un escenario y enfrentarse cara a cara con el público?
El influencer tiene seguidores que ya conocen sus códigos, su lenguaje, su historia, su ideología, su modo de ver el mundo y hasta su vida privada. El humorista que hace stand up frente a un escenario tiene que estar preparado para empezar desde cero. Yo a mis alumnos les enseño a ser efectivos para hacer reír y hacerse entender por alguien que los está viendo por primera vez. En el escenario no hay filtros, edición, posibilidades de equivocarte ni segundas oportunidades para decir una línea. La comedia en vivo es absoluta presencia. En Instagram, si la gente se aburre puede pasar a la siguiente historia. En el escenario, si un remate no entra, el silencio es abrumador. La gente sigue sentada mirándote, esperando reírse. Sos vos solo, sin ningún dispositivo en el medio que te lo haga más dinámico. El comediante maneja el ritmo, la intensidad y la conexión. Esa presencia escénica requiere un gran respeto por el público, una formación, efectividad en lo escrito, mucho ensayo, coacheo y solidez en la interpretación. El influencer puede decir: “Al que no le gusta mi contenido, que no me siga”. Los comediantes tenemos que convencer a la gente de pagar una entrada para vernos y para sostener esa carrera, haber hecho reír todas las veces.

¿Cómo te sorprendieron tus alumnos en su diversidad? ¿Podés destacar algunos puntos interesantes de los que actuarán esta noche? 
Primero me sorprendieron en la manera en la que van trascendiendo las primeras limitaciones con las que se encuentran: “No me sale”, “No se me ocurre nada”, “No sé qué decir”. A medida que van probando posibilidades y se van divirtiendo en el proceso, este se vuelve más fluido y pasan de la frustración inicial al entusiasmo. Luego me sorprenden con los abordajes de los temas que eligen. Está todo hecho, pero el punto de vista de cada uno siempre será único. Hablan, entre otros temas, sobre tener hijos adolescentes, la menopausia, los pastores brasileños, la vida de pueblo, la vida zen, la culpa, los celos, el malhumor, ser trans a los 40. Todos estos temas abordados desde su vivencia personal y desde un punto de vista auténtico y brutalmente honesto.

¿También se puede hablar de que la pandemia atravesó algunos de los temas que surgieron para las actuaciones?
La pandemia es transversal a algunos de los temas, pero como cada comediante elige desde donde ubicarse para contar algo, puede elegir pararse desde adentro de la pandemia o desde una mirada más atemporal o íntima.
 

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