Por Flavio Gerez, Dr. en Física y músico
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Por Flavio Gerez, Dr. en Física y músico
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El Mozarteum Argentino Filial Salta inició su temporada 2023 con un interesante concierto para piano a cargo de Alejandro Labastía en el salón Alvarado del Club 20 de Febrero. Una sala con unas características acústicas ideales: altos techos abovedados, estructuras de madera, pesados cortinados en las ventanas, y una iluminación que invita al recogimiento que el programa con música de Schubert y Debussy exigía y que hubiera sido perfecta sino estuviera al lado (sólo separada por puertas de vidrio) de un patio de comidas que se habilitó justo a la hora que empezaba el concierto y debajo de un gimnasio que ya sabemos el volumen y tipo de música que en estos espacios se escucha.
Franz Schubert (1797-1828) es un compositor altamente influyente e importante en la música para piano, conocido por sus melodías emotivas, lirismo y profundidad emocional. Escribió una gran cantidad de música para piano, incluyendo sonatas, impromptus, momentos musicales y otros géneros. Su música es compleja y técnica, pero a la vez accesible y atractiva para el oyente promedio, con acordes y progresiones armónicas inesperadas, y una habilidad para entramar varias melodías juntas. La música para piano de Schubert es un ejemplo excepcional de cómo la emoción y la técnica pueden combinarse para crear obras musicales de gran belleza y profundidad.
La Sonata para piano en Do menor D.958, de Schubert, consta de cuatro movimientos. El primero, Allegro, comienza con un acorde en do menor en forte y presenta dos temas contrastantes que progresan de manera similar a la variación, seguido de una sección de desarrollo cromática y una recapitulación tradicional que mantiene la tonalidad original. El segundo movimiento, Adagio, es nostálgico y presenta una melodía elegante que experimenta un tratamiento tonal y cadencial notable. El tercer movimiento, Menuetto: Allegro-Trio, es sombrío y relativamente conservador en su esquema de tonalidades. El cuarto, Allegro, está escrito en estilo de tarantela y presenta un ritmo galopante implacable.
Alejandro Labastía enfrentó con solvencia y elegancia esta obra, elementos imprescindibles para hacer Schubert, aunque no logré comprender las sonoridades escogidas, creo, derivadas de las limitaciones del instrumento, un piano Steinway de media cola fabricado en 1939.
Claude Debussy (1862–1918) fue un verdadero innovador. Su música para piano es reflejo de esto. La habilidad para crear atmósferas y paisajes sonoros únicos, tan propios del compositor, así como su destreza en la creación de motivos melódicos complejos y armonías fascinantes, lo convierten en un genio indiscutible de la música clásica. Debussy ha influido en muchos otros compositores a través del tiempo y su legado continúa siendo una fuente de inspiración tanto para compositores como para intérpretes.
El primer libro de 12 Preludios, de Debussy, es un viaje musical que transporta al oyente a través de paisajes sonoros exquisitamente elaborados. Desde la belleza etérea del "Danseuses de Delphes" hasta la arrebatadora pasión del "Minstrels", el compositor muestra su habilidad para crear música tejiendo una historia sin palabras, logrando sumergir al oyente en un mundo de sonidos y sensaciones. Algunos ejemplos: en "Les sons et les parfums tournent dans l'air du soir", Debussy crea una sensación de brisa nocturna que lleva consigo el aroma de flores.
En "La Cathédrale Engloutie", utiliza los tonos del piano para crear la sensación de una catedral sumergida en el mar. "La fille aux cheveux de lin" es una pieza que posee una belleza etérea que evoca la sensación de una tarde de verano. Algunos autores sostienen que la colección del primer libro de Preludios es como un libro de doce cuentos independientes. Para mí, es una novela con doce capítulos que nos invita a explorar una única idea musical y que guarda una coherencia intrínseca pocas veces oída. De ahí que los aplausos del público entre preludios me resultaran tan molestos. Si bien no hay una regla escrita en piedra donde se obligue a reprimir los aplausos, el silencio también puede ser una expresión de emoción y respeto.
La propuesta pianística de Alejandro Labastía, si bien consiguió una efusiva respuesta por parte del público, no logró crear, en mi opinión, esa paleta de sonidos necesaria para que la experiencia musical tuviera completitud.
No creo que fuera por falta de habilidad técnica o interpretativa del artista sino más bien por las enormes deficiencias del piano Steinway del Club 20 de Febrero, un piano que ya tiene 84 años y que necesita una profunda puesta a punto en cuanto al balance de agudos y graves y un ajuste urgente de su sistema de martillos. No basta con afinarlo periódicamente. Esto representa una inversión importante por parte del Club, pero se ganaría en recuperar un instrumento con un enorme potencial que hoy está al 5% de lo que fue en un tiempo pasado.