Lo habitual, pequeño, común, humeando en torno a lo grande, llena los rincones, pesado aire terrenal, condenados a respirar. El camino transcurre por cerebros humanos, de seres desdichados, efímeros, entregados a estrechos menesteres, en las mismas penurias. Distintas versiones, algunos se sienten felices, el fruto más hermoso, de esta amarga planta. Otro atravesó orgulloso la existencia, con reflexión, con misericordia, enseñando el peso de la vida.
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Lo habitual, pequeño, común, humeando en torno a lo grande, llena los rincones, pesado aire terrenal, condenados a respirar. El camino transcurre por cerebros humanos, de seres desdichados, efímeros, entregados a estrechos menesteres, en las mismas penurias. Distintas versiones, algunos se sienten felices, el fruto más hermoso, de esta amarga planta. Otro atravesó orgulloso la existencia, con reflexión, con misericordia, enseñando el peso de la vida.
El hombre común toma en serio esta brevedad, en una risa olímpica, en un sublime sarcasmo desciende hasta la tumba. La rueda del tiempo gira, hacia donde quiera, pero nunca podrá con la verdad.
El arte ayuda al hombre, con la clarividencia de la soledad, con la incapacidad de soportar sumisa integración en el mundo. Con la poesía habla el misterio, los árboles conversan entre sí, con voz baja para no despertar a los pájaros. Los hombres duermen sobre el césped, abrazados a la maldad, que los acompaña desde siempre. El amor, guerra de matar o morir, de mentes predispuestas a tomar posesión. La valentía es el arma, para sufrirlo en carne propia.
En el deber te reclamo cosas que nadie dispone, en la austeridad olvido, regreso al recuerdo. Jamás tan fácil como hoy, ni tan difícil como mañana. Me atrapo por las noches, para escapar durante el día. Cuando más me persigo, más me alejo de mí mismo. Debo olvidarte, ambos somos uno. Su esencia se disuelve en el licor seminal de la parra oprimida. Si una mano lava a la otra, un pie ensucia al cuerpo, los ojos llorosos nunca limpian la conciencia por completo. Pasos cortos, trayecto largo, las miradas nunca abarcan la totalidad del horizonte. Cuando el tiempo es precario, la demanda es exigente, la rutina llega a hartarnos, el acostumbramiento, un hecho.
El pasado es recuerdo plasmado en el presente, el presente, un anhelo del pasado, el futuro, el presente que soñamos. Es verdadera la diferencia entre lo dicho y lo hecho. El grito se escucha detrás del poema: sueño, realidad ficticia, arte con sentido, o sin sentido alguno, lo importante del sentido, debe sentirse para ser arte.
Pasó el modernismo con Rubén Darío, el ultramodernismo con Alfonso Reyes, es tiempo de buscar en la dialéctica, el nuevo rumbo del mensaje, el arte de la discusión, el rigor de un razonamiento, el acuerdo del pensamiento, que discute nuestro interior. El pensamiento se confunde con el ser, se desarrolla según su ritmo, melodía de tesis o negación. Movimiento racional superior donde avanza la realidad histórica, la de la razón viviente. Devenir que progresa por alternancia de movimientos, de sentido inverso, juego de causalidad recíproca. Dialéctica de la intuición y el discurso, del amor y el deber, del actor y el personaje, del amo y el esclavo.
Llega a invertirse, la ociosidad y el placer, rebajan poco a poco, al amo al nivel animal, esclavo de necesidades y deseos; mientras el esclavo por el trabajo conquista el dominio de sí, de la naturaleza. El espíritu científico, mezcla de prudencia y audacia, camina hacia la invención. El fin del método lógico, descubrimiento progresivo, creando desde las contradicciones. La superficie del cuerpo no es límite del individuo. Cada uno es portador de una combinación genética, que sólo a uno pertenece, cada elemento del cosmos, está tejido de todos los seres vivos. Tiempo de final y de principios, de balance personal, para poner en la imaginaria balanza cada tramo de la existencia, buscando el secreto de la vida.