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En el camino pasan muchas cosas…

Sabado, 19 de agosto de 2023 02:14

Tiempo de elecciones y decisiones. Bien es sabido que el sistema educativo argentino atravesó distintas crisis a lo largo de la historia. Actualmente muchas investigaciones realizadas nos muestran un sistema que ofrece condiciones de enseñanza y aprendizaje muy dispares, datos que reflejan una desigualdad educativa cada vez es más evidente.

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Tiempo de elecciones y decisiones. Bien es sabido que el sistema educativo argentino atravesó distintas crisis a lo largo de la historia. Actualmente muchas investigaciones realizadas nos muestran un sistema que ofrece condiciones de enseñanza y aprendizaje muy dispares, datos que reflejan una desigualdad educativa cada vez es más evidente.

Frente a esta desigualdad, si estamos formando niños y adolescentes para leer el mundo y ser protagonistas en él, hay algunas cosas que la escuela no está haciendo.

Si estamos hablando de nuevas tecnologías y todavía hay escuelas en las cuales las necesidades básicas no están satisfechas, hay decisiones que en Educación no se están tomando.

Un campo de debate políticamente denso, por decirlo de alguna manera, que exige dejar atrás intereses políticos y económicos y ponerse a trabajar. Es hora de generar proyectos alternativos para que los chicos no queden fuera del sistema.

Hablemos de brechas, por ejemplo, encontramos notables diferencias entre aquellos niños que comienzan su escolaridad a los 3 años, y quienes lo hacen a los 4 o 5 años. Según un informe del Observatorio de Argentinos por la Educación, en Argentina, faltan veinticuatro mil aulas para alcanzar la cobertura total de la educación temprana, es decir faltan salas de 3, 4 y 5 años, aún sabiendo que quienes asisten al Jardín de Infantes tienen más probabilidades de mejor desempeño y permanencia en el resto de su escolaridad. El inicio temprano de la trayectoria educativa de los niños en el Nivel Inicial genera mejores experiencias en relación con el aprendizaje, la asistencia al Jardín de Infantes mejora los rendimientos en Lengua y Matemática en la primaria, aumenta las tasas de permanencia en la escuela, incrementa el número de años escolares completados, mejora la disciplina escolar, reduce las tasas de abandono, mejora la probabilidad de graduarse de la secundaria y acrecienta la probabilidad de matricularse en la universidad.

La incertidumbre y el horizonte poco claros de una sociedad que implosiona y nos empuja a mirar la educación… ¿de una vez por todas? Hoy la pobreza nos atraviesa. Frente a este panorama quienes somos escuela no quedamos fuera de escena. Este factor, no menos ruidoso que otros, nos obliga a realizar un análisis que supere las estadísticas y los informes de investigación. Porque entendemos que el proceso de aprender no es igual para todos, porque a veces no se trata de falta de interés por aprender, sino de hambre. Y allí surgen las limitaciones a la hora de enseñar.

A las escuelas les dan sentido los sujetos que la habitan. Todos los días en nuestras aulas se ponen en juego realidades e historias que hacen a cada uno de los estudiantes que asisten a ella. ¿En que se piensa a la hora de atender a sus necesidades? Quienes enseñamos debemos plantearnos qué conocimientos enseñamos en la escuela y a quién le sirve ese conocimiento. Que la pobreza no sea un factor limitante a la hora de pensar las posibilidades es todo un desafío. Desde la escuela podemos hacer alguna diferencia.

Hay una población desinstitucionalizada en nuestra sociedad. Hablamos de niños y jóvenes que viven en un contexto de marginalidad, atravesados por la violencia en todas sus variantes, familiares y sociales. Y por ende de docentes que deberían ser capacitados en ese contexto para poder atender a todas las problemáticas y necesidades pedagógicas que suceden dentro de la complejidad de cada institución que los alberga. La escuela debe poder procesar situaciones que ponen en jaque tradiciones y que tienen que ver con las necesidades de una sociedad que está "siendo" a ritmos vertiginosos. Hoy por hoy, hay poca disponibilidad de procesar esas situaciones. Quizás ha llegado el momento de pensar en trabajar en red, donde el trabajo pedagógico se ajuste a los ritmos de los alumnos para que aprendan lo necesario para insertarse, en un futuro no tan lejano e inalcanzable, en la sociedad que los espera. Una propuesta de pensar la escuela como encuentro entre culturas, que tenga como objetivo el aprendizaje y la integración.

Instaurar el diálogo es mucho más que lanzar ideas al aire. Es arremangarse en busca de soluciones. Revisar permanentemente el trabajo pedagógico no debería ser un tema tabú. Compartir experiencias, éxitos y fracasos para sumar, para repensar otros modos de hacer escuela y de formar futuros docentes.

Si la escuela es lugar donde conviven distintas culturas será necesario abrir caminos, encontrar alternativas superando los efectos de las políticas que desigualan y diferencian. Así debemos detenernos, mirar y responsabilizarnos, cada uno desde nuestro lugar, para poder avanzar.

Seamos protagonistas. Se trata de nuestros niños, por ellos y para ellos.

 

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