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"La familia Cortez todavía busca a un bebé apropiado"

Mario Félix "Mato" Cortez recuerda la historia de su hermano y su cuñada, secuestrados cuando ella estaba embarazada.
Viernes, 24 de marzo de 2023 02:27

José Antonio tenía 22 años cuando fue asesinado en Bahía Blanca. Su compañera estaba embarazada, la tuvieron secuestrada hasta que parió y luego la mataron de un tiro en cabeza.

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José Antonio tenía 22 años cuando fue asesinado en Bahía Blanca. Su compañera estaba embarazada, la tuvieron secuestrada hasta que parió y luego la mataron de un tiro en cabeza.

Mario Félix "Mato" Cortez, hermano de José Antonio, es el sobreviviente que cuenta la historia hoy, en el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia por el aniversario del golpe de Estado de 1976.

Un relato de más de 46 años, que es un espiral y que gira en torno del amor, la violencia, los años de sangre, la militancia, la lucha por una sociedad más justa, el destino de los desaparecidos y la vida de los bebés expropiados. Va del llanto a la risa en una vuelta de carro.

A Mato Cortez le asesinaron y desaparecieron al hermano menor, le secuestraron a su cuñada y le robaron a su sobrino o sobrina. Así de dura es la síntesis de que lo que tiene que relatar; esa es su responsabilidad histórica y se hace cargo.

José Antonio, dos años menor, fue acribillado en Bahía Blanca, en febrero de 1977, por el terrorismo de Estado, que simuló un enfrentamiento.

En su casa de Hipólito Yrigoyen, Cortez recibe a El Tribuno en un patio verde de moringa, maíces, tomates, aromáticas y toda la abundancia del norte provincial. "Yo declaré en febrero (último) en el juicio por la megacausa Zona V, de Bahía Blanca. Hablar sobre el tema, recordar, contar y revivirlo a mi hermano es muy difícil", dijo.

De los siete hermanos, más padre y madre, que eran, hoy solo quedan 3 familiares. Ya se van muriendo todos y el ejercicio de la memoria está en su destino.

"No hay nada más hermoso que ver al hijo de un trabajador ingresar a la universidad. Por algunas cosas del destino yo me retrasé y estudiamos el secundario juntos con José Antonio. Al terminar la escuela media mi papá nos dijo que no nos podría bancar los estudios de los dos. A mí me enviaron a la Marina, en Puerto Belgrano, y más tarde me lo llevé a Tapón (José Antonio) para que estudie Ingeniería Química en la Universidad Nacional del Sur, en Bahía Blanca", dijo Cortez.

Su familia completa es peronista. Sus padres, Félix y Andrea, criaron a los siete hijos. El hombre fue carpintero en el ingenio El Tabacal y desde siempre exigieron sus derechos a la familia de los Patrón Costas, propietaria de la azucarera. Los niños se criaron escuchando los discursos de las luchas por lo que consideraban justo.

José Antonio llegó a Bahía Blanca, tras militar en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) de Orán. En el sur participó de la Juventud Estudiantil Peronista en la denominada "primavera camporista", en el año 73, mientras su hermano mayor seguía en la Marina.

Para el 74 la situación se iba enrareciendo de a poco y José Antonio pasó a militar en Montoneros. Con Mario asistían a las reuniones de base en donde se discutían cuestiones políticas.

¿Pero cuáles eran esas cuestiones?

"Queríamos un mundo más justo, en donde se pueda vivir mejor. Para eso veíamos a la educación como la herramienta para mejorar la realidad de las familias. No se hablaba de lucha armada sino de trabajo social en los territorios. Yo estaba encantado porque mi hermano estaba en el barrio universitario y recibía los beneficios del comedor estudiantil; todas cosas por las que habíamos militado", cuenta emocionado.

Tras la muerte de Perón, el 1 de julio de 1975, todo se quiebra definitivamente. "Yo me daba cuenta de que había uno que era infiltrado en las reuniones. Lo detecté por su forma de caminar y su modo imperativo de decir las cosas: ese era milico", dijo.

Ya entrado el 75 se comienza a perseguir, matar y desaparecer a las personas: el terrorismo de Estado operaba abiertamente.

Con el recibo de sueldo de marino Mario consiguió alquilar una casa. Al tiempo cambió de domicilio nuevamente y luego su hermano José Antonio llega a un "refugio", que es el nombre que les daban a las casas donde se escondían varias personas sospechadas de subversivas.

En ese refugio José Antonio conoce a Elizabeth Frers, estudiante, militante católica del centro pastoral La Pequeña Obra y de la Juventud Universitaria Católica de Bahía Blanca.

A fines del 75 el terror del Estado se había apoderado de las calles de todo el país. En el 76 se produce el golpe de Estado y todos pasan a la clandestinidad, por seguridad. Mario abandona la Marina y se vuelve a Orán, a la casa familiar.

El 5 de febrero de 1977 fusilan al salteño y en operativos simultáneos matan a sus compañeros y secuestran a Elizabeth, que estaba embarazada de unos 3 meses y medio. La trasladan luego al centro clandestino de detención "La Escuelita", de Bahía Blanca. Allí la mantuvieron viva hasta que parió. Nadie de la familia de los Frers ni los Cortez sabe nada de esa criatura.

Ahí es donde ese viejo duro de 70 años se quiebra en llanto como un niño, es donde lo macabro y perverso del sistema genocida sigue perforando las almas de las personas.

"Yo fui a visitarlos y me di cuenta de que Elizabeth estaba embarazada. En esos tiempos no se decía nada. Me enteré que habían matado a mi hermano por una publicación de El Tribuno y luego me contaron que, efectivamente, ella estaba de casi 4 meses. Que la mantuvieron viva por el bebé, que finalmente nació y que luego mataron a Elizabeth de un tiro en la cabeza. Yo fui al cementerio donde están sus restos, porque su familia rogó y por eso tienen tumba. El dolor de las dos familias es inconmensurable. Yo he soñado cada noche de mi vida que un día me golpean la puerta o me llaman para decirme que encontraron a mi sobrino o sobrina...", y ya no puede seguir hablando; se ahoga en llanto.

Eso es lo más infame de los genocidas: la incertidumbre. Porque las historias no terminan nunca, porque las puertas no se cierran, no encajan en sus marcos; porque uno se pasa la vida buscando rasgos familiares en las caras de las personas, en las calles. En eso no puede haber perdón ni olvido ni reconciliación.

Buscó refugio pero lo fusilaron

José Antonio Cortez tenía 22 años el 5 de febrero de 1977, mientras se encontraba esperando a una persona en Viamonte al 600, en Bahía Blanca, un grupo de efectivos del Ejército y de la Policía intentó interceptarlo en la vía pública.

Tras buscar refugio en una obra en construcción, fue fusilado y el hecho difundido falazmente como "un enfrentamiento".

El certificado de defunción y el Registro de Inhumaciones del Cementerio local informan que los restos fueron inhumados como N.N. "abatido por una patrulla militar".

A pesar de la intensa búsqueda realizada por la familia y de las pericias practicadas en el marco de esta investigación en terrenos del cementerio, los restos de José Antonio Cortez nunca fueron hallados, por lo que continúa desaparecido.

Las familias Cortez y Frers buscan al bebé apropiado. Un relato es clave en la certeza de que nació con vida: cuando su hermana fue a la morgue a reconocer el cuerpo de Elizabeth le dijeron que no busquen al bebé, porque nació y luego lo mataron.

Ese testimonio es clave porque es el mismo sistema que utilizaron para otros casos en que los bebés nacieron y fueron apropiados.

Hoy esa persona tiene 46 años. Cualquier información se puede remitir a cortezmario53@yahoo .com.ar o a seguimosbus [email protected]

"Fallecieron mi padre, mi madre, mis hermanos mayores. Esta perversidad de la técnica de desaparición hace que después de 46 años sigamos llorando, pidiendo los familiares que por lo menos aparezcan los cuerpos para darles sepultura. Quisiera pedir y recuperar el cuerpo y sepultarlo en mi pueblo. En la familia, de 8 que éramos, quedamos 3", sostuvo Mario Félix Cortez.

Movilización de familiares

Organizaciones de derechos humanos realizarán una marcha hoy a las 10 desde la plaza 9 de Julio hasta el Portal de la Memoria, ubicado en el parque San Martín.

Participarán las organizaciones Familiares de Detenidos-Desaparecidos por Razones Políticas y Gremiales, Asociación Coca Gallardo, Asociación Lucrecia Barquet e H.I.J.O.S. Salta.

"Estas actividades son clave para no olvidar y para no repetir la historia y es importante que nuestra generación y las futuras sepan lo que ocurrió y así renovemos y sumemos más compromisos por la memoria de las víctimas y la defensa de nuestra democracia", señaló la secretaria de Derechos Humanos de la Provincia, Mariana Reyes.

 

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