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18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Se nos está escapando la tortuga

Sabado, 19 de noviembre de 2022 02:25

Nuestro país viene intentando recetas económicas, pretendiendo obtener resultados diferentes haciendo lo mismo desde durante décadas, y que sistemáticamente nos llevaron al fracaso. Nunca aprendimos que debemos asumir proyectos y conductas que se consoliden como políticas de Estado y que se mantengan en el tiempo y a través de los distintos gobiernos.

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Nuestro país viene intentando recetas económicas, pretendiendo obtener resultados diferentes haciendo lo mismo desde durante décadas, y que sistemáticamente nos llevaron al fracaso. Nunca aprendimos que debemos asumir proyectos y conductas que se consoliden como políticas de Estado y que se mantengan en el tiempo y a través de los distintos gobiernos.

Hemos tenido épocas de éxitos, relacionados con el crecimiento del sector privado, la libertad, el comercio, y también de fracasos, con prohibiciones, regulaciones, presión tributaria y persecuciones a todo emprendedor que con su capital intenta producir y generar riqueza. Hoy la Argentina lleva 11 años sin crecer, 15 años sin aumentar el número de empresas y cerca de una década de destrucción de la riqueza per cápita.

Pero insistentemente nos empeñamos en repetir fracasos. En estos días se analiza la instrumentación de un intento de congelar los precios de la canasta de alimentos, con el rótulo de "Precios Justos", que busca lograr un ciclo medianamente corto de estabilidad (4 meses) y ubicar a la inflación en niveles del 4% mensual, y eso a pesar de las críticas de los economistas. Quizá no existan demasiadas alternativas de corto plazo para un programa de estabilización de la inflación, mientras tenemos una inflación entre el 6 a 7% mensual y un desconcierto generalizado en la política y la economía.

A tan pocos meses de las PASO, con un oficialismo muy dividido, las únicas medidas económicas que implementaron para lograr cierta estabilidad de precios fueron:

a) Microdevaluaciones constantes de nuestra moneda desde hace casi cuatro meses.

b) Incrementos de la tasa de interés por encima de la inflación para que los más de 8 billones de pesos invertidos en títulos públicos (Leliqs y pases) que generan intereses de $530.000 millones mensuales no vayan al dólar provocando una corrida bancaria y, por supuesto, aumento de la inflación.

C) Mantener los salarios altos para que no caiga el consumo a pesar de los síntomas de recesión que ya están apareciendo.

Con estas recetas lograron que estén retrasados el dólar, los salarios y las tarifas, caldo de cultivo para incrementar el desorden cambiario y los precios relativos con los 16 tipos de dólar que no dejan de ser devaluaciones encubiertas. Y la inflación se acelera.

Un programa de estabilización serio deberá contemplar:

a) Reducción del déficit fiscal, no solo por la exigencia del FMI sino porque no tenemos cómo pagarlo,

b) Control monetario, emitir solo lo necesario,

c) Evitar el atraso cambiario para no perder competitividad en nuestras exportaciones y que nos invadan importaciones destruyendo la industria nacional.

d) Corregir el atraso tarifario en energía y transporte disminuyendo los subsidios

e) Garantizar tasas de interés acordes con la inflación y no para frenar corridas bancarias o para competir con el precio del dólar. En otras palabras, las recetas de cualquier país normal.

En recientes declaraciones, el secretario de Programación Económica, Gabriel Rubinstein, evocó los resultados que se lograron cuando formó parte del equipo económico liderado por Roberto Lavagna cuando tenían un 3% de superávit fiscal, US$ 40.000 millones de reservas, una inflación del 5% anual sin control de precios y con un mercado único de cambio en el que se podían comprar hasta US$ 2 millones por mes. "De esa macroeconomía nos apartamos completamente, y es para pegarse un tiro. Me propuse como idea personal ir en esa dirección y encontré receptividad en el ministro Sergio Massa", puntualizó. Diagnosticó que no hay conciencia política para restringir el gasto, que la demanda es: primero se gaste y luego se ve como se financia. "Por eso va a ser difícil cumplir con el presupuesto del próximo año".

Muchos economistas opinan que para ordenar la macroeconomía se necesita una política de shock y que históricamente los gobiernos con economías en problemas implementaron estas políticas en tiempos de descanso y relajamiento de la sociedad, como son las fiestas de fin de año o el mes de enero; si a esto le agregamos que los funcionarios piensan que desde mañana los argentinos van a estar preocupados solamente por el Mundial de Qatar, se va instalando la idea que durante estos meses pudiere el Gobierno sorprendernos con política de ajuste de la economía. Al ser consultado sobre esta incógnita, es decir, sobre una fuerte devaluación de nuestra moneda, el viceministro opinó que devaluar conlleva un alto riesgo: "Si lo haces, tenés que estar seguro de que va a salir bien; si te sale mal, es un Rodrigazo".

El Rodrigazo, que refiere al ministro de Economía Celestino Rodrigo, evoca un plan de shock que fue aplicado a mediados de 1975 en el gobierno de Isabel Perón y consistió en una fuerte devaluación del peso, aumentos de tarifas de servicios públicos y combustibles del 100%, más un tope en las negociaciones salariales, inaugurando una etapa de alta inflación e hiperinflación. A pesar de que Rubinstein afirmó que el plan económico va en la dirección correcta, aunque el camino sea sinuoso, nadie está seguro de hasta donde podemos llegar, porque el desequilibrio monetario juega una mala pasada. Estas declaraciones, que admiten la posibilidad de una política fallida de shock y un final oscilante entre un Rodrigazo y una hiperinflación sumado a otras definiciones sobre la marcha de la economía, hacen que se incremente aún más la incertidumbre de lo que vendrá en los próximos meses. El efecto inmediato fue el incremento del valor del dólar blue, que a pesar de estar atrasado aún así duplica al dólar oficial y demuestra la falta de confianza generalizada la fragilidad de nuestra economía.

 

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