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17 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Los temas de agenda para la Argentina que viene

Lunes, 20 de noviembre de 2023 04:23

Es hora de otro comienzo en Argentina. El vendaval eleccionario pasó y dejó decenas de opiniones encontradas en aspectos altamente relevantes. ¿Qué quedó del debate en torno al desarrollo económico y social del país? ¿Qué se debatió y que quedó de aspectos que hacen a la producción, a la educación a la salud y al empleo? Todos estos temas se tocaron en varias oportunidades, pero no con la profundidad que creemos requieren.

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Es hora de otro comienzo en Argentina. El vendaval eleccionario pasó y dejó decenas de opiniones encontradas en aspectos altamente relevantes. ¿Qué quedó del debate en torno al desarrollo económico y social del país? ¿Qué se debatió y que quedó de aspectos que hacen a la producción, a la educación a la salud y al empleo? Todos estos temas se tocaron en varias oportunidades, pero no con la profundidad que creemos requieren.

Necesitamos urgentemente crecimiento económico. Si bien la pandemia y la sequía fueron dos murallones al crecimiento que no pueden ser ignorados, el país ya venía debilitado desde hace un poco más de diez años. Desde el 2003 a esta parte enfrentamos 8 crisis económicas. La de mayor intensidad fue, sin duda, la de 2020 producto de la pandemia. Es decir, literalmente: "Un paso para adelante, otro para atrás". En el medio, entre 2010 y 2022 se sumaron a nuestra población más de 6 millones de personas. Primer e inevitable objetivo: hay que mover la producción; esto no es una opción sino un imperativo. Hay muchos caminos para hacerlo, incluso sin tener que abrir el mar Rojo para ello. Lo cierto es que hay que crecer urgente, y que existen varias formas de hacerlo.

Pero con eso no alcanza. El crecimiento es un despegue cuantitativo que, de ser dado, requiere luego de la dimensión calidad. Habrá que atender a la sostenibilidad del crecimiento. El tema se complica un poco, dado que hay más formas de generar crecimiento que formas de generar crecimiento sustentable. Y la sustentabilidad se extiende más allá de lo ambiental. Hay que atender a sus otras dimensiones: a la social y a la económica. La primera toca temas tales como la educación y la salud; la segunda se centra más en el empleo.

Nunca se discutió durante la campaña qué es necesario hacer para fortalecer nuestro sistema educativo. Y esto no es un tema menor. La educación primaria en Argentina redistribuye saberes beneficiando más a los sectores menos favorecidos de la sociedad. Fue, es y será un despropósito discutir el arancelamiento en este nivel de enseñanza. ¿Cuál es la agenda aquí? Su punto más débil: la calidad educativa. Un 27% de las niñas y niños que cursan 6º grado no saben leer un texto simple ni realizar un cálculo elemental. Eso, que hoy se llama pobreza de aprendizajes, es mañana en la vida adulta de estas niñas y niños, lisa y llanamente pobreza. Esa cifra es del 50% en los hogares con nivel socioeconómico bajo. No hay dudas ni tiempo que perder: hay que diseñar políticas para erradicar drásticamente la pobreza de aprendizaje, y esto incluye revisar y cambiar lo que sea necesario, como, por ejemplo, el proceso de formación de maestras y maestros, a la vez que aumentar el financiamiento público destinado a este nivel de enseñanza.

Tampoco se discutió durante la campaña que durante el año mueren 2.700 niñas y niños por causas evitables. Esto implica, 2 de cada 3 defunciones de menores de un año. Aclaro que "causa evitable" es un término técnico de la salud pública que se usa para designar las "defunciones cuya frecuencia podría disminuirse, en función del conocimiento científico actual y por distintas acciones desarrolladas, fundamentalmente a través de los servicios de salud". En criollo podría traducirse como muertes por inacción del sistema; por un grado patológico de irresponsabilidad social. En otros países del mundo eso no sucede. Acá está el otro gran desafío: invertir más en salud, principalmente del primer nivel, para evitar estas muertes, fortalecer la nutrición de niñas y niños, principalmente de los sectores con menor acceso a recursos. Esto es una función del Estado que no puede ser delegada a fundaciones ni a personas bien intencionadas.

Por último, el trabajo. Es urgente recapacitar en este sentido. Necesitamos empleos de calidad. No todas las personas son capitalistas. Está bien potenciar el espíritu emprendedor para quien realmente lo necesite, pero es una solución sin futuro para consolidar un sistema económico sólido y con inclusión social. Ningún país del planeta se hizo fuerte promoviendo el espíritu emprendedor. Y esto no depende solo de los gobiernos. Por supuesto que buenas gestiones ayudan a la mayor competitividad de las empresas, a financiar inversiones y a crear climas aptos para los negocios. Pero las que compiten e invierten son las empresas (no los países) y si no lo hacen, por el motivo que fuera, aparecen los fantasmas dormidos del estancamiento, la inflación y la informalidad laboral.

Como ocurre a menudo, cuatro años resulta insuficiente para ver logros en estos temas. Pero el logro del corto plazo consiste en sentar las bases para la gran transformación. Exceptuando al crecimiento, Argentina no está tan mal en los otros aspectos que atañen al desarrollo. No está tan mal en términos cuantitativos (el desempleo es bajo, la escolaridad elevada, la esperanza de vida no es despreciable), pero sí hay deudas de gran magnitud en lo cualitativo. La gran transformación requiere cuidar lo que se ha logrado y generar el cambio cualitativo que necesitamos. Tan simple decirlo como complejo lograrlo.

 

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