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EEUU puede enfrentar a China y Rusia

Por Josh Rogin (*) Columnista de Washington      Post y CNN 
Domingo, 07 de agosto de 2022 10:11

Estados Unidos demostró esta semana que podía vérselas con China y Rusia en forma simultánea, sin iniciar una nueva guerra ni perder ninguna de las batallas en curso.
Esto debería dar por tierra con dos ideas de moda pero erróneas: aquella de la derecha que sostiene que hay que retroceder ante Rusia para confrontar a China y aquella de la izquierda, para la que hay que retroceder ante China para confrontar a Rusia.
Esta es una falsa alternativa: en realidad, se trata de la misma confrontación.
Esta semana el Congreso se reunió para ratificar el liderazgo de Estados Unidos y rechazar la agresión de dos regímenes autocráticos. Por 95 votos a 1, el Senado aprobó la incorporación de Suecia y Finlandia a la OTAN, una fuerte admonición a la brutal e injustificada guerra de Rusia contra Ucrania.
Tanto el Partido Republicano como el Demócrata (y finalmente la misma administración Biden) ratificaron también su apoyo a la visita a Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, pese a los intentos de Beijing de intimidarla para que cancelara el viaje.
A pesar de la profunda suspicacia del pueblo de EEUU sobre intervenciones estadounidenses en el extranjero, los líderes de ambos partidos parecen entender que EEUU tiene el deber de ejercer un liderazgo activo y hacer retroceder a sus adversarios tanto en Europa como en Asia, y la disposición para hacerlo. 
“No le ganaremos a China retirándonos del resto del mundo. Venceremos a China haciendo un frente común con nuestros aliados en contra de nuestros enemigos”, dijo el senador Ted Cruz (Partido Republicano, Texas) antes de votar para ampliar la OTAN.
Cruz estaba refutando los argumentos de su par republicano Josh Hawley (Misuri), el único senador que votó en contra de la expansión de la OTAN. En una columna publicada en National Interest, Hawley había escrito: “Debemos hacer menos en Europa (y en cualquier otro lugar) para priorizar China y Asia”. Y agregaba que EEUU debía tomar “decisiones difíciles” porque “no podemos derrotar a China y Rusia en dos guerras importantes al mismo tiempo”.
Hawley está haciéndole el caldo gordo a la derecha y a su creciente tendencia en política exterior de respaldar una quita de presión sobre Moscú. La Conferencia de Acción Política Conservadora dio la bienvenida al primer ministro húngaro, amigo de Rusia, Viktor Orban, a su reunión de esta semana. La Fundación Heritage, alguna vez el bastión del ala dura de la política exterior republicana, se opuso a una partida de fondos estadounidenses para Ucrania en mayo, argumentando reparos en la rendición de cuentas.
Pero el voto de la OTAN muestra que la mayoría de los líderes republicanos entienden que suavizar la posición ante Rusia no es ni un buen cálculo ni una buena política: 6 de cada 10 estadounidenses apoyan el suministro de armas y ayuda a Ucrania, y 7 de cada 10 republicanos apoyan a la OTAN.
En realidad, y al contrario de lo que argumenta Hawley, el fortalecimiento de la OTAN alivia las obligaciones de EEUU en Europa: más importante aún, la idea de que el aumento de la disuasión contra Rusia conducirá a la guerra es un engaño. La OTAN es una alianza defensiva, diseñada para evitar una guerra mayor.
Otro argumento falso es el que pronunciaron desde la izquierda varias voces autorizadas esta semana: decían que la visita de Pelosi a Taiwán podría desencadenar una gran guerra con China en el peor momento posible. Thomas L. Friedman argumentó en el New York Times que la visita de Pelosi fue “irresponsable” porque Ucrania exige toda nuestra atención.
“El abc de la Geopolítica aconseja no librar una guerra en dos frentes con dos superpotencias al mismo tiempo”, escribió Friedman.
En primer lugar, Friedman aplica mal la etiqueta de “irresponsable”. El verdadero irresponsable es el Partido Comunista Chino que decidió amenazar la seguridad de Pelosi. China está disparando misiles en dirección a Taiwán y realizando ejercicios militares en toda la isla. Eso es irresponsable. Visitar Taiwán para mantener reuniones no lo es.
Más importante aún, este análisis malinterpreta por completo la situación en China: la inminente coronación del presidente Xi Jinping para un tercer mandato implica que no puede permitirse parecer débil, pero tampoco puede permitirse un conflicto importante en este momento. El limitado apoyo de China a Rusia se debe a la necesidad de China de evitar las sanciones de Estados Unidos. Y eso no ha cambiado.
Después de hacer todo lo posible para evitarla, la administración de Biden decidió apoyar la visita de Pelosi haciendo uso de diplomacia y medidas razonables para manejar las consecuencias con Beijing. El cielo no se vino abajo. La Tercera Guerra Mundial no comenzó. El viaje de Pelosi no cambió el hecho de que es China, y no Estados Unidos, el agresor que altera el statu quo en el Estrecho de Taiwán.
La idea de que Estados Unidos puede elegir entre enfrentar la agresión rusa o la agresión china resulta atractiva hasta que se la coteja con la realidad. En verdad, ambas dictaduras expansionistas están trabajando juntas para socavar nuestra seguridad, prosperidad y libertad. Moscú y Pekín consideran que su lucha contra Occidente está entrelazada: debemos reconocer esa conexión.
La buena noticia es que Estados Unidos tiene muchos socios poderosos que también entienden que se trata de una doble amenaza, no de una elección entre dos desafíos separados. Los líderes de ambos lados del espectro político de los EEUU deben dejar de engañar al pueblo estadounidense con el falso consuelo de que podemos darnos el lujo de enfrentar un mal y el otro no.

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Estados Unidos demostró esta semana que podía vérselas con China y Rusia en forma simultánea, sin iniciar una nueva guerra ni perder ninguna de las batallas en curso.
Esto debería dar por tierra con dos ideas de moda pero erróneas: aquella de la derecha que sostiene que hay que retroceder ante Rusia para confrontar a China y aquella de la izquierda, para la que hay que retroceder ante China para confrontar a Rusia.
Esta es una falsa alternativa: en realidad, se trata de la misma confrontación.
Esta semana el Congreso se reunió para ratificar el liderazgo de Estados Unidos y rechazar la agresión de dos regímenes autocráticos. Por 95 votos a 1, el Senado aprobó la incorporación de Suecia y Finlandia a la OTAN, una fuerte admonición a la brutal e injustificada guerra de Rusia contra Ucrania.
Tanto el Partido Republicano como el Demócrata (y finalmente la misma administración Biden) ratificaron también su apoyo a la visita a Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, pese a los intentos de Beijing de intimidarla para que cancelara el viaje.
A pesar de la profunda suspicacia del pueblo de EEUU sobre intervenciones estadounidenses en el extranjero, los líderes de ambos partidos parecen entender que EEUU tiene el deber de ejercer un liderazgo activo y hacer retroceder a sus adversarios tanto en Europa como en Asia, y la disposición para hacerlo. 
“No le ganaremos a China retirándonos del resto del mundo. Venceremos a China haciendo un frente común con nuestros aliados en contra de nuestros enemigos”, dijo el senador Ted Cruz (Partido Republicano, Texas) antes de votar para ampliar la OTAN.
Cruz estaba refutando los argumentos de su par republicano Josh Hawley (Misuri), el único senador que votó en contra de la expansión de la OTAN. En una columna publicada en National Interest, Hawley había escrito: “Debemos hacer menos en Europa (y en cualquier otro lugar) para priorizar China y Asia”. Y agregaba que EEUU debía tomar “decisiones difíciles” porque “no podemos derrotar a China y Rusia en dos guerras importantes al mismo tiempo”.
Hawley está haciéndole el caldo gordo a la derecha y a su creciente tendencia en política exterior de respaldar una quita de presión sobre Moscú. La Conferencia de Acción Política Conservadora dio la bienvenida al primer ministro húngaro, amigo de Rusia, Viktor Orban, a su reunión de esta semana. La Fundación Heritage, alguna vez el bastión del ala dura de la política exterior republicana, se opuso a una partida de fondos estadounidenses para Ucrania en mayo, argumentando reparos en la rendición de cuentas.
Pero el voto de la OTAN muestra que la mayoría de los líderes republicanos entienden que suavizar la posición ante Rusia no es ni un buen cálculo ni una buena política: 6 de cada 10 estadounidenses apoyan el suministro de armas y ayuda a Ucrania, y 7 de cada 10 republicanos apoyan a la OTAN.
En realidad, y al contrario de lo que argumenta Hawley, el fortalecimiento de la OTAN alivia las obligaciones de EEUU en Europa: más importante aún, la idea de que el aumento de la disuasión contra Rusia conducirá a la guerra es un engaño. La OTAN es una alianza defensiva, diseñada para evitar una guerra mayor.
Otro argumento falso es el que pronunciaron desde la izquierda varias voces autorizadas esta semana: decían que la visita de Pelosi a Taiwán podría desencadenar una gran guerra con China en el peor momento posible. Thomas L. Friedman argumentó en el New York Times que la visita de Pelosi fue “irresponsable” porque Ucrania exige toda nuestra atención.
“El abc de la Geopolítica aconseja no librar una guerra en dos frentes con dos superpotencias al mismo tiempo”, escribió Friedman.
En primer lugar, Friedman aplica mal la etiqueta de “irresponsable”. El verdadero irresponsable es el Partido Comunista Chino que decidió amenazar la seguridad de Pelosi. China está disparando misiles en dirección a Taiwán y realizando ejercicios militares en toda la isla. Eso es irresponsable. Visitar Taiwán para mantener reuniones no lo es.
Más importante aún, este análisis malinterpreta por completo la situación en China: la inminente coronación del presidente Xi Jinping para un tercer mandato implica que no puede permitirse parecer débil, pero tampoco puede permitirse un conflicto importante en este momento. El limitado apoyo de China a Rusia se debe a la necesidad de China de evitar las sanciones de Estados Unidos. Y eso no ha cambiado.
Después de hacer todo lo posible para evitarla, la administración de Biden decidió apoyar la visita de Pelosi haciendo uso de diplomacia y medidas razonables para manejar las consecuencias con Beijing. El cielo no se vino abajo. La Tercera Guerra Mundial no comenzó. El viaje de Pelosi no cambió el hecho de que es China, y no Estados Unidos, el agresor que altera el statu quo en el Estrecho de Taiwán.
La idea de que Estados Unidos puede elegir entre enfrentar la agresión rusa o la agresión china resulta atractiva hasta que se la coteja con la realidad. En verdad, ambas dictaduras expansionistas están trabajando juntas para socavar nuestra seguridad, prosperidad y libertad. Moscú y Pekín consideran que su lucha contra Occidente está entrelazada: debemos reconocer esa conexión.
La buena noticia es que Estados Unidos tiene muchos socios poderosos que también entienden que se trata de una doble amenaza, no de una elección entre dos desafíos separados. Los líderes de ambos lados del espectro político de los EEUU deben dejar de engañar al pueblo estadounidense con el falso consuelo de que podemos darnos el lujo de enfrentar un mal y el otro no.

(*) Josh Rogin es autor de “Caos bajo el cielo: Trump, Xi y la batalla por el S.XXI”
Traducción: Juan Uriburu Quintana, Ph.D. en Estudios y Economía Asia Pacífico, National ChengChi University, Taiwán

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