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14 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Cómo superar el centralismo

Miércoles, 23 de febrero de 2022 00:00

"De todo laberinto se sale por arriba" (Leopoldo Marechal, fragmento de Laberinto de Amor, 1936)

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"De todo laberinto se sale por arriba" (Leopoldo Marechal, fragmento de Laberinto de Amor, 1936)

La nota anterior. "El traslado de la Capital no es para aventureros" (23/01/2022), tuvo atinados aportes de personas cuya calidad intelectual respeto, generosamente acercados por distintas vías. Las contribuciones recibidas, a favor y en contra, de algún modo constatan lo arduo que resulta generar debates de fondo en la Argentina, desde la recuperación democrática y antes todavía.

Los más consideraron, o bien que las dirigencias, en especial la política, están demasiado ocupadas garantizándose sus supervivencias; o bien que, siendo el panorama político-económico-social de pronóstico reservado, proponer el traslado de la Capital Federal es un despropósito.

También se puede colegir esto otro respecto de la mudanza: a) a pesar de todo, diversos ámbitos la tienen en carpeta; b) la mayoría de sus apoyadores reside en provincias, pero no arriesga sobre dónde, cuándo y cómo trasladarla; c) se la relaciona con una necesidad político-institucional de la región metropolitana, antes que de geopolítica nacional; d) aunque va más allá de fórmulas jurídicas, está ligada a la "cuestión" federal; e) el establishment burocrático centralizado y descentralizado, empresarial, sindical y cultural de nuestro afalós (ombligo, en griego clásico); o sea, el AMBA, será un escollo a la hora de balancear el interés nacional con la preservación de añejos negocios garantizados por la concentración económica y demográfica en el eje portuario Buenos Aires-Rosario. (*)

Así, el afán de evitar su desaparición de la agenda política argentina justifica la presente continuación, persuadido de las muchas mentes que operan al respecto clamando en el desierto en afán de preparar los caminos venideros.

Precisiones

Para evitar confusiones, omisiones o desatinos, cabe reiterar lo siguiente:

1º) El traslado de la Capital Federal (que no necesariamente implica a los tres poderes del Estado) no resolverá "per se" nuestros gravísimos problemas estructurales y sus consiguientes desequilibrios. Lo corrobora la experiencia de otros países en tal sentido.

2º) Sería grave error encarar tamaña problemática sin geopolítica nacional, lo cual requiere un análisis detenido y desideologizado de la política internacional, tras lo cual sostener una visión de largo plazo para el resto del siglo XXI. (La Argentina peninsular, bicontinental y oceánica sigue siendo, a mi criterio, nuestra hipótesis más plausible).

3º) El mejor modo, y de hecho el único, de montar un proyecto geopolítico es construyendo poder nacional, del que siempre dependerá. Eso implica movilizar todos los recursos tangibles e intangibles disponibles, estableciendo prioridades y una veintena de objetivos estratégicos, políticas de Estado, debidamente consensuados entre Provincias y Gobierno Federal, plasmado en un gran pacto federal.

4º) Fijada tal meta, producto de un armado colectivo, las incidencias coyunturales se podrán encarar con políticas de gobierno, virando algunos grados a babor o estribor, pero siempre con derrotero definido.

5º) La decisión de trasladar la Capital Federal, causa-efecto de los desequilibrios argentinos desde hace dos siglos, involucra al AMBA y por ende a la Provincia de Buenos Aires entera. De su disección -en la acepción de "examen o análisis minucioso y detallado de algo"- dependerá cómo remplazar el agotado modelo centrípeto de 1880.

5º) Los proyectos geoestratégicos provinciales o regionales (región del Norte Grande, por caso) no son incompatibles mientras ayuden a afianzar la unidad nacional e integridad territorial.

6º) Hay alternativas que apuntan a la descentralización de las principales áreas metropolitanas mediante el desguace del AMBA o la promoción de "ciudades intermedias". El exsenador Esteban Bullrich presentó su libro "Una nueva Buenos Aires para renovar el pacto de unidad nacional", donde se propone dividirla en cinco provincias; a su vez, es recomendable la lectura de "Ciudades intermedias: ¿es posible lograr una estrategia para desconcentrar el AMBA?" (J. M. Pippia y M. Battaglia; Infobae, 19/06/2021). Nada obstaría avanzar en paralelo.

La insistencia

Así las cosas, ¿por qué tanta insistencia con lo del proyecto geopolítico? En primerísimo lugar, porque significa un reaseguro para la supervivencia de cualquier nación. Así de simple.

En segundo, pensar en un proyecto estratégico de largo plazo es garantía de reconciliación y antídoto contra la corrupción estructural. Así de claro.

En tercer lugar, porque, una vez precisado el escenario global, nos obligará a marcar la cancha, de modo que nadie -ni líderes mesiánicos ni grupos de poder- se aparte de una agenda consensuada sobre educación, salud, empleo, pobreza, seguridad interna y externa, demografía, energía, infraestructura, I + D (investigación y desarrollo), descentralización institucio nal.

De tales tópicos, seleccionar una veintena de objetivos estratégicos y erigirlos en políticas de Estado, atendiendo prioridades preestablecidas.

Por último, exigir a las dirigencias políticas y sociales a respetar las reglas de juego, la primera de las cuales será el diálogo -amplio, generoso, responsable, patriótico- cada vez que alguna contingencia de gravedad imponga replanteos.

Colofón

La caída económica, el aumento de la pobreza y la desocupación, inflación, deuda externa, meollo de nuestro atolladero desde mucho tiempo atrás, son causales de nuestra decadencia como país. Y las dirigencias no aciertan con las soluciones porque falta una geopolítica.

La frase de Leopoldo Marechal que encabeza esta nota dio motivo a variadas interpretaciones políticas, sociológicas y hasta psicológicas.

Resultó oportuna para apuntalar lo que postulan esta y la anterior nota sobre el cambio de sede para la Capital Federal, resumidas en esta pregunta: ¿por qué no cambiar el método de análisis y discusión, saliendo por arriba del asfixiante laberinto argentino, que imbécilmente cada día trabamos más?

¿Cómo? Pues implementando un mecanismo de consultas y debates sin exclusiones, sobre objetivos y prioridades bien definidos, involucrando -para empezar- a universidades, consejos económicos y sociales (donde los haya) y toda institución vinculada a la planificación estratégica.

(*) Posdata: Temo que el AMBA, al igual que qosqo (vocablo quechua de donde deriva Cuzco) y mexico (del idioma náhuatl), tome el sentido de "ombligo del mundo", es decir centro del poder total. Y en nuestro caso, ­ay Dios!, ese conurbano devino en un pupo deforme que requiere inexorable cirugía.

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