En el tercer día del juicio también declaró Luis Díaz, el administrativo que denunció las fotos pornográficas en el celular de Zanchetta. Testificó que el religioso quiso acercarse a él y le envió un mensaje al teléfono del obispado: “Buenas tardes Luis, soy Gustavo, estoy guardado en casa de Gustavo Lemir, cuando quieras nos encontramos”. Ante el mensaje “de un número de Roma”, aseguró haber tenido miedo. Consultado si podría tratarse de un mensaje para el actual obispo Luis Scozzina, lo descartó porque “el monseñor estaba visitando a los que venían a declarar, para convencerlos que desistan de denunciarlo”.
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En el tercer día del juicio también declaró Luis Díaz, el administrativo que denunció las fotos pornográficas en el celular de Zanchetta. Testificó que el religioso quiso acercarse a él y le envió un mensaje al teléfono del obispado: “Buenas tardes Luis, soy Gustavo, estoy guardado en casa de Gustavo Lemir, cuando quieras nos encontramos”. Ante el mensaje “de un número de Roma”, aseguró haber tenido miedo. Consultado si podría tratarse de un mensaje para el actual obispo Luis Scozzina, lo descartó porque “el monseñor estaba visitando a los que venían a declarar, para convencerlos que desistan de denunciarlo”.
El único testimonio a favor del exobispo fue el del sacerdote de Irigoyen, Manuel Guerrero, quien manifestó haberse enterado de los hechos “ante versiones que instaló la prensa”.
El cura aseveró que observó “saña” de parte de sus tres compañeros sacerdotes que denunciaron a su superior: “Quisieron involucrarme en la causa económica diciendo que había armado una asociación ilícita para estafar al estado”, indicó el rector del Instituto Muguerza, que paralelamente admitió que “hubo una auditoría que dio faltante de dinero”.
Las diferentes declaraciones apuntan a que Zanchetta ejercía presión sobre los seminaristas y maltrato hacia otros integrantes de la Iglesia.
“Zanchetta tenía una relación obsesiva con los seminaristas”, aseguró el administrativo del obispado Luis Díaz, quien confirmó, entre otras cosas, las compras de bebidas alcohólicas.
“Me escapé”, aseveró R. P. que fue el primer chofer del obispo en Orán. “Zanchetta estaba mucho sobre mi, no me dejaba ir a ver a mi familia. Un día le dije que tenía que estudiar y me dijo que no me hiciera problemas, que él era el obispo, que si él quería podía aprobar todas las materias”, graficó. Luego contó la situación que lo empujó a irse: “aproveché que se fue a la Conferencia Episcopal y decidí desaparecer”, destacó.
R.P. dijo, al igual que otros exseminaristas, que al alejarse Zanchetta, éste tomó represalias en su contra: “Yo era laico de la catedral, y él le pidió al padre Acevedo que no me dejara entrar, los primeros meses escuchaba la misa desde la puerta”.
En tanto, M.A., otro exseminarista que ahora trabaja de comunicador también testificó. El joven aseguró no haber visto nada inapropiado, pero si confirmó los “insultos” que le endilgaron al entonces obispo: “Me decía gordo”.
En este sentido también declaró C.A., el exseminarista indicó que dejó el seminario porque lo echaron luego de discutir con Zanchetta. “Yo era el encargado de la cocina, me olvidé de comprar pan y eran las once de la noche y él quería pan si o si”, especificó.