Después de un martes de terror y calmadas las partes por la intervención de la justicia y la policía, Florencia Lizarraga, una mamá y propietaria de un taller de motocicletas, emprendimiento familiar que tiene 28 años, salió al cruce de las versiones periodísticas de algunos medios que cargaron tintas en contra de su familia. Dijo que lo que pasó fue para defenderse de un ataque "sin precedentes" en el barrio, de una turba de jóvenes, azuzados por una "mujer fuera de sí".
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Después de un martes de terror y calmadas las partes por la intervención de la justicia y la policía, Florencia Lizarraga, una mamá y propietaria de un taller de motocicletas, emprendimiento familiar que tiene 28 años, salió al cruce de las versiones periodísticas de algunos medios que cargaron tintas en contra de su familia. Dijo que lo que pasó fue para defenderse de un ataque "sin precedentes" en el barrio, de una turba de jóvenes, azuzados por una "mujer fuera de sí".
De esa manera la mujer relató a El Tribuno su versión sobre lo ocurrido el martes en el barrio Ampliación Ingenieros, colindante con Villa Palacios, Dijo que fue una batalla campal que dejó heridos de ambas partes, pero en su caso sufrió daños en dos vehículos, una motocicleta ajena y el robo de 18.500 pesos que fueron tomados cuando su esposo y sus familiares salieron a pelear por sus bienes en las polvorientas calles del barrio.
"No quisimos decir nada pero hoy tenemos miedo", dijo al presentarse en nuestra redacción.
La madre y abuela señaló que en 28 años que funciona el taller en su domicilio jamás tuvieron problemas con nadie y que lo que pasó el martes al mediodía y después en la tarde es absoluta responsabilidad de los jóvenes que fueron en patota a intentar dañar el taller, luego los vehículos y todos los bienes que hallaron al paso de su furia.
La mujer dijo que en la mañana del martes 19 se presentaron dos jóvenes a retirar una motocicleta 110 cc, a la cual se le había realizado un cambio de aceite y otros detalles mecánicos, pero que no funcionaba porque así llegó. El problema era una pieza electrónica que maneja el encendido. "Eso causó que el joven comenzara a vociferar cosas que no puedo reproducir y a insultarnos. Finalmente se retiró y minutos más tarde vino su madre y se puso violenta, al punto que el mecánico le dijo que se llevara la moto aún sin pagar. Y eso hicieron, pero luego volvieron a reclamar otras cosas y se la tomaron con mi hijo de 21 años", relató.
Luego aseveró "la cosa se puso violenta e intervinieron mi esposo, mi cuñado y otros vecinos. Estos jóvenes fueron a buscar a los "manyines', así lo conocemos aquí, son chicos que no trabajan y viven bebiendo en las esquinas de la vagancia. Fue imposible detenerlos, ni la policía pudo hacerlo. Nos rompieron los vidrios de dos autos, le robaron el dinero a mi cuñado, nos rompieron los vidrios de la casa y ahora nos amenazan por los grupos del barrio", reclamó.
La mujer dijo que su familia está espantada, que el taller funciona a puerta cerrada y que sufren el acoso de estos chicos día y noche y de sus madres también. Al respecto de los heridos por los balines dijo: "Nos atacaron unos 25 "manyines', y nos defendimos como en una película, desde adentro de la casa las mujeres y los menores y afuera mi marido, mi hijo mecánico y mi cuñado.
Fue en legítima defensa, de eso estoy segura", afirmó.
“Seguridad, eso queremos”
La mujer dijo que después de los sucesos, los jóvenes fueron a las comisarías a buscar más pleitos.
“La motocicleta de marras les fue devuelta con un service que no pagaron y encima nos destrozaron vidrios de dos automóviles cuyo costo es de no creer.
Ayer, todos estaban en una esquina, bebiendo con el dinero que nos sustrajeron”, se quejó.