En esta semana se escuchó fuerte, como cada 8 de marzo, el Día de la Mujer. Los saludos se hicieron miles y resonaron con sus ecos por toda la ciudad y en las redes.
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En esta semana se escuchó fuerte, como cada 8 de marzo, el Día de la Mujer. Los saludos se hicieron miles y resonaron con sus ecos por toda la ciudad y en las redes.
Hace 114 años los reclamos de 129 mujeres trabajadoras de una fábrica estadounidense que peleaban por tener la misma paga, igual tarea y una jornada laboral de menos de 10 horas, los mismos derechos que sus compañeros varones, derivó en una tragedia. En un incendio que terminó con sus vidas, por la absurda decisión del dueño de la fábrica que cerró las puertas del establecimiento para disolver la protesta. Ese es el motivo por el que cada 8 de marzo conmemoramos el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Entonces, que quede claro, es un día para conmemorar.
Conmemorar el Día de la Mujer enmarcado en el recuerdo de mujeres que peleaban por sus derechos. Porque esas mujeres somos todas. Las que salen a trabajar y luego regresan a casa a continuar haciéndolo, muchas veces envueltas en un silencio abrumador y un miedo que paraliza para evitar la violencia. Las que salen a la calle a pelear por sus/nuestros derechos. Las que estudian y se hacen lugar en un mundo de hombres eligiendo carreras que estaban reservadas para ellos sin intimidarse.
Las que gritan junto a un padre que pide justicia por la muerte de su hija y alzan la voz por muchos otros gritos que fueron ahogados. Porque las matan, las maltratan, las descuidan.
Día de la Mujer son todos los días de nuestras luchas cotidianas, los días del desayuno temprano para ir a la escuela, los días del trabajo en casa que no se ve y pocas veces se valora, el tiempo de otros para otros, dado con amor.
La historia tiene una cierta demora en reconocer la imagen femenina, algunas olvidadas, ignoradas, limitadas todavía, son personajes secundarios en nuestros libros. Desde la educación, la ciencia, la literatura, la política, la salud, con su identidad y voz propia, fueron y serán referentes para nuestras generaciones.
Hasta que como sociedad aprendamos que el respeto y el cuidado por la mujer no es un reclamo pendiente ni siga siendo un reclamo, no habrá días para feste jar.
Somos las luchadoras, las que sostienen, las que tejen y destejen, para y con los demás. Las palabras nos moldean y nos nombran.
El 8 de marzo se conmemora.