El femicidio de Mercedes Kvedaras en uno de los primeros barrios privados de Salta, El Tipal, despertó el interés de la prensa nacional que lo tituló como "el femicidio del country". Destacan que el caso demuestra que la violencia de género está en todos los estratos sociales.
José Figueroa declaró y aseguró que Mercedes le dijo que estaba con otra persona y "se nubló". Las autolesiones de Figueroa y su testimonio dan señales de que la estrategia de la defensa sería acudir a la "emoción violenta". La defensa está a cargo del abogado Casabella Dávalos que no obtuvo la prisión domiciliaria para su colega.
Desde el Instituto de Género del Colegio de Abogados advierten que la "emoción violenta" ya no tiene aceptación en la Justicia porque sería como hablar del "crimen pasional". Josefina Arancibia, directora del Instituto, aseguró que este argumento no sería aceptado por la Justicia porque "si bien hay resabios que hablan de emoción violenta, de crímenes pasionales, con el tiempo eso va cayendo en saco roto y la Justicia no va acogiendo ese tipo de argumentos".
La abogada además cuestionó la visibilidad que logró el caso y advirtió que "la violencia no distingue cuestiones de clases sociales". Irene Cari, del Foro de Mujeres por la Igualdad de Oportunidades, también destacó que Figueroa "no es un varón albañil que andaba borracho, es un varón instruido".
Desde el 2014 la provincia está bajo la ley de emergencia de género. Desde entonces se crearon organismos públicos y se sancionaron leyes "de avanzada". Sin embargo, los números "no ceden". Ante ese panorama, quienes trabajan con la violencia de género en Salta reflexionan si se tendría que plantear otro enfoque. En ese sentido indicaron que se debe trabajar con el varón violento, y pidieron un mayor compromiso de la sociedad en general.
"Se deshumaniza al varón violento catalogándolos de monstruos y no lo son, son personas comunes y corrientes que conviven con nosotros. Es más, la mayoría hacia el afuera son agradables, todos dicen: ´Tan bueno que parecía´, hay ese imaginario social. No tenemos en cuenta los micromachismos que es lo que precede a esto, que están antes y que están invisibilizados", destacó Josefina Arancibia.
Por su parte, Irene Cari también reflexionó: "Parece ser que hay otros vectores que no estamos mirando y poco se trabaja en asistencia y acompañamiento". En este sentido señaló que hay que trabajar con los varones violentos que "son compañeros de trabajo, de colegio de alguien" . La militante que en más de una oportunidad asistió a mujeres víctimas de violencia de género cuestionó:" ¿Quién les pregunto qué piensan al respecto, como se sienten, cómo ven esa evolución de las mujeres que luchamos por tener autonomías? La cultura les impuso ser ´el cuidador´, y con la mujer empoderándose les decimos ´te libero de esa cargas´ y ellos reaccionan así" .
En cuanto a qué es lo que está faltando, ambas referentes coincidieron en el trabajo de sensibilización y concientización, ya que el actual, consideraron que no es suficiente. "Se ven poco y nada de campañas, falta el rediseño de políticas públicas, una real intromisión del estado", destacó Arancibia, " porque las cifras no bajan no solo en femicidios sino en denuncias", agregó.
La abogada que trabaja en casos de violencia junto a otras colegas cuestionó el proceso judicial al que son expuestas este tipo de causas: "Por ley el juzgado de violencia familiar y de género en delitos menores como lesiones, desobediencias judiciales, solo puede dictar medidas cautelares, pero no se expide de la situación de la víctima, sobre el fondo del asunto. Dictan la perimetral, la exclusión del hogar, y se queda ahí, no reconocen que se sufre violencia de género , no hay una condena para el varón que viola perimetrales y la víctima siente que tanto camino en la justicia ha sido en vano" .
Femicidios, en cifras
Si bien desde todos los sectores advierten que no habría que contabilizar ni una sola víctima, se destaca la disparidad de cifras en registros de femicidios. El Instituto de Género realizó un mapeo y contabilizó 15 femicidios, mientras que desde la Fundación GEMA (Género y Masculinidades) se indicó que son 16 porque contabilizan a "las mujeres que se suicidaron hostigadas por la violencia de género". En tanto, desde la Secretaría de la Mujer en base a datos del OVCM (Observatorio de Violencia Contra la Mujer) se informaron 9 femicidios.
Arancibia resaltó que le llama "poderosamente la atención la falta de registros oficiales, que den cuenta de cuántos son con los que se cuenta". La abogada advirtió que es un avance que la Procuración haya decidido que toda muerte de mujer se investigue en principio como femicidio, pero advirtió que "hay mucho hermetismo con la falta de datos", los cuales consideró, son necesarios para quienes "diseñan las políticas públicas".
Irene Cari se pronunció también en este sentido y recordó la reunión que tuvieron las organizaciones con la jueza de Corte Sandra Bonari a quien le reclamaron que "desde la OVIF (Oficina de Violencia Intrafamiliar) muchos casos se dicen que no son femicidios, pero no se investiga por qué se suicidio la mujer o cómo es que esa chica terminó en un descampado".
El femicidio de Mercedes, los hechos
El viernes 4 del corriente, horas antes del mediodía, se conoció el espantoso femicidio que tiene como imputado al abogado José Eduardo Figueroa, de 41 años. Al parecer un amigo del acusado fue quien alertó lo ocurrido, dado que cerca de las 8.50 recibió un mensaje del abogado que refería: "No puedo más con la situación".
Con el correr de los días y bajo un hermetismo extremo por parte de la Unidad Fiscal Especializada en Femicidios, a cargo de la fiscal Mónica Poma, se fueron conociendo detalles de la causa. En el medio, el imputado decidió declarar y su relato poco coincidió con lo que se supone ocurrió verdaderamente. Sin embargo, el caso se encuentra en la etapa instructiva y se siguen colectando pruebas.
En cuanto a la autopsia, que fue firmada por tres profesionales, la muerte de la víctima fue por "asfixia mixta", es decir que además de ahorcamiento el victimario le obstruyó la respiración al taparle la nariz y la boca. La presión sobre el cuello fue tan fuerte y pronunciada en el tiempo que le quebró el hueso hioides. Se informó que la mujer, estudiante de inglés en la Universidad Católica de Salta, tenía heridas defensivas en varias partes del cuerpo.