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De Maduro a Galtieri,la fuga hacia adelante

Sabado, 09 de diciembre de 2023 02:57

El referéndum convocado por el gobierno de Nicolás Maduro para ratificar el apoyo popular a la reivindicación del territorio de Esequibo, que ocupa dos tercios de la superficie de la vecina Guyana, generó un estado de alarma en los medios de inteligencia del hemisferio ante la posibilidad del estallido de una conflagración bélica que permitiría al régimen de Caracas legitimar su permanencia en el poder y sortear la encrucijada de las elecciones presidenciales previstas para 2024.

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El referéndum convocado por el gobierno de Nicolás Maduro para ratificar el apoyo popular a la reivindicación del territorio de Esequibo, que ocupa dos tercios de la superficie de la vecina Guyana, generó un estado de alarma en los medios de inteligencia del hemisferio ante la posibilidad del estallido de una conflagración bélica que permitiría al régimen de Caracas legitimar su permanencia en el poder y sortear la encrucijada de las elecciones presidenciales previstas para 2024.

Maduro calificó la votación como "un referéndum histórico que ha puesto de pie a Venezuela" y anunció un paquete de medidas especiales que incluye la creación del estado de Guayana Esequiba que abarca el territorio en diputa y autorizó a Petróleos de Venezuela a conceder licencias operativas para la explotación de petróleo, gas y minerales en la zona

En contrapartida, el gobierno de Guyana señaló que la consulta representa una amenaza existencial para su integridad territorial. Por esa razón solicitó a la Corte Internacional de Justicia que impidiera su realización. El tribunal no acepó el pedido pero advirtió a Caracas que debía abstenerse de adoptar cualquier medida que modifique la situación de la región en disputa.

Guyana, un pequeño y casi ignoto país de América del Sur, asociado al Mercosur, vecino de Brasil y Venezuela, con una población de apenas 800.000 habitantes, segundo en la región detrás de Bolivia por sus niveles de pobreza, puede superar en poco tiempo su secular atraso económico y social para convertirse en uno de los más ricos del mundo en términos del ingreso por habitante.

Este prodigioso milagro económico obedece al espectacular descubrimiento petrolero realizado en 2015 en su plataforma submarina, a 193 kilómetros de la costa, por la empresa estadounidense Exxon Mobil, que constituyó el mayor hallazgo de hidrocarburos en aguas profundas a nivel mundial registrado en las últimas décadas. Un informe de la cadena de televisión CNN consignó que Guyana podía convertirse en el país con mayor producción de barriles de petróleo por habitante del mundo entero, más aún que Qatar y los demás emiratos del Golfo Pérsico.

Una historia de conflictos

La historia de Guyana está plagada de acontecimientos disruptivos. En 1615, el territorio -originario de las tribus arawak y caribes - fue colonizado por Holanda. En 1796, pasó a manos de los ingleses, quienes en 1814 aprovecharon las guerras por la independencia hispanoamericana para ocupar la región del Esequibo, perteneciente a la Capitanía General de Venezuela, y expandir la Guyana británica, que alcanzó su independencia en 1966, cuando adoptó su actual nombre de República Cooperativa de Guyana.

En sus primeros veintiséis años de vida independiente, Guyana fue gobernada por el Partido Nacional del Congreso (PNC), que en 1992 fue derrotado por el Partido Popular Progresista (PPP), una formación de izquierda, defensora de la Revolución Cubana, que con el tiempo fue moderando sus posturas originarias. Una curiosidad histórica es que el PPP promovió en 1997 a Janet Rosemberg (nacida en Estados Unidos) como la primera presidenta judía electa en el continente americano y en 2020 al actual presidente Mohamed Irfaan Alí, de religión islámica y ascendencia india.

Los dos partidos están sustentados en los dos principales grupos étnicos que conviven conflictivamente en la sociedad guyanesa: el PNC tiene su base en los afro-guyaneses, que representan un 30% de la población, descendientes de esclavos y prevalecientes en los centros urbanos, y el PPP en los indo-guyaneses, un 50% que habita mayoritariamente en las zonas rurales y son producto de la migración traída por los británicos desde la India para trabajar en las plantaciones de azúcar luego de la abolición de la esclavitud. El 20% restante está repartido en partes iguales entre una comunidad de asiáticos y mestizos y una minoría indígena, socialmente marginada, refugiada en las regiones selváticas, cortejada por Venezuela, que recurrentemente estimula una tendencia separatista.

Desde 1841, Venezuela y Guyana disputan la soberanía de Esequibo. En aquel entonces Guyana era una colonia británica, que la adquirió en 1814 a la Corona holandesa sin que en ese pacto quedara definida la frontera con Venezuela. Guyana sostiene que esa controversia fue resuelta por el Laudo Arbitral de París de 1899 que delimitó la frontera. Pero desde 1949, cuando surgieron evidencias de que en la gestación del laudo existió complicidad entre los delegados británicos y el jurista Friedrich Martens para fallar en favor de Gran Bretaña, Venezuela denuncia que el territorio fue ocupado ilegalmente por Gran Bretaña en el siglo XIX y reclama su devolución.

Poco antes de la independencia de Guyana en 1966, Caracas y Londres suscribieron el Acuerdo de Ginebra, un tratado aún vigente que reconoce el reclamo de Venezuela y establece que ambas partes asumen el compromiso de encontrar soluciones satisfactorias para un arreglo pacífico de la disputa. Venezuela considera al territorio como "zona de reclamación" y suele incluirlo en sus mapas con un tachado, mientras que Guyana tiene instaladas en Esequibo seis de sus diez regiones administrativas.

Mar de petróleo sobre un polvorín

La profundización de la crisis venezolana y el estallido petrolero guyano confluyeron para generar las condiciones propicias para exacerbar el enfrentamiento.

El gobierno de Guyana extendió licencias de exploración a otras grandes compañías petroleras multinacionales, entre ellas Repsol, Total y la china CNOCC, y avanza en el diseño de un "fondo soberano", semejante a los establecidos en Noruega, Qatar o los Emiratos Árabes Unidos, para administrar la futura riqueza petrolera y aplicar los ingresos públicos obtenidos a la reconversión de la economía local, hoy basada en sus modestas exportaciones de oro, bauxita y productos agrícolas.

El boom petrolero implicó también un exponencial incremento en la demanda de mano de obra en un sector de elevada especialización, exigencia que no está en condiciones de ser satisfecha por la población guyanesa. En cambio, en Venezuela coexiste un importante sector petrolero, virtualmente paralizado, con un personal altamente calificado que cobra sueldos miserables.

La perspectiva de una explosión migratoria a través de una frontera extensa y virtualmente desprotegida causa una legítima preocupación en el régimen de Caracas, que percibe el peligro real de que una paralización completa de su actividad petrolera (único sustento de su exhausta economía) por una fuga generalizada de técnicos y trabajadores. Ese temor abre un nuevo foco de conflicto.

La incertidumbre reinante sobre los pasos del gobierno de Maduro torna inevitable el análisis de una hipótesis que a primera vista podría aparecer descabellada pero que debe ser examinada a la luz de la actual situación de acorralamiento político del régimen de Caracas. La alternativa de "fuga hacia adelante", similar a la protagonizada en 1982 por el régimen militar argentino con la guerra de Malvinas, no es una posibilidad que resulte prudente descartar.

Aunque comparte la reivindicación sobre la soberanía de Esequibo, la oposición venezolana, liderada por Corina Machado, rechazó el referéndum con el argumento de que podía perjudicar la posición del país ante la Corte Internacional de Justicia, cuya intervención en el diferendo es recusada por Maduro, pero es el único organismo que podría rever el Laudo Arbitral de París y habilitar las conversaciones bilaterales para la resolución del conflicto. Mientras tanto, a modo de advertencia, el gobierno brasileño anunció la movilización de tropas para garantizar la seguridad en la zona fronteriza que comparte con Venezuela y Guyana.

 

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