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18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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La economía aferrada a cualquier salvavidas

Miércoles, 01 de marzo de 2023 02:45

El problema perentorio que debe resolver este gobierno es el de la crisis macroeconómica, cuyos síntomas son el déficit, el endeudamiento, el estancamiento y la inflación. Sin embargo, lejos de sentar las bases para poner en marcha el desarrollo productivo, el presidente y el equipo económico se empeñan en un sálvese quien pueda para las elecciones. Por eso se limita a poner parches con políticas de corto plazo que no garantizan éxito.

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El problema perentorio que debe resolver este gobierno es el de la crisis macroeconómica, cuyos síntomas son el déficit, el endeudamiento, el estancamiento y la inflación. Sin embargo, lejos de sentar las bases para poner en marcha el desarrollo productivo, el presidente y el equipo económico se empeñan en un sálvese quien pueda para las elecciones. Por eso se limita a poner parches con políticas de corto plazo que no garantizan éxito.

El gobierno que asuma a fines de este año deberá tener el suficiente poder político, pragmatismo y fortaleza para materializar las políticas activas para la dinamización de la producción, la industria y la inversión tecnológica. Es decir ponerse al día con las innovaciones que impone un mundo que ya se dio cuenta que un liberalismo carcomido o un exaltado populismo no fueron buenas recetas.

El único camino de salida es el crecimiento de la actividad privada manejada por empresarios comprometidos con el desarrollo de nuestra economía. Para ello deberemos sacarnos de encima los estereotipos.

Se escucha a economistas liberales que opinan sobre nuestros empresarios como "ineficientes, parásitos del proteccionismo, beneficiarios de los gastos del Estado que producen bienes de baja calidad a altísimos precios, y obsesionados con destruir sectores de nuestra producción porque no son competitivos".

En el otro flanco, los populistas persiguen y declaran enemigos a nuestros empresarios, viéndolos como "monopólicos, formadores de precios que generan inflación, explotan a los trabajadores y conspiran contra los gobiernos populares, llevando adelante golpes de mercado"

Para el crecimiento de nuestra economía, como primera medida será necesario rescatar desde todos los sectores la capacidad emprendedora de nuestros empresarios, ya sean grandes o pequeños, y la capacidad laboriosa de nuestros trabajadores

La mirada productivista

Lo que el país necesita es un nuevo paradigma productivista. Mirando con nostalgia la experiencia de Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio (1958/1962) de los años 60 del siglo pasado, y hoy citamos a un economista de Harvard, Dani Rodrik, que en su libro The New Productivism Paradigm (El nuevo paradigma productivista) está logrando el consenso en la política económica estadounidense, desplazando al paradigma neoliberal.

Esto supone un nuevo marco de la política económica basada en la producción, el trabajo y el localismo, en lugar de las finanzas, el consumismo y el globalismo; aplicado a nuestro país podemos referirnos a la famosa política pendular liberal populista de los últimos 50 años, en los que fuimos destruyendo valores y activos, y empobreciéndonos porque no teníamos políticas de Estado que se mantuvieran a través de los gobiernos, sean del signo político que fueren.

Los activos que aun hoy tenemos están relacionados con conocimientos, tradiciones e historia de un pasado de gloria basado en nuestro potencial productivo y tecnológico, rescatando muchísimos emprendimientos, algunos opacados por la pérdida de rumbo nacional, pero que no dejan de ser significativos para el crecimiento y desarrollo productivo de nuestra economía.

El nuevo gobierno tendrá que tener el compromiso nada menor de ordenar la macroeconomía con un fuerte sustento en el desarrollo colectivo, productivo y sustentable, desafíos que deberán ser implementados en conjunto.

Nos resulta imprescindible una oferta electoral que contemple mandatos de libre mercado como también la cooperación, la regulación estatal y la planificación económica que a muchos países les permitieron desarrollarse a través de la educación, la ciencia y la innovación productiva.

El cepo al dólar

El nuevo acuerdo con el FMI, anunciado por el ministro Sergio Massa después de reunirse en la India con la directora Kristalina Georgieva, no es más que un guiño del organismo, que prefiere flexibilizar las metas y seguir refinanciando la deuda para evitar un colapso que hundiría al país, al gobierno y al propio Fondo Monetario. El Banco Central no tiene reservas que garanticen las importaciones y la economía de pospandemia, con guerra en Ucrania y sequía generalizada, no garantiza que Massa pueda fortalecer a la entidad.

La liberación del cepo cambiario es una discusión que se ha instalado entre los equipos técnicos que están trabajando en el diseño de un programa para un nuevo período de gobierno.

Hoy en nuestro país están en vigencia más de una docena de tipos de cambio entre el dólar y el peso, entre otros: dólar oficial, blue, tarjeta, Qatar, MEP y CCL, en algunos casos con una brecha en su cotización entre la más baja y la más alta de cerca del 100%, esto es consecuencia de la falta de dólares, o el exceso de pesos, dependiendo de quién lo analice.

Lo cierto es que cualquier persona o empresa que quiera dolarizarse no puede hacerlo a un tipo de cambio único porque no tenemos un flujo comercial o de inversiones que ingresen los dólares necesarios para satisfacer la demanda. Recordemos que el cepo cambiario se instaló en octubre de 2011 y con algunos cambios continúan hasta ahora. Durante los años 2015 y 2019 se eliminaron todas las restricciones cambiarias y de flujo de capitales, período que fue posible ingresar y retirar dólares, así como cambiarlos por pesos para invertirlos en activos locales.

El financiamiento fiscal y comercial en 2016-2018 se hizo con endeudamiento externo, pero esta vez no tendremos las condiciones para poder pedir financiamiento externo y el financiamiento interno es muy limitado, porque el tamaño de nuestro mercado de capitales es muy limitado.

Analistas y protagonistas de los equipos económicos del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio reconocen que será imposible aplicar en 2024 la eliminación de restricciones cambiarias, ya que no habrá margen para sacar los controles de capitales y el cepo justamente por los cerca de 10 billones (sí, diez millones de millones) de pesos que actualmente tiene entre sus pasivos el BCRA y de otros tantos que acumula el Tesoro en pesos con vencimientos en los próximos meses, que se van renovando.

La salida del cepo sería estratégica para iniciar un proceso de reactivación y crecimiento de nuestra economía; sin ir más lejos la inversión extranjera está en niveles muy bajos y cualquier empresa que quiera invertir en Argentina tendrá que pensarlo dos veces, porque no puede remitir utilidades al exterior.

Es un gran problema a resolver sin que generen desajustes en la macroeconomía. Sin ir más lejos, cuando Macri levantó las restricciones cambiarias solo la remisión de utilidades al exterior fue de US$ 3.800, importe que es hoy casi el 80% de lo que deberíamos acumular este año en reservas para honrar el compromiso con el FMI.

Sabemos que se debe levantar el cepo, pero dentro de un plan de estabilización alineado con otras variables y con los incentivos necesarios para que la demanda de dólares para ahorro, por ejemplo, sea la menor posible

Hernán Lacunza, el ultimo ministro de Hacienda de Macri, que volvió a instalar el cepo un día después de que Alberto Fernández ganara la presidencia -como una medida necesaria para evitar males mayores-, hoy opina que no habrá soluciones mágicas y que esta vez no hay dólares para cambiarlos por las letras del BCRA en manos de inversores privados (Lebac).

Un integrante del equipo económico de Horacio Rodríguez Larreta opinó sobre una alternativa de implementar un plan de estabilización que mantenga los controles de capitales, en donde se corrijan los precios relativos dentro del cepo, con un fuerte ajuste del gasto público, con suba de tarifas incluidas y resignando en el tiempo una menor velocidad para bajar la inflación.

Gabriel Rubisntein, actual viceministro de Economía, escribió días pasados una columna de opinión donde dejó en claro que la idea base del equipo económico es la de poder sacar los controles de cambio (cepos) en cuanto les sea posible; para ello tendríamos que contar con un stock de dólares muy superior que el actual y sería recomendable no tener déficit fiscal primario para no tener que aumentar el stock de pesos por motivos fiscales, admitió.

El deseo de abrir la economía en 2024 propone un frágil equilibrio, porque se deberá evitar que los índices de pobreza, desempleo e inflación empeoren. Y se trata de objetivos que deberán contar con un amplio consenso social y político, como así también tener una correcta administración de los recursos disponibles. Lo que podemos afirmar que el 2024 no será como el 2015, ya que el cepo o los controles de cambio vinieron para quedarse un buen tiempo.

 

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