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14 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Sí, ¡feliz Día del Maestro!

Domingo, 11 de septiembre de 2022 01:13

"Era tan maestro, que su vida era hacer pensar y sentir." (A Francisco Giner de los Ríos. Miguel de Unamuno.)

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"Era tan maestro, que su vida era hacer pensar y sentir." (A Francisco Giner de los Ríos. Miguel de Unamuno.)

Transitar el aula como alumna y como docente es algo que amo desde siempre, por eso hoy me pongo de pie y los invito. Dejemos de ser la sociedad ausente en el registro de clases.

Día del Maestro; que sea celebratorio para todos.

La presencia, necesaria e imprescindible, del docente en el aula es algo fuera de discusión. Lo vivimos en pandemia, lo sufrimos en pandemia y pudimos demostrarnos a nosotros mismos cuánto somos capaces de aprender, sostener y trabajar en función de una vocación que trascendió las aulas. La diversidad, como nunca, habita esos espacios. Al volver el año pasado nos encontramos con niños y jóvenes que habían aprendido mucho en pandemia, con otros que aprendieron poco y con aquellos que no tuvieron posibilidad de hacerlo. En este volver a encontrarnos también primó el desborde emocional, la necesidad urgente de compartir y establecer esos lazos tan necesarios para el crecimiento.

Las escuelas no están hechas: hay que hacerlas. Y las vamos haciendo en esa rutina llena de gestos, palabras, contenidos, acciones y decisiones que le van dando forma. El ritmo de las exigencias del mundo laboral y lo urgente no debe alejarnos de lo importante.

Para quienes toman las decisiones es hora de que los docentes tengamos la jerarquía que debemos tener. En medio de la crisis económica necesitamos ser calificados, prestigiados y bien pagos como representantes de cultura. Esa jerarquía debemos acompañarla y avalarla desde la formación misma del docente, desde el Estado y la familia. Debemos priorizarla, todos, como sociedad. El futuro mejor para los niños no puede ser solo responsabilidad de los maestros.

Somos el primer eslabón de una cadena necesaria para el crecimiento personal y social. Tejedores de redes, mostramos posibilidades para que los niños y adolescentes se atrevan a soñar.

En los nuevos escenarios no siempre tenemos las respuestas y mucho menos las herramientas. Y salimos a buscarlas. Nuestras carencias tienen que ver con materiales, libros, elementos de limpieza, problemas edilicios, necesidad de maestras integradoras en el aula y hasta la indiferencia social. Porque abrazamos y alojamos dudas, incertidumbres y múltiples realidades, también necesitamos ese abrazo que contenga.

Docentes alquimistas transitando galerías, patios y aulas, en silencio o haciendo mucho ruido, sembrando sueños en las miradas, con la disposición atenta. Somos los que animan en el aula la celebración del pasado y el presente, y quienes recuperamos la memoria. Los que celebramos el juego y el arte, la literatura, las matemáticas y las ciencias. Por eso me pongo de pie y los invito. Y anhelo para nuestras infancias y adolescencias, docentes capaces de amar un saber determinado y que al mismo tiempo amen contárselo a los demás. Docentes motivados, aunque sea difícil, muchas veces, pararse frente a un aula.

Docentes que den tiempo a los demás, para pensar, jugar, aprender, leer, escribir, preguntar, hablar y que se den tiempo a sí mismos. Un tiempo para ejercitar la escucha y la paciencia.

Que el encuentro intergeneracional en la escuela sea en función de querer, creer, valorar y potenciar. Por otra forma de estar en el mundo, con los otros y para los otros. ¡Que educar nos conmueva!

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