¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

17°
26 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

“Sin una coalición en condiciones de gobernar, seguiremos al borde del abismo”

Lunes, 27 de junio de 2022 02:10

“Hay una fragmentación del poder, como si muchos lazos de complicidad se estuviesen disolviendo”, opina el sociólogo y escritor Vicente Palermo al analizar al gobierno del Frente de Todos, el enfrentamiento entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández y los frecuentes episodios en que se pone de manifiesto la improvisación y la inconsistencia política. Miembro del Club Político Argentino y de la Iniciativa por la Cooperación Interpartidaria, Palermo sostiene que “la política exterior no existe”; con respecto a la actitud argentina ante la invasión rusa a Ucrania observó “improvisaciones, ocurrencias, muchas de ellas delirantes, y decisiones que tienen que ver con intereses electorales domésticos, o con compromisos internacionales que no benefician al país”. Y acerca de la postergación por ocho meses de la importación de vacunas estadounidenses, para privilegiar a China y Rusia, sostuvo que “la pandemia dio lugar al despotismo”.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

“Hay una fragmentación del poder, como si muchos lazos de complicidad se estuviesen disolviendo”, opina el sociólogo y escritor Vicente Palermo al analizar al gobierno del Frente de Todos, el enfrentamiento entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández y los frecuentes episodios en que se pone de manifiesto la improvisación y la inconsistencia política. Miembro del Club Político Argentino y de la Iniciativa por la Cooperación Interpartidaria, Palermo sostiene que “la política exterior no existe”; con respecto a la actitud argentina ante la invasión rusa a Ucrania observó “improvisaciones, ocurrencias, muchas de ellas delirantes, y decisiones que tienen que ver con intereses electorales domésticos, o con compromisos internacionales que no benefician al país”. Y acerca de la postergación por ocho meses de la importación de vacunas estadounidenses, para privilegiar a China y Rusia, sostuvo que “la pandemia dio lugar al despotismo”.


Estamos viviendo un tembladeral político: contradicciones, confrontaciones y ocultamientos...
Hay una fragmentación del poder, como si muchos lazos de complicidad se estuviesen disolviendo. El caso del avión venezolano tripulado por iraníes es muy emblemático y elocuente; los funcionarios salen a dar explicaciones absurdas como la de Agustín Rossi.

La política exterior, por momentos, adquiere ribetes inexplicables.
La política exterior no existe; hay un conjunto de improvisaciones, de ocurrencias, muchas de ellas delirantes, y decisiones que tienen que ver con intereses electorales domésticos. O con compromisos internacionales que no benefician al país sino que se someten a supuestas conveniencias para la posición política del gobierno, o de grupos del oficialismo, sectores ideológicos superactivos, que son los que alimentan ciertas ideas locas. Este gobierno está caminando al borde del abismo, uno cree que van a perder el control, pero se mantienen ahí. Nosotros vemos un punto de ruptura que debería terminar en colapso; al punto de ruptura se llegó, hay pérdida de popularidad, situaciones límite en lo económico, pero no se llega a un quiebre. El Gobierno se sigue arrastrando... es difícil saber cómo llegaremos a las elecciones del año que viene.

Hay signos que suenan absurdos: los cantantes líricos interpretando el Himno Nacional en la Cancillería, en medio de la invasión a Ucrania, o la expresidenta reivindicando su proyecto de “incorporar mercados” con un viaje a Angola...
Hace un tiempo, la vicepresidenta dijo, evocando a Marx, que “la historia se repite una vez como tragedia y la segunda como comedia”. En realidad, Marx dijo que la segunda vez se repite como “farsa”. Esta es una repetición comparable, en gran medida, con lo que sucedió en el país después de la muerte de Perón en 1974. Yo no digo que esto vaya a tener un epílogo parecido, porque tenemos capacidad de recuperación democrática. Alberto Fernández parecía ser competente y sin escrúpulos. Bueno, no es así: no tiene escrúpulos, pero es incompetente. Falta seriedad. Se expresan fantasías u ocurrencias que propone algún funcionario, pero no existe una política, una conducta orientada y encuadrada en objetivos de lo que puede ser un buen Estado. No pasan del nivel de la improvisación.

¿Hasta dónde llega la improvisación?
La falta de objetivos políticos coherentes se manifiesta en la acumulación de desatinos. Imaginemos un eje Nicaragua-Venezuela-Argentina. Eso no es una política exterior, aunque sea capaz de generar mucho daño. Una nave que queda sin timón puede terminar en cualquier lado. Y esto no debería sorprender a nadie.

Muchas veces los discursos y las evasiones recuerdan a los diálogos de Groucho Marx o a Les Luthiers.
Lo trágico es que ciertas ridiculeces pueden dar risa, pero ocurren en la realidad, que no es para reírse, sino para llorar.

Leyendo los datos del Indec, da la impresión de que estamos tratando de salir de un pozo cavando cada vez más profundo.
Es una situación trágica, frente a la que el Gobierno no tiene respuestas, y lo único posible es derrotarlo políticamente. El riesgo de desequilibrio financiero existe, pero no sucede ni se vislumbra. Suponiendo que el año que viene el Gobierno actual llega como hasta ahora y gana la oposición, la gente va a esperar un cambio. Un dirigente opositor con aspiraciones presidenciales decía el otro día: “hay que devolverle a la gente la esperanza; la gente está preparada para el cambio”. Muy razonable, pero un líder debe decirle a la gente; hay un desierto que atravesar y esto va a llevar tiempo, no se resuelve en tres meses, ni un año. Pero nuestra sociedad es impaciente.

Las movilizaciones piqueteras y los planes sociales están sumando a esa impaciencia.
Prometer que en 90 días se puede terminar con todos los planes es manejar mal los tiempos. No se trata de “planes sí” o “planes no”. La gente necesita los planes, porque la economía no genera trabajo; pero los planes no son una solución definitiva. Si un líder no respeta los tiempos, va a perder capacidad de conducción, porque la gente no le va a dar tiem    po.

¿Y qué se puede hacer?
Articulando una coalición de gobierno que esté en condiciones de gobernar. Si la oposición no está preparada, mejor que no gane porque sería otra farsa.

¿La dirigencia analiza esta realidad y sus exigencias?
Algunos, seguramente. Me consta. De otros, tengo que analizar sus manifestaciones públicas. Gerardo Morales diciendo: “¿Qué pasa con la Capital Federal, que no produce nada?” causa asombro. ¿No sabe que las economías de los países a los que les va bien están centradas en los servicios y que la Capital Federal es la más dinámica en ese aspecto? ¿No sabe que estamos en la cuarta revolución industrial, aunque algunos gobernantes sienten que estamos en la primera? ¿No tiene a nadie quien lo asesore? Es un ejemplo que refleja nuestra realidad política.

¿No hay demasiados autopercibidos candidatos?
En el peronismo no hay nadie; que Alberto Fernández diga que va por la reelección me parece una chantada. En Juntos por el Cambio hay dos que no son autopercibidos. Uno es Mauricio Macri, de quien pienso que sería un error que volviera a postularse, aunque tiene respaldos, y el otro es Horacio Rodríguez Larreta. Y del lado del radicalismo, quizá una candidatura genuina sea la de Facundo Manes. Me parece que hoy por hoy, tiene respaldo.

¿Qué posibilidad existe de que la Argentina, Brasil y el Mercosur recompongan vínculos?
Por ahora, pocas. Hoy no hay en las partes voluntad política para resolver el problema; más bien, el interés es mantener las cosas como están. El arancel externo común, en la economía internacional de hoy que es una densa red de tratados, no nos sirve. No podemos competir bien. Solo se podría pensar en un tratado de libre comercio entre los países miembros, sin arancel externo común. Los otros países están abriendo sus economías, mientras la nuestra es cada vez más cerrada. El Mercosur es parte potencial de la integración de Argentina en el mundo. Y esa integración va de la mano de una modernización económica, de un capitalismo próspero y de la equidad social.

Las conductas asumidas con las vacunas, privilegiando a Rusia y a China, y la ambigüedad frente a la invasión rusa a Ucrania; ¿fue decisión estratégica o una improvisación más?
Es parte de la farsa. En situaciones como esta las personas hacen cualquier cosa. Lo de Fernández, unos días antes de la invasión rusa, ofreciendo el país a Putin como entrada a Latinoamérica fue un dislate. No podía ignorar lo que estaba a punto de suceder. Los dislates son su especialidad. Una improvisación más en un gobierno desorganizado, débil y sin objetivos claros.

¿Y con las vacunas?
La pandemia dio lugar al despotismo y jugaron con las vidas humanas. A muchos políticos los fascinan y enceguecen las alianzas estratégicas, pero es un juego peligroso. No hubo errores técnicos, sino que decidieron jugar con la vida humana, lo cual es propio de un poder despótico. Y jugaron.
 

PUBLICIDAD