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El rol de la oposición y la construcción del futuro

Miércoles, 31 de agosto de 2022 02:46

El sistema democrático, para ser de calidad, necesita de alternancias. De la posibilidad de llegar a varios puertos de poder desde diferentes sectores de la sociedad que se ven reflejados en partidos políticos preparados para representar y gobernar. La famosa, y tan deseada, república, constituye esta oportunidad de ser gobierno para marcar rumbo, siempre y cuando ese rumbo sea elegido por quienes lo refrendan en su voto. Entonces, cuando la dinámica de la alternancia designa a una fuerza política para gobernar, el rol de la oposición o de la visión alternativa no votada tiene la responsabilidad de recrear espacios de debate y reflexión para evolucionar. Por ello, dos factores son clave: partidos políticos que nacen desde un deseo de representar, y un sistema democrático que valida en elecciones qué propuesta de gobierno convence para dirigir el rumbo de un país, de una provincia. En la Argentina, y en Salta, ambas condiciones están rengas de calidad y de futuro. Cuando lo esperado es tener un debate vibrante sobre la realidad, los problemas, y los cambios necesarios, hoy vivimos en una chatura que, atrapada en sucesos mediáticos, personalismos y estrategias de marketing, tiende a explicar por qué el grueso del votante descree de la política.

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El sistema democrático, para ser de calidad, necesita de alternancias. De la posibilidad de llegar a varios puertos de poder desde diferentes sectores de la sociedad que se ven reflejados en partidos políticos preparados para representar y gobernar. La famosa, y tan deseada, república, constituye esta oportunidad de ser gobierno para marcar rumbo, siempre y cuando ese rumbo sea elegido por quienes lo refrendan en su voto. Entonces, cuando la dinámica de la alternancia designa a una fuerza política para gobernar, el rol de la oposición o de la visión alternativa no votada tiene la responsabilidad de recrear espacios de debate y reflexión para evolucionar. Por ello, dos factores son clave: partidos políticos que nacen desde un deseo de representar, y un sistema democrático que valida en elecciones qué propuesta de gobierno convence para dirigir el rumbo de un país, de una provincia. En la Argentina, y en Salta, ambas condiciones están rengas de calidad y de futuro. Cuando lo esperado es tener un debate vibrante sobre la realidad, los problemas, y los cambios necesarios, hoy vivimos en una chatura que, atrapada en sucesos mediáticos, personalismos y estrategias de marketing, tiende a explicar por qué el grueso del votante descree de la política.

Desde estas columnas, enmarcado en lo anterior, solemos observar en detalle las actitudes y planes de quienes gobiernan. La razón es simple: a quien se le dio poder, se le pide rendir cuentas sobre el mismo. Dejando de lado los fanatismos, el análisis que busca los problemas de raíz y propone correcciones es sano y deseado porque justamente en la apertura de ideas podemos encontrar debates ricos.

Ahora, trasladando lo mismo hacia la oposición a nivel país o local, ¿qué rasgos vemos en ella? ¿podemos señalar con claridad, y con frecuencia, las miradas alternativas desde la oposición sin gritos, con mesura y propositivamente?

Cuando se toman medidas de carácter trascendental, como ocurre hoy en la Argentina, el rol de la oposición pasa a ser aún más importante para lograr un control de gestión y para aflorar ideas que enriquezcan el debate.

El protagonismo de los partidos

Tendríamos que ser testigos de partidos políticos opositores que generan espacios de participación ciudadana, jornadas de diseño en políticas públicas, agendas comunes entre sociedad civil, sector privado, universidades, y con el objetivo puesto a revitalizar el apoyo no concretado en cada elección. Deberíamos, al mínimo, ser testigos también de una presencia total de cada legislador en el Congreso, y de cada líder de la oposición en mesas técnicas con vistas a promover mejores soluciones.

Si el ejercicio de elegir a legisladores nacionales, provinciales o locales es lograr ser representados, la obligación de cada partido político aún más en la oposición es demostrar en acciones concretas como la confianza hacia una visión política es materializada a nivel partidario. Para ser más gráficos: ¿cuándo fue la última vez que un dirigente político volvió a tu barrio a contarte cómo van los planes prometidos en campaña? ¿Sabés si tu opción electoral tiene asistencia perfecta a las cámaras legislativas, qué proyectos de ley presentó y cuál es su actividad diaria?

Ambas preguntas válidas para cualquier frente político, pero creo que son todavía más pertinentes para los sectores opositores que buscan ser opción de gobierno y, por tanto, buscarían ser claros e incisivos sobre qué futuro profesan. Para los sectores en oposición es clave visibilizar la alternativa para luego sostener planes de gestión.

Proyecto y acuerdos

Este rol de visibilidad de alternativas también puede ser potenciado aun cuando partidos de la oposición logran consensuar y apoyar medidas oficialistas. Este punto es clave. La oposición por oposición misma no cabe dentro del contexto de crisis urgente, donde se supone que el bien mayor transciende rivalidades. Mas bien, aportar a solucionar transformaciones estructurales seguramente sea a base de objetivos que, la verdad, no merecen antagonismos, por ejemplo, en educación, salud, déficit fiscal, cuestión Malvinas, desarrollo productivo, reforma tributaria, reforma del régimen de coparticipación, seguridad, inversión estatal en ciencia y tecnología, respeto a los derechos humanos, y la lista podría completar varias páginas de este diario.

Entonces, surge la posibilidad de ver acuerdos políticos para solucionar problemas de la realidad crítica. Y en este contexto, es válido plantear diferencias de visión y de implementación, pero por lo menos montando las bases mínimas para llevar adelante posteriores reformas.

Un ejemplo: queda muy claro que la necesidad de los planes de asistencia social hacia sectores de la población en momentos de crisis (como lo fue el 2001 o la pandemia) es un instrumento estatal inteligente. Ahora, la conveniencia política de estos planes como mecanismos de ordenamiento productivo es claramente incapaz de generar trabajo digno, de calidad y que aporte al desarrollo de toda la comunidad. Entonces: estamos de acuerdo en el instrumento, pero no en su implementación en el tiempo.

Este debate, tan urgente hoy, fue tratado de la misma manera durante la alternancia de gobierno del 2016-2019 y el existente. Es más, la explosión en el número de ayudas sociales durante la administración 2016-2019 solo se potenció en la actual gestión. Por eso es curioso que las posiciones actuales de este tema desde la oposición sea demonizar a aquellos que logran subsistir apenas con una ayuda estatal.

La oposición debería encontrar más momentos de reflexión acerca de por qué las soluciones alternativas no surgieron anteriormente. Dicho de otra manera, el rol de la oposición es fomentar la rendición de cuentas, la superación en las ideas, y generar las ganas de ser elegidos por el electorado para ser gobierno.

  No conozco ningún dirigente político que no sueñe con ser gobierno, entonces, ¿qué mérito estarían haciendo para generar confianza de que serían gestores apropiados de la voluntad popular? Mirando a la realidad en el país y Salta, no tendríamos muchas esperanzas de ver alternativas superadoras.
Mientras el escenario nacional polariza hacia quien logra mayor volumen de griterío en estudios de televisión, la mayoría de la plana provincial dedica su tiempo a pretender ser oposición sin lograr ni siquiera proponer un debate en las cámaras legislativas.

El futuro en las sombras 

Lo grave de ambos escenarios es el futuro.
Si convergiéramos hacia el sinónimo de polarización garantizada a nivel nacional y apatía a nivel provincial, estaríamos dejando al azar las soluciones indispensables que necesitamos como sociedad.
Esto se daría por dos vías: a nivel nacional nos saciaríamos con un gobierno que haga completamente lo opuesto y así vivir siempre en el fracaso de volver a empezar; y a nivel provincial, la desaparición de la alternancia con un sistema político clientelar dispuesto ceder el poder total a quien salga victorioso de una elección, básicamente reeditando un feudo cada 4 años.
Las actitudes patéticas que vemos hoy en ambos planos es el resultado de la falta de liderazgo político, de formación profesional en desear cambios sociales y la pérdida de poder entablar diálogos enriquecedores entres quienes piensan distinto sin generar odio.
Hoy ha cambiado el objetivo del rol de la oposición. Si antes era probar en ideas y consensos que tienen mejores soluciones para ser gobierno, hoy se ha transformado en un rejunte de quejas. La posibilidad todavía existe para quienes saben que el rol de la oposición es crucial para la democracia. Su chance, ante las puertas de un nuevo ciclo electoral en 2023, es generar los espacios de debate, la construcción de identidades partidarias fieles a ideales, la preparación técnica detrás de cada propuesta, la diversidad de construir frentes que representen, y la corrección de actitudes, de tonos de comunicación, de estilos de liderazgo.
De eso se trata la alternancia, de ser y querer demostrar en los hechos, que la política en su mejor formato es una herramienta para vivir mejor.

 * Codirector Droit Consultores
 

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